Estamos en unas fechas donde la solidaridad se convierte en un valor importante que nos ayuda a contrarrestar esa tendencia consumista que nos plantea la otra Navidad. La solidaridad evoca en nosotros múltiples emociones positivas, como la esperanza, la alegría, la gratitud o el amor. Como sabes, estas emociones generan en nosotros cambios en la forma que percibimos el mundo. Nos ayudan, al mismo tiempo, a construir la realidad desde una visión más creativa y eso incide sobre nuestra capacidad de transformación de nuestra realidad.
El potenciar la solidaridad implica entender que el altruismo es esa fortaleza que tiende a ayudar a otras personas ya que tienes la necesidad de hacerlo, sin querer obtener nada a cambio. Aunque ello implica una dedicación de energía, tiempo y dinero, además de tener su traslación sobre tu desarrollo personal y profesional.
Por esa razón, cuando hablamos de la generosidad, la amabilidad o el altruismo, estamos hablando de la bondad, es decir, de todas esas acciones que llevan detrás un carácter prosocial, acciones dirigidas a la realización de buenas obras o favores que lleva aparejado, por tanto, no recibir nada a cambio.
Ser altruista nos marca un esfuerzo que parte de tu necesidad de querer ayudar al otro a través de pequeñas acciones. Pero para ser altruista debes estar convencido de querer serlo, esto es, el altruismo parte del corazón y está conectado con todo aquello que dota de sentido a tu vida.
Los estudios, cada vez más y mejores, nos plantean que en el altruismo y en la solidaridad no es relevante la cantidad de dinero que gastes para realizar lo que tú puedes considerar una buena obra, sino que realmente lo importante en lo que haces radica en a quién va dirigido eso que haces. Por lo tanto, tal y como revelan dichos estudios, para ser solidario y emprender comportamientos altruistas que potencien en ti tu felicidad no es necesario realizar grandes cosas sino concentrarse en esas pequeñas cosas sencillas que se encuentran al alcance de tu mano, ésas que, precisamente, son las que generan mayor nivel de felicidad y de bienestar en las personas.
Por ello encontramos gratificante el poder dar nuestra mejor versión ayudando a los demás, independientemente de que tengan o no relación de parentesco o amistad. Esta fortaleza requiere ser respetuoso con los demás y, a su vez, incluye el afecto emocional.
Para finalizar me gustaría plantearte que la mejor manera de fomentar ese amor hacia el otro (plasmada a través del altruismo) es que te plantees realizar un acto de bondad diario y aleatorio, dirigido a alguien desconocido. Esta actividad, como habrás observado, ha demostrado ser la que genera de forma más intensa emociones positivas duraderas.
Hoy, además, me tomo la libertad de invitarte a colaborar con #ReyesParaTodos de Bomberos de Tenerife, Cruz Roja Española y Mírame TV. Nunca una acción tan pequeña aportó tanta felicidad a tantas personas, sobre todo a los más débiles: nuestros pequeños y nuestros mayores.
*Psicólogo y miembro de la Sociedad Española de Psicología Positiva
@jriveroperez
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