Los vecinos visitan la huella del desastre

Un centenar de personas desalojadas, que no podrán regresar a sus casas al menos hasta el martes, pudieron recoger algunos enseres tres días después del desplome del edificio

Los Cristianos amaneció con un sol radiante, nada nuevo en el horizonte, si no fuera por el silencio sobrecogedor que se vivía en el entorno de la calle de Amalia Alayón, esquina con el paseo de Jorge Ledesma, donde el jueves el desplome de un edificio de cinco plantas dejó un balance de siete muertes, dos heridos y casi un centenar de desalojados del propio inmueble afectado y de otros cuatro contiguos.

Precisamente ayer, tres días después de la tragedia, los vecinos de esos edificios pudieron regresar a sus casas para recoger los enseres más prioritarios, muchos de ellos, sobrecogidos por la magnitud del suceso. El alcalde, José Julián Mena, se reunió prácticamente con cada uno de ellos a lo largo de toda la mañana, anunciándoles que posiblemente la noche del martes o el miércoles podrán quedar de nuevo alojados en sus viviendas, a pesar de que el resto del edificio José y Julián siga en pie todavía, porque no hay una fecha fija para su derribo.

FOTO: ANDRÉS GUTIÉRREZ
FOTO: ANDRÉS GUTIÉRREZ

Es más, Mena comentó a algunos de los vecinos que es posible que no sea en esta semana, entre otros motivos porque está anunciado lluvia y viento para hoy y mañana y eso complicará las labores de estabilización del inmueble, aparte de que habrá que esperar a la decisión de los técnicos. El día que se tenga que derribar el resto del edificio que quedó en pie, los vecinos colindantes tendrán que volver a ser desalojados, según les trasladó el alcalde cuando muchos de ellos se disponían a entrar tres días después en sus moradas, afectados todavía por ver un gran vacío en la zona y un fuerte olor a tierra, mientras bomberos y operarios de una empresa de demolición enfriaban los escombros que aún quedan sobre el supermercado Asiático, totalmente destruido al caerle encima un sandwich de cinco pisos.

Mientras, en el Centro Cultural un grupo de psicólogos de Cruz Roja se mantenía en guardia, mientras uno de ellos se trasladaba al aeropuerto a recoger al hijo de Markku Tapani, la séptima víctima encontrada el sábado y por el que se ofrecía una misa en la iglesia sueca a las cinco de la tarde. Sin embargo, la identidad de este finlandés, así como la de los italianos Graciela y Alexandro no está confirmada, al estar pendiente la verificación del ADN en Majadahonda (Madrid).

Sí están identificados los cuerpos de los tres españoles fallecidos (Flor, Antonio y Paula) y el de la marroquí Hanna, que va a ser repatriado a su ciudad natal, Tánger, por el Consulado de Marruecos. Los heridos, Coromoto Arvelo (57 años) y Daniel Mercadante (28) están fuera de peligro.

Esta semana se efectuarán los sepelios de las siete víctimas y posiblemente el funeral por todas ellas en Los Cristianos y llegará también el turno de la Policía Judicial para determinar las causas del derrumbe de un edificio que según muchos afirman hoy, “tenía toda la pinta de caerse”. Y se cayó.

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