Que fichen a Coco

Al parecer, un grupo multidisciplinar de psicólogos, monitores de autoescuela y neurólogos ha sido recientemente reforzado con la oportuna incorporación de Coco, el muñeco de Barrio Sésamo

Al parecer, un grupo multidisciplinar de psicólogos, monitores de autoescuela y neurólogos ha sido recientemente reforzado con la oportuna incorporación de Coco, el muñeco de Barrio Sésamo. Dada su capacidad para enseñar a los niños las cosas más elementales, no cabe sorpresa con lo de fichar a Coco. Esto es dentro, esto es fuera. Esto es lejos, esto es cerca. Esta vez no lo tendrá tan fácil. El trabajo que le ha encargado el grupo multidisciplinar es explicar a los canarios de las siete islas cómo hay que conducir en las rotondas. A Coco esta vez se lo han puesto difícil. Por razones que psicólogos y neurólogos no acaban de comprender, los canarios de edades comprendidas entre los dieciocho y noventa años no hemos entendido cómo funcionan las rotondas; y, no bastando con esto, la impotencia que genera la situación lleva a montarle un pollo a quien toca la pita advirtiendo de que vas por el carril equivocado. Creencias erróneas y falsos mitos que retratan el comportamiento de los autóctonos en las rotondas, malos hábitos que animan a invitar al Gobierno de Canarias a que contrate a Coco para una buena campaña divulgativa. Quienes abandonan la salida desde el carril interior -cruzándose delante del conductor que circula por el exterior- y los que acortan la rotonda en línea recta para seguir de frente -ahorrándose así el esfuerzo de mover el volante- están pidiendo a gritos que contraten a Coco. Hay cosas que los canarios no hacemos mal, pero algo se nos torció en la información genética porque de otra forma no puede explicarse que nuestro cerebro no sea capaz de circular por una rotonda. Que llamen a Coco. Canarios, esto es el carril interior, esto es el carril exterior. Esto es arriba, esto es abajo.

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