El himno nacional

España está tan llena de imbéciles que sólo se escucha con respeto el himno nacional cuando se toca fuera de sus fronteras

España está tan llena de imbéciles que sólo se escucha con respeto el himno nacional cuando se toca fuera de sus fronteras. Es decir, que respetan mucho más nuestro himno en Río de Janeiro que en Barcelona, que en Bilbao o que en Valencia. Y, la verdad, a mí me espanta todo esto porque convierte a este país en un territorio sin ley y sin respeto. Cuando un pueblo pierde ese respeto pierde también sus valores. ¿A quién se le ocurriría, por ejemplo, en los Estados Unidos, pitar a su himno? Iría, en el país de las libertades, derecho a la mazmorra. Porque todo tiene un límite, incluso la libertad, que es un don sagrado pero es preciso saber administrarla para que no se nos estropee. Los nacionalismos extremos han desvirtuado el sentido del Estado, de la comunión entre españoles, valores tan necesarios para que España progrese. Tienen, además, pánico a pronunciar la palabra España y la sustituyen por “este país” o por “el Estado”. Les da grima citar a la patria común, que está en la historia del progreso de este mundo aunque ellos no lo quieran reconocer. Probablemente porque su cerebro no es mayor que una nuez, por mucha fachada que luzcan. Se hace difícil, para los que tienen mi edad, soportar a estos machangos, personajes más o menos públicos que se avergüenzan de la Marcha Real, adoptada constitucionalmente como himno nacional. Yo me emociono cuando escucho el himno, me levanto y me pongo en situación de firmes porque lo aprendí desde chiquitito de mi abuelo, de mi padre y hasta en el colegio. ¿Enseñan hoy en el colegio a escuchar con respeto la Marcha Real? Yo creo que no, porque a lo mejor quienes tienen esa obligación son también algunos de los que la pitan.

TE PUEDE INTERESAR