Sin expectativas socialdemócratas – por Cecilio Urgoiti

Los partidos socialdemócratas europeos, desde los años ochenta del pasado siglo, ha ido cayendo, no solo en votos sino, además, en militancia, mientras los acomodados mandatarios, desde sus pedestales de la exuberancia, unos envueltos en la corrupción y, otros a rebozar, de vanagloria propia o adquirida, por rodearse de los tiralevitas que aplauden, para cobrar, que no por asesorar

Los partidos socialdemócratas europeos, desde los años ochenta del pasado siglo, ha ido cayendo, no solo en votos sino, además, en militancia, mientras los acomodados mandatarios, desde sus pedestales de la exuberancia, unos envueltos en la corrupción y, otros a rebozar, de vanagloria propia o adquirida, por rodearse de los tiralevitas que aplauden, para cobrar, que no por asesorar. Son parte importante de la decadencia de los mismos, han perdido la soberanía del Estado y ahora se lamentan, cuando la respuesta son ellos mismos y su inutilidad. Lo que en esos años ocurría, ni lo vieron y lo que es peor aun, no supieron entender el mensaje. Su espacio les fue ocupado, por populismos de tendencia hacia la derecha, pero con criticas demagógicas disfrazadas de objetivos de izquierda. Lo  cómodo, para los asesores y los propios mandatarios, fue ir girando hacia un centro, que no era su espacio político, como alternativa al rearme globalizador y neoliberal, que la derecha muy cautelosamente había ensayado con un optimo éxito, tanto en EE.UU. como en el Reino Unido. El júbilo con que se cedía la soberanía al Euro, no era, ni podía ser, política de izquierda, como tampoco lo era bajar impuestos. Inútiles.

Ahora leemos y también oímos que; “La socialdemocracia vive uno de sus peores momentos históricos.” Me adelantaría, si miedo a errar, que ya tiene la “capilla ardiente” preparada. Su ocaso electoral esta a la orden del día, elección tras elección,  no es que se vea mejora, sino más bien, las expectativas son aumentar la caída. En un tiempo como el actual, no debe resúltanos extraño, que la excesiva tibieza de la socialdemocracia española en un mayoría de asuntos y especialmente como alternativa a las políticas de austeridad, si a España nos referimos, impulsadas por el neoliberalismo satisfecho, incluso con alegría de votos en una comparativa, resulte cuanto menos, desesperante para una gran parte de la población que ya les ha dado la espalda a un partido, que hoy es escoba del Pensamiento Único.

La estrepitosa caída, que se ha ido labrando, con décadas de antelación en la socialdemocracia, es el problema de pura interpretación de un necesario reformismo oculto, que nadie supo poner sobre las mesas de ponencias, de las sucesivas Internacionales o lo que es lo mismo, la dificultad que se les presentaba, al abordar la verdadera alternativa al capitalismo y los propios limites, que la realidad social, para un reformismo político de corte socialdemócrata se les presentaba. Esos límites, supusieron una dificultad añadida, para la propia socialdemocracia. Para hacer compatible los derechos sociales y poner freno al capitalismo y las exigencias de pago de hipotecas que en época de bonanza, se les concedieron… También y de adecuada forma y manera el capital, con esos mimbres, ha sabido hacer el cesto que aprisiona el socialismo europeo.

El tenor actual no tiene nada que ver con aquel tiempo atrás, de la posguerra y con la Unión Soviética como referente mundial, donde la tensión Este Oeste, llevó a recolocar a la socialdemocracia en un punto intermedio, entre el sistema capitalista en expansión y el comunista, como ganador de la II Guerra Mundial. Si por esta última afirmación hay duda, pregúntense ¿Quién entró y devastó Alemania?  Ahí la socialdemocracia deseaba superar al primero, pero sin seguir la senda autoritaria del segundo, que obviaba el sistema democrático representativo. Con la caída de Muro de Berlín y posteriores acontecimientos en la URSS, dejó sin concerniente al comunismo, la socialdemocracia se ha visto superada por la llegada de la globalización y las limitaciones del Estado-nación, con una total perdida de soberanía en el que además, ha dejado de existir una economía nacional en sentido más estricto del término. Pero además, en los últimos 30 años el neoliberal, que ya no es un ensayo, sino actúa, se ha hecho fuerte y no en apariencia, sino de manera fehaciente. Con la tesis del “fin de la historia” de Fukuyama, no como fin, sino final y abrir la posibilidad de llegar al Pensamiento Único de forma hegemónica.

Tal vez, hay una pregunta que debiéramos hacernos, con ella no hallaremos la respuesta a la salvación de la socialdemocracia, el derrotero que ha tomado le deja, sin agua y sin cebada, para el caballo y sin transporte no se puede llegar a ninguna parte. ¿Cómo hacer políticas reformistas desde el propio Estado, sin autoridad sobre él, pues ese Estado es subalterno y esta subordinado a la UE, y es esta, la que hoy da las pautas, para mover las piezas en el tablero? Os daré una respuesta, pero ahora piensen un poco. Lo necesitamos.

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