La salud y la estabilidad mental en el marco del Estado de Bienestar – Por Marta Arocha Correa

“Soy como tú aunque aún no lo sepas” es el lema elegido este año para conmemorar el Día Mundial de la Salud Mental.

“Soy como tú aunque aún no lo sepas” es el lema elegido este año para conmemorar el Día Mundial de la Salud Mental. Si me lo permiten, me gustaría ir un poco más allá de estas palabras. Las personas con enfermedad mental, efectivamente, son iguales que el resto, aunque el resto no se dé cuenta. Y quizás, el resto no quiera darse cuenta por el miedo a verse en esa situación algún día. La salud mental es extremadamente frágil; puede quebrarse de muchas maneras y puede hacerlo en el momento en que menos lo esperemos. Nadie está a salvo. Y eso da miedo.

Queremos pensar que un trastorno mental es algo a lo que permaneceremos ajenos siempre, engañándonos en cierta manera. La salud y la estabilidad mental forman parte indisoluble del bienestar global del individuo, por lo que cuidarlas y protegerlas debe ser una labor en la que nos veamos involucrados todos cada día de nuestra vida, en el trato que nos damos a nosotros mismos y en el que damos a los demás.

Del miedo nace el estigma. Las personas con enfermedad mental nos dicen que son iguales al resto y la mayoría del resto (por suerte, cada vez menos) rechaza esa idea y estigmatiza a un colectivo de forma injusta y ciega. Por miedo a vernos algún día reflejados en ese espejo. Sin embargo, pienso que hay que desafiar a la mala suerte y romper ese espejo. Las personas que padecen alguna enfermedad mental nos necesitan al lado, no enfrente ni de espaldas.

Debemos avanzar, en la medida de lo posible, hacia un modelo de sociedad en la que la enfermedad mental no oculte con ese manto de prejuicios las capacidades de las personas. Padecer una enfermedad mental, ya sea ansiedad, ya sea depresión, ya sea un trastorno bipolar, no es impedimento para que las personas se realicen plenamente, se integren y aporten valor al conjunto de la sociedad. Y es nuestra responsabilidad, desde las instituciones, pavimentar ese camino de oportunidades, promoviendo la igualdad en el acceso al empleo y la formación y disponiendo de recursos para una atención adecuada.

Es indispensable contar con apoyo ya desde la atención primaria en los centros de salud, para que al menor síntoma el enfermo encuentre un punto de referencia en el que iniciar el camino de la recuperación o, al menos, de la estabilidad. Y es igualmente necesario aumentar los recursos destinados a la empleabilidad. Sabemos que un empleo es una herramienta de primer orden en inclusión e integración social, un empleo con requerimientos a la altura de la competencia profesional de cada persona. Así se enriquecen las relaciones sociales, y así, teniendo como compañero de trabajo a una persona con enfermedad mental, contribuimos a romper el espejo del que les hablaba antes, y pasamos a ver a la persona en vez de al enfermo.

Afes y Atelsam son dos entidades con un largo recorrido en el tejido social de la isla de Tenerife. Fundadas en 1982 y 1993, respectivamente, su labor ha conocido (y, en buena medida, propiciado) cambios sustanciales en la situación de las personas con enfermedad mental, en su consideración social y en su integración. Sin estas dos asociaciones la sociedad tinerfeña habría sido más pobre, ya que se habría perdido la aportación de un colectivo que tanto tiene que dar. No tenemos palabras para expresar el agradecimiento que les debemos pero sí tenemos el firme compromiso de seguir caminando con ellas y con las personas a las que representan.
Me gustaría dedicar una mención especial a los familiares de las personas con enfermedad mental. Cuando un ser querido pierde la salud mental, sus familiares deben redoblar la suya propia, y esa es una tarea gigantesca. Es fácil ceder al dolor, al “por qué nosotros”, al desaliento. Pero esos familiares no desfallecen. Gracias también al apoyo que encuentran en las asociaciones se fortalecen para ser la viga que mantenga en pie al enfermo. Para ello no sólo se necesita coraje y determinación, sino también un amor enorme, sin límites ni condiciones. Porque lasfamilias nos dan el mejor ejemplo para aprender a ver a la persona cuando miramos al enfermo mental.

Marta Arocha Correa
Directora General de Dependencia y Discapacidad
Gobierno de Canarias

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