Rajoy y Papá Noel

O sea que, disfrazado de Papá Noel, en el inconsciente colectivo, Rajoy traerá regalos la noche del 24 de diciembre violando las últimas horas de reflexión. Vale

El parecido físico de Rajoy con Papá Noel es ventajista, le favorece hasta lo absurdamente impugnable en la ópera bufa de la política española, propensa al dislate, lo cual es darle ideas a Revilla, que está el hombre que hace méritos por salir, como Mariló Montero, en la holganza de su feudo cántabro. O sea que, disfrazado de Papá Noel, en el inconsciente colectivo, Rajoy traerá regalos la noche del 24 de diciembre violando las últimas horas de reflexión. Vale. Pe(d)ro Sánchez, ¿qué mito acuñará para abortar el papanoelismo electoral inherente de Rajoy? Rivera le ha visto las orejas al lobo y se ha disfrazado de Caperucita sin pérdida de tiempo. Sabe que el lobo vendrá por Navidad, si no lo remedian los guionistas del culebrón; que va para un año la saga y así empezó Cuéntame cómo paso, y quiere darle la vuelta al cuento. En el repertorio de este esperpento nacional, Rajoy ya tenía un papel asignado, era el rey desnudo a las puertas de su investidura fallida. Pero, ante la ruindad de las elecciones navideñas, Sánchez encarna la contraparte de Santa Claus, un contraobispo ateo que estaba por inventarse en la mitología doméstica de una campaña electoral con peladillas: el acusica del filántropo barbado y orondo que trepa balcones con un saco de falacias. ¿Cómo conseguirá Sánchez desmentir al repartidor pródigo, decir que, en contra de todas las apariencias, él no es el culpable del trineo electoral? Lo tiene crudo. En el cuento es el príncipe malvado, a quien le traiciona la ambición a destiempo. Y todos le jalean, a favor o en contra, pero ninguno quisiera estar en su pellejo. Susana Díaz se abstiene, no ante Rajoy, sino ante Sánchez; le deja hacer, que coma el turrón, corre la voz de que nadie le contradiga. Ningún barón pide un comité federal extraordinario -cuando lo corea la gerontocracia del partido y ni caso- para revisar el no gerencial ante los 170 síes eventuales de Rajoy. A Sánchez le hacen la cama como a un badulaque. Cumple de Donald Trump y Susana de Hillary Clinton; para ganar Hillary tenía que seguir Trump. El antagonismo perfecto. La política siempre se juega en la sombra; bajo los focos no está la verdadera política, sino el trampantojo de la política, la apariencia engañosa, los trileros de partido. Ahora Pablo Iglesias se salió del trampantojo, de los focos, para empezar a intentar hacer política de verdad, como dijo. Es querer transformarse de Danton en Robespierre, pero ambos corrieron la misma suerte: se los merendaron en la guillotina. La política entre bambalinas es más aburrida, exige justo lo que no se despacha en la botica política: paciencia. Por eso Rajoy o Santa Claus da el perfil para este villancico; en molicie gana, está en su salsa. “Fumando espero”, cantaba Sara Montiel bien bragada. ¿Por qué el 25 de diciembre? Porque convoca Papá Noel.

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