Haití ¿corrupción o desidia? (II) – por Gerardo Settecase

Han transcurrido seis años del terremoto que asolara Haití en 2010, tras lo cual la comunidad internacional aportó todo lo posible para paliar el dolor de un pueblo que, además de ser el más pobre de Latinoamérica había sido devastado, lo que ahora se repite con un maléfico huracán con menos, pero también dolorosas víctimas

Por Gerardo Settecase

Han transcurrido seis años del terremoto que asolara Haití en 2010, tras lo cual la comunidad internacional aportó todo lo posible para paliar el dolor de un pueblo que, además de ser el más pobre de Latinoamérica había sido devastado, lo que ahora se repite con un maléfico huracán con menos, pero también dolorosas víctimas.

Pero seis años después todo sigue igual en Haití. Igual abandono y falta de políticas de desarrollo y prevención, por lo que cabe preguntarnos:¿Que pasó estos seis años con todo lo aportado?.¿La repetición de dolor, sufrimiento, daños e incapacidad para superar una hecatombe natural son consecuencia de una corrupción que se comió todo lo enviado, o de la desidia para hacer fructífero lo enviado?.

Preguntas justificables pues, tras tantos años y aportes, además de que aun muchas familias viven en asentamientos precarios, que en nada difieren de los que acogen refugiados de la guerra fraticida en Siria, en Haití no se construyeron infraestructuras definitivas y no se desarrolló una economía diversificada que garantice a su pueblo vivir dignamente, para así poder soportar calamidades con daños menores, como hemos visto estos días en su vecina Republica Dominicana o Cuba, y antes en Chile.

Entonces. ¿Quien se quedo, o mal administró, tantos aportes enviados?. Porque no es de recibo que -aún reconociendo que Haití es un país política e institucionalmente irresuelto-, tantas destacadas ONGs allí presentes, mas Naciones Unidas, la Organización de Estados Americanos, la Unión Europea y Estados Unidos, no lograran imponer su autoridad para controlar el destino de esos fondos, de modo que a mas de un lustro del mencionado terremoto, un huracán igualmente brutal desnude que en el país caribeño no se ha hecho nada. Su pueblo y quienes aportaron para reconstruir, no se merecen ni corrupción ni desidia.

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