Divorcio

El mundo está soliviantado por una noticia descomunal: Angelina Jolie y Brad Pitt se divorcian. No compras un periódico en el kiosco o lo abres en internet sin que, desde hace semanas, todos (incluido los deportivos) den cuenta de la noticia.

El mundo está soliviantado por una noticia descomunal: Angelina Jolie y Brad Pitt se divorcian. No compras un periódico en el kiosco o lo abres en internet sin que, desde hace semanas, todos (incluido los deportivos) den cuenta de la noticia. ¿Por qué?, ¿nos interesa el matrimonio o ese matrimonio? Son dos seres afortunados; buenos actores, bellos, comunicativos… y su historia de amor confirmó algo para lo que pocas personas estamos preparadas: la dicha y la fortuna. De manera que en una sociedad escudada en lo mediático, sublime o infausto, es lógico que una decisión tal se siga. Porque se los vio compenetrados, asumir el papel que les correspondió de padres, vivir juntos, salir juntos, compartir riqueza y esplendor juntos… ¿Qué ocurrió? Fácil es conjeturar que lo que despertó a estos dos seres de lo habitual fue la pasión, ese dislate instintivo que hace unir a los cuerpos. Ocurrió en el rodaje de la mil veces nombrada película Sr. y Sra. Smith. Ahí el principio que los dislocó, los perturbó, los arrebató. El asunto es que, como se sabe, la pasión tiene límites temporales, el ardor siempre cuenta con fecha de caducidad, el delirio se mitiga. Y cuando tal cosa ocurre, queda lo que queda: si se comparte, a pesar de las diferencias, es posible continuar. Luego, si Angelina Jolie pagó a detectives privados para que vigilaran a su chico mientras rodaba una película en Canarias, es que ya se había percatado del desplazamiento. Probablemente a Brad Pitt el arrobo se le agotó y Angelina comenzaba a ser una compañera más de cuantas compañeras existen. Eso pocas veces lo soportan las mujeres. Así es que el divorcio estaba a la espera; más pronto que tarde ocurriría. Brad Pitt lo sabía; Angelina Jolie también. Se divulga lo que supera a los seres humanos más allá del ímpetu sensual.

El entusiasmo de Jolie por los hijos es una consecuencia, igual que su compromiso social. Quizá a Brad Pitt eso no lo convenció del todo, y con el tiempo comenzó a ser él mismo un ser ordinario. El mundo, pues, se ajusta por las categorías; lo uno y lo otro zanjan. Cuando una mujer como la Jolie decide, es definitivo; ni proyectos en común ni nada que la retenga. Resta lo que acontece en estos casos en EE.UU.: el dinero y las posesiones (los hijos en primer término). Brad Pitt lo va a pasar muy mal; las cargas de profundidad con las que actuará la dama serán contundentes. Y así ocurrirá hasta que al apuesto se lo contemple con otra pareja y el resto de los planetarios lo olviden.

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