Testigo de la historia del siglo XX

El Templo Masónico de la capital, único en Europa, retoma la senda de la rehabilitación con el desbloqueo del concurso público para redactar el proyecto de intervención integral
La fachada del Templo Másonico se finalizó en 1923,                               aunque el edificio como tal se inauguró en 1904, año en el que se llevaron a cabo las primeras actividades de la Logia Añaza, impulsora de su construcción. S. M.
La fachada del Templo Másonico se finalizó en 1923, aunque el edificio como tal se inauguró en 1904, año en el que se llevaron a cabo las primeras actividades de la Logia Añaza, impulsora de su construcción. S. M.

El Templo Masónico de Santa Cruz se alza en mitad de una ciudad que durante años olvidó su importancia, su singularidad, los valores que llegó a representar y también su particular arquitectura que lo hace único en Europa. Con más de 100 años, 112 para ser exactos, este edificio declarado Bien de Interés Cultural (BIC) en 2007 ha resistido el paso del tiempo, la ocupación militar durante la Guerra Civil y la dictadura e incluso la intención de derribar todo el edificio, exceptuando la fachada, que en algún momento se llegó a plantear desde el Ayuntamiento de Santa Cruz, intención esta última que la declaración BIC del Cabildo frenó. Esta semana, la Gerencia Municipal de Urbanismo publicaba la reanudación del concurso público (paralizado hace meses) para redactar el proyecto que, se supone, permitirá la rehabilitación integral del edificio, cuyo importe supera los dos millones de euros. Ese documento tiene como guía el Plan Director con el que ya cuenta el inmueble, redactado en 2009 por el arquitecto Germán J. Delgado Pérez.

En ese documento se hace un recorrido no solo por las necesidades evidentes del inmueble, sino por toda su historia, incluidos los valores que la Logia Añaza quiso depositar en este edificio de características únicas. En él se recogen datos como que los primeros pasos para su construcción se iniciaron a finales del siglo XIX o que tras la ocupación por la Falange, en 1936, y el uso militar posterior dado por el Ministerio de Defensa, la arquitectura interior sufrió serios daños. También que el propio Ayuntamiento de Santa Cruz, una vez que recuperó el edificio en 2001, por unos 77 millones de las antiguas pesetas, realizó una cata en el techo para comprobar el estado del inmueble, lo que dañó de forma irreparable las pinturas que lo recubrían.

El objetivo principal que establece el Plan Director y que asume el pliego técnico de la licitación en curso es el de restaurar aquellas partes que permanecen intactas y reconstruir las características espaciales de las desaparecidas, a través de la información disponible, tanto material -los propios vestigios existentes- como documental. Precisamente, la existencia de un aljibe en el interior del inmueble permitió recuperar algunos de los elementos originales, como los capiteles jónicos y cornisas de la Sala de Tenidas, lugar al que el Ejército los arrojó durante su ocupación.

ESTUDIO HISTÓRICO
Los datos históricos que figuran en el Plan Director fueron aportados por la historiadora Ana María Benedicto. En la introducción del estudio histórico se hace constar que el edificio situado en la calle de San Lucas “se encuentra entre los más bellos ejemplos que existen en Europa y el único en España que ha sobrevivido al paso del tiempo y a los avatares de la Historia. Este edificio expresamente proyectado y construido como templo masónico a principios siglo XX fue levantado por la Sociedad Añaza, sociedad civil creada por los miembros de la Logia Añaza con la finalidad de adquirir el suelo para posteriormente construir la edificación”. La Logia Añaza, según se hace constar en el informe histórico, fundada en 1895, “fue el más importante taller masónico canario del siglo XX”, tanto por su influencia como por su longevidad. El proyecto, que contó con su preceptiva licencia municipal, data de 1900 y esta firmado por el arquitecto Manuel de Cámara.

El proceso de construcción se demoró hasta 1923, fecha en que se terminaron las obras de la fachada. Desde su inauguración, en 1904, hasta su incautación, en 1936, supuso una referencia, según Benedicto, para otras logias y obediencias españolas que aspiraban a construir sus templos, así como un punto de encuentro y visita obligada para muchos masones de Europa y América.

INCAUTACIÓN
Tras su incautación, el 19 de julio de 1936, por las fuerzas militares franquistas, el edificio fue ocupado primeramente por la Falange Española y en 1940 pasó a ser propiedad militar del Estado, al ser declarada fuera de la ley la Logia Añaza (al igual que todo lo relacionado con la masonería) y aplicada la sanción de pérdida total de sus bienes. En la década de los 60 el Ministerio de Defensa lo convierte en Depósito de Medicamentos y más tarde en Servicio de Óptica Militar hasta su desafectación al fin público en julio de 1999.

Una década antes de esa declaración, detalla la historiadora, partió del Ayuntamiento de Santa Cruz la iniciativa de recuperar el edificio para la ciudad, “rescatándolo del discutible uso y conservación a que estaba sometido”. Así, el 7 de marzo de 1988 se aprobó en acuerdo plenario, la moción presentada por José Emilio García Gómez para la adquisición del inmueble por medio de cesión gratuita del Estado, con el fin de “destinarlo a un uso acorde con la importancia histórica y arquitectónica del mismo”.

En los años siguientes, las gestiones realizadas para la obtención de la cesión gratuita no dieron frutos, pues no fue aceptada por el Estado, que sí ofertó, en cambio, la compra del inmueble por la cantidad de 77.452.412 pesetas, equivalentes en la actualidad a 465.498,37 euros. La compraventa se firmó en 2001 y un año después el Cabildo resolvió la incoación de expediente de BIC con la categoría de Monumento a favor del Templo Masónico. Se hizo efectiva en 2007.

SIMBOLOGÍA
Según se detalla en el Plan Director, el propio templo masónico representa al universo, en el que cabe toda la humanidad. En él nada el casual. Todos los elementos y todas las proporciones tienen una razón de ser y representan o simbolizan algo. El techo representa el cielo y originariamente estaba decorado con las constelaciones del zodiaco. El suelo está cubierto por un pavimento de baldosas blancas y negras dispuestas de forma ajedrezada y representa la tierra (aún se conserva). Las cuatro paredes del templo son los cuatro puntos cardinales. El color rojo de las paredes, el número de escalones, las proporciones del conjunto y todos y cada uno de los elementos restantes están dotados de un significado simbólico. Los espacios de mayor simbolismo masónico, como la Sala de Tenidas, se pretende recuperarlos íntegramente.

[su_note note_color=”#d0d3d5″ radius=”2″]La Cámara de Reflexión es el único espacio que está en perfecto estado
Las diferentes dependencias disponen de vestigios materiales que podrían permitir recuperar la espacialidad e iconografía masónica. La Cámara de Reflexión (imagen de la derecha) ha llegado en perfecto estado y la intervención será mínima. La estructura de la Sala de Capítulos fue totalmente transformada durante la permanencia de del Ejército: la estructura de madera de la cubierta fue sustituida por una losa plana de hormigón y su acabado de teja francesa, eliminado. Asimismo se destruyó el falso techo y los elementos decorativos. En el caso de la Sala de Tenidas (imagen izquierda), se pretende recuperar íntegramente.[/su_note]

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