Escucha activa

“Escuchar” es una palabra cuya etimología puede que te sorprenda. Proviene del latín “auscultare”, que a su vez deriva de “auris”, la oreja, y se combina con la raíz indoeuropea “klein”, algo así como “inclinarse”. O sea: escuchar es, textualmente, “inclinarse para acercar la oreja”. Se trata, pues, de “prestar atención” a lo que estoy oyendo, no sólo para saber que se está produciendoel sonido que estoy captando, sino también para tratar de determinar de dónde viene, qué lo produce y qué significa para mí.

Es asombrosa la enorme cantidad de obstáculos a la que nos enfrentamos a la hora de escuchar: la propia biología de cada persona, ellugar de crecimiento, la época que le toca vivir, las experiencias personales que actúan de filtro a la hora de entender el mensaje, las interpretaciones propias (que a veces no coinciden con lo que me quiere transmitir el interlocutor), las conversaciones con uno mismo, las creencias, las circunstancias del momento, el estado de ánimo…

No podemos evitar ser seres emocionales, y en la mayor parte de las ocasiones no somos conscientes de cómo ese estado emocional está interfiriendo, para bien o para mal, en nuestra escucha. Si vas a tener una conversación importante, te recomiendo que revises, antes de empezar, con qué emoción acudes a la cita.

Sin escuchar, y escuchar activamente, es imposible mantener una conversación efectiva en la que tengamos la seguridad de que los interlocutores comprenden los mensajes que se están transmitiendo el uno al otro. Esto requiere acallar esa voz interna llena de prejuicios tanto sobre quien me habla como sobre el contenido de su discurso y abrirme al intercambio de opiniones yal aprendizaje. Reconozco que no es un ejercicio sencillo, pero a mí me ayuda saber que es así como deseo que me escuchen a mí.

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