Desagradecidos

Reza el dicho español que es de bien nacidos ser agradecidos. Pero hay mucha gente que no ha nacido bien

Reza el dicho español que es de bien nacidos ser agradecidos. Pero hay mucha gente que no ha nacido bien. Muchas personas que no solo no agradecen los apoyos y favores recibidos, sino que se vuelven en contra de quien se los brindó; que traicionan a aquellos a quienes les deben todo. Por la pulsión freudiana de matar al padre, por envidia y porque reconocer esos apoyos y favores es reconocer su propia mediocridad. Los desagradecidos, al rebelarse en contra de sus benefactores, se rebelan en contra de su inferioridad. Y tal ocurre en todos los escenarios y organizaciones. De ahí también ese otro dicho español cuando nos comentan que alguien nos ataca o habla mal de nosotros, y contestamos: “Qué raro, no recuerdo haberle hecho ningún favor”.

Todo lo anterior, llevado al campo de la política, se resume en esa frase atribuida a Winston Churchill: “Mis adversarios se sientan en los escaños de enfrente; mis enemigos se sientan aquí, junto a mí”. Porque el Gobierno en funciones y el Partido Popular han resultado ser los más feroces e implacables enemigos de José Manuel Soria, a quien no solo no han agradecido los continuados e importantes servicios prestados al Gobierno y al partido en la política nacional y en la canaria, sino que han ejecutado políticamente con una saña y una crueldad propias de la Florencia de Maquiavelo. Y la paradoja es que, en este caso, el pecado de Soria parece haber sido la mentira, porque la sociedad que hace treinta años tuvo en Panamá su empresa exportadora familiar tiene todo el aspecto de ser legal. Y el pecado de mentir no suele ser muy dañino para los políticos españoles. Con lo que a Soria, además, le han aplicado las varas de medir anglosajonas.

La conducta más impresentable no ha sido la del líder popular caído en desgracia, sino la de su antiguo compañero el ministro de Hacienda, que se ha permitido amenazarlo y coaccionarlo, y, encima, amenazar a su familia con una investigación fiscal, en unas declaraciones absolutamente reprobables en un miembro del Gobierno. Y eso de que no pueda integrar el Ejecutivo alguien que ha operado con una empresa en uno de los llamados paraísos fiscales, aunque la empresa sea legal y cumpla escrupulosamente sus obligaciones fiscales, es cuanto menos discutible.

Los medios y los políticos han distorsionado completamente el significado de lo que es un paraíso fiscal. Pero es que los medios y los políticos son muy desagradecidos.

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