Crisis de gobierno

Incrédulos, contribuyentes de poca fe, agnósticos y analistas de cercanías no dan crédito. Han perdido las apuestas. Merodean por bares, emisoras o eventos sociales agachando la cabeza, desdiciéndose en voz baja; vencidos, desmentidos por los hechos y, sobre todo, por el día a día

Incrédulos, contribuyentes de poca fe, agnósticos y analistas de cercanías no dan crédito. Han perdido las apuestas. Merodean por bares, emisoras o eventos sociales agachando la cabeza, desdiciéndose en voz baja; vencidos, desmentidos por los hechos y, sobre todo, por el día a día. Dijeron que no, auguraron que Coalición y PSOE no serían capaces de conseguir lo que nadie había logrado con anterioridad: seducidos por el entrañable ejemplo de las gallinas descabezadas, romper el pacto que sustenta a un Gobierno de Canarias pero seguir caminando -pateando- sin darse por aludidos. Desbaratando las tesis de los descreídos, CC y PSOE están demostrando que es posible, sí se puede, es factible la extravagante aventura de, roto el pacto, seguir celebrando consejos de gobierno o reunirse para elaborar los presupuestos autonómicos. Con dos. Olé. Han pasado un, dos, tres, cuatro, cinco, seis semanas, y el barquito sigue navegando porque -según los apóstoles de la descompresión- la desconfianza que ha envenenado la relación entre los socios, el ambiente irrespirable que los asfixia, los puentes dinamitados o que apenas se soporten es solamente ruido. Pero no. Qué va. Es más. Y peor. Tiene mérito que, roto el pacto, el Gobierno siga cruzando la calle como si tal cosa, y así deben reconocerlo incrédulos y contribuyentes de poca fe. Ahora bien, esa apariencia de normalidad -ese sonrían para la foto- no resuelve el problema de fondo, el titular que no interesa, lo que realmente está ocurriendo: Canarias sufre una crisis de gobierno desde hace ya demasiadas semanas. Una crisis de gobierno, sí; eso es lo que han abierto y no saben cerrar. Si quieren pueden seguir llamándolo de otra forma, vale, que sí, venga, pero esto es una crisis de gobierno de libro.

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