Era una milonga

Hay de todo. Simpáticos, secos, divertidos, extrovertidos y también aburridos. En el Manchester United, en los alrededores de Pontevedra o en las filas del PP hay, claro que sí, de todo un poco

Hay de todo. Simpáticos, secos, divertidos, extrovertidos y también aburridos. En el Manchester United, en los alrededores de Pontevedra o en las filas del PP hay, claro que sí, de todo un poco. Ahora bien, el modelo económico y social del PP nunca tuvo el desenfado, la sensualidad o la alegría del merengue. Nada que ver. Agua y aceite. El PP es otra cosa. Jugaron al despiste durante la campaña electoral. La música que pusieron no era un merengue, qué va; era una milonga. Un engaño. Un cuento. Contaron que con ellos España había dejado atrás el tramo más oscuro del túnel, las precariedades presupuestarias, los ajustes, la alarma social -lo peor ya ha pasado, fue el mensaje-. El PP subió la música para que sólo se escuchara el merengue, pero lo que realmente estaban bailando era una milonga. La situación de la economía española poco se parece a lo que el PP ha estado contando estos meses. Entre otras voces, un grupo solvente de especialistas (Barba, Laborda, Bermejo y Centeno, entre otros) ha confirmado que los indicadores animan a mantener bien activadas todas las alarmas. Múltiples factores están amenazando la sostenibilidad de la economía. El incumplimiento de los objetivos de déficit o la dificultad creciente que tiene España para devolver su deuda nos deja presupuestariamente a los pies de los caballos, complicaciones que el estado del bienestar continuará pagando -de susto en susto hasta el desmantelamiento final-. Las curvas siguen ahí, donde las dejamos antes del happy hour electoral. Pinta mal. Con este cuadro no hay argumento para esperar mejoras en la inversión; por ejemplo, respecto a Canarias. El PP subió la música para silenciar la conversación; pero lo que sonaba no era merengue, era una milonga.

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