Morir viviendo

La confusión estriba en la justificación de lo injustificable, lo que la historia nos ha contado y cuenta desde más allá de los tiempos

No pueden poder con nosotros aunque sigan inmolando a desgraciados que viven soñando en un paraíso henchido de hembras, alcohol, grifa y demás hierbas para llevarse nuestra forma de vida por delante, es decir, a base de masacres, bombazos y toda suerte de formas de destrucción.

Sé, bien que sé, que el honesto y el perverso son dueños por igual del universo aunque tengan distinto parecer, esa es la cuestión. No es fácil de aceptar pero es así. También sé que la sociedad en la que vivimos padece un sinfín de perversas anomalías que hay que corregir. Me merece especial atención y me perturba, digamos cabrea, la desigualdad.

Las diferencias son evidentes, las otras, las desigualdades son cobardes en un mundo capaz de igualar como se ha demostrado en países con algo más de ética. Hoy la distancia entre países, las de los diferentes mundos es inaceptable. Poner ejemplos es absurdo, pero vale la pena recordar algunos; entre el Congo y Luxemburgo, o entre Eritrea y Noruega la diferencia es tan abismal que da que pensar, lo cual no significa que tengamos que volver todos a la edad media con lo que conlleva.

La confusión estriba en la justificación de lo injustificable, lo que la historia nos ha contado y cuenta desde más allá de los tiempos.

Nada de nada, ni las enormes desigualdades que existen entre unos y otros, ricos pobres, blancos amarillos negros, rubios morenos, hasta una suerte infinita de desigualdades, justifica lo que sucede, o sea la imposicion por los bemoles de las armas, las bombas, las inmolaciones, etcétera, para destruir formas de vida vecinas. Entre la revolucion francesa, la invasion de Kuwait, la Guerra de Irak o la jijada de GAES, y otros, me quedo con la primera, una accion revolucionaria en la que la guillotina hizo su papel, pero se las ventilaron entre ellos. Hay más ejemplos parecidos que acepto, pero lo de ir a casa del vecino a enseñarle como se vive me parece tan irracional y tan fascista que me obliga a escribir este soliloquio.

Nace porque ahora, hoy cuando viajo me planteo cosas que eran para mi impensables, preguntas cómo; ¿Igual me toca? ¿Qué es lo que estarán preparando? O reflexiones cómo; ¡Cada día me gusta menos viajar! o ¡Total, en casa se está más tranquilo! Me sorprenden porque no estaban en mi agenda vital.

Dicho lo anterior, considero, que ya está bien de tanta lección vital e inmoral a diestro y siniestro. Déjen ya de darse mandobles de todas formas y maneras, retírese cada cual a sus aposentos y permitan que cada sociedad avance como buenamente pueda; ¿ayudar?, sí, ¿amedrentar por los clavos de todos los cristos que en el mundo han sido y son?, no. Ya está bien de tanta conquista. La Edad Media para quien la quiera, pero respeten y no engañen a la humanidad; niños niñas, mujeres hombres, culturas y sexos, y demás familiares. Morir habra que morir, pero morir viviendo. Porque, al que mal vive el miedo le sigue, algo que no debemos olvidar.

Es más, como le dijo Don Quijote a Sancho su andante compañero de fatigas: “El miedo que tienes —dijo don Quijote— te hace, Sancho, que ni veas ni oyas a derechas, porque uno de los efectos del miedo es turbar los sentidos y hacer que las cosas no parezcan lo que son; y si es que tanto temes, retírate a una parte y déjame solo, que solo basto a dar la victoria a la parte a quien yo diere mi ayuda.

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