Argentina no es Disneylandia

Tanta rapidez y dureza fueron obligadas tras una década en que, según afirmaba la ex presidenta Cristina Kirchner, Argentina podía compararse a Canadá o Nueva Zelanda en crecimiento, y la pobreza era inferior a la imperante en Alemania

La sociedad argentina no atraviesa horas de celebración, pese a recuperar libertad de expresión y disenso, separación de poderes del Estado, mas una economía abierta en lo interno y externo, pues el presidente Mauricio Macri ha optado por una terapia de choque, con leves toques populistas como los “precios cuidados” (léase establecidos por el Estado) para productos de primera necesidad.

En suma, expulsó a decenas de miles de empleados públicos que cobraban solo por promover el kirchnerismo, eliminó subsidios a empresas estatales o privadas de servicios básicos (solo el gas aumento el 400 por ciento) y liberó toda la economía, la cotización del peso, el sistema cambiario y las exportaciones, sacando así a la Argentina del aislamiento, pero generando una brutal inflación, que ha obligando a negociaciones con sindicatos que no aceptan que aumentos salariales iguales, o superiores a esa inflación, acaban en una espiral eterna.

Tanta rapidez y dureza fueron obligadas tras una década en que, según afirmaba la ex presidenta Cristina Kirchner, Argentina podía compararse a Canadá o Nueva Zelanda en crecimiento, y la pobreza era inferior a la imperante en Alemania. Suerte de Disneylandia solventada con impuestos excesivos para pagar empleados fantasma; subsidiar a quienes nunca cotizaron; televisar gratis futbol y otros eventos deportivos; limitar exportaciones; un corralito cambiario y falsear datos sobre paro, inflación, inversión en salud, educación, vivienda e infraestructura publica, mas nacionalizar empresas a diestra y siniestra.

La “cirugía mayor” de Macri ha sido brutal para clase media y baja, pese a mantener esos precios máximos a productos de primera necesidad, por lo que algunos de estos ya cuesta encontrarlos, irritando a su población. De no eliminarlos, pese a generar con ello otro shock inflacionario, el desabastecimiento será peor efecto pues acabará resucitando el sueño de una Disneylandia que Argentina nunca fue.

gerardoctkc@gmail.com

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