Hernández Peña: “En Canarias no se crean puestos de trabajo, sino de criados”

La próxima semana cumplirá 81 años, una edad que le permite decir lo que piensa, aunque siempre ha tenido fama de expresar sus ideas sin rodeos ni vacilaciones, y no le ha ido mal
Domingo Hernández Peña | FOTO: FRAN PALLERO

La próxima semana cumplirá 81 años, una edad que le permite decir lo que piensa, aunque siempre ha tenido fama de expresar sus ideas sin rodeos ni vacilaciones, y no le ha ido mal. Domingo Hernández Peña (Teguise, Lanzarote, 1935), escritor, estudioso del periodismo, consultor de marketing político y creador de la primera Facultad de Turismo del mundo, en São Paulo (Brasil), es una fuente de conocimiento que parece inagotable. Alterna su residencia en la ciudad brasileña con la estadounidense de Boston. “Vivo seis meses en el infierno y seis meses en la gloria”, describe gráficamente. En esta entrevista no oculta su visión crítica de Canarias, aunque admite que después de “jurar mil veces que jamás volvería, volví mil veces, arrastrado por un sentimiento bastante parecido a un amor enfermizo”.

-¿Canarias está enferma?

“Canarias es un manicomio”.

-¿Por qué?

“Esta tierra tiene un gran mal, que es la falta de iniciativa. El problema es que nadie tiene un proyecto de Canarias. O empezamos a ser nosotros mismos o nos vamos al carajo”.

-¿Es un problema de falta de identidad?

“Es un problema de no tener conciencia de sí mismo. Existe el pensamiento catalán, vasco, andaluz… pero no el canario. Esa falta de vida propia no nos permite profundizar en quiénes somos, dónde estamos, hacia dónde vamos y, sobre todo, en qué consiste el pensamiento canario. Que no tengamos conciencia no es una casualidad”.

-¿Nos falta una mayor autoestima como pueblo?

“Yo diría que la sociedad canaria no tiene a quien querer ni tiene quien la quiera”.

-¿Y dónde están las raíces de esa realidad que le lleva a esa contundente conclusión?

“Cuando España perdió las colonias americanas, las Islas se quedaron huérfanas, sin hermanos. En la Península surgió una preocupación y para evitar que el Archipiélago corriera la misma suerte, alguien en un despacho de Madrid ideó un régimen fiscal especial que nos permitió sobrevivir durante décadas, pero nos recortó competitividad y evitó que progresáramos como Dios manda”.

-¿El conformismo ha sido, entonces, nuestro mayor enemigo?

“La capacidad de iniciativa ha sido suplantada por el ‘aplatanamiento’ tan típico de aquí. El mal que nos inocularon continúa circulando por nuestro sistema nervioso y por eso quienes se definen nacionalistas siguen mendigando a Madrid y Bruselas. Quieren ser dueños de la tierra que pisan, pero no asumen la responsabilidad de serlo”.

-Eso lo dice alguien que reconoce que no ha votado nunca…

“No he votado ni votaré jamás porque me niego a creer que la razón sea lo mismo que el parecer de la mayoría. En Canarias y en España nos hemos apartado de la senda del bien común, y seguiremos perdidos mientras los votos sigan valiendo más que las personas y mientras no volvamos a sentir, en serio, el peligro de retroceder. En este momento, todas las soluciones razonables están bloqueadas, porque toda nueva mayoría acabaría reforzando la mediocridad de la mayoría que nos gobierna”.

-¿Y, de verdad, no cree que se le puede dar la vuelta a ese panorama político casi apocalíptico que describe?

“No necesitamos más partidos, más promesas, más populismos corruptos y miserables, ni por supuesto, un dictador. Hace falta que surja una persona, una sola, que nos sirva de ejemplo e inspiración, con capacidad reconstructora y el alma limpia: alguien que no suba a la tribuna para subastarse como se subasta el pescado. A esa persona hay que encontrarla urgentemente”.

-Usted colaboró en la campaña que llevó a la presidencia a Barack Obama. ¿Ya ha podido digerir la victoria de Trump?

“¿Qué puedo saber yo de Trump, si él mismo no lo sabe? Alguien que no tiene una opinión formada de sí mismo y con un carácter eléctrico solo se define con una palabra: peligro”.

-Es un experto en medios de comunicación y en política. ¿Cómo ve el binomio prensa-poder en Canarias?

“Me pregunto dónde está la foto de la sociedad canaria en los periódicos. Leo mentiras, detecto silencios… Lo que veo es que DIARIO DE AVISOS, que es el periódico que he leído toda mi vida, ocupa un espacio crítico que no ocupa ahora mismo ningún otro medio escrito. Le voy a decir una cosa que espero que entienda: el pánico mayor de un bandido es que aparezca un halo de dignidad. Se lo digo, si quiere, de otra forma: no olvide que si usted no pide nada en Canarias, usted es sospechoso”.

-Hablemos de turismo, una materia en la que usted es un experto. Canarias cerrará este año con 15 millones de visitantes, una cifra récord. En cambio, su discurso es muy crítico con este sector que mueve tanta economía en las Islas. ¿Por qué?

“Que alguien me explique cuál es el efecto multiplicador de la economía turística. No lo hay porque se va a las cuentas europeas de los dueños de las empresas. Que no nos enrollen más con el discurso turístico. Aquí no se crean puesto de trabajo, sino de criados”.

-Pero no me negará que es la principal industria de Canarias y el sector que genera mayor mano de obra…

“Si lo que se intensifica solamente es el negocio del transporte y la hostelería, y no el consumo general, no puede haber más progreso con más turistas, si acaso pequeños avances. Ahí debe haber una involucración plena de todo el comercio, la industria y el resto de sectores. No tendremos más progreso mientras sigamos regalando suelo, sol y playas, y no diversifiquemos, de verdad, la oferta”.

-¿Y qué pasos, a su juicio, habría que dar para cambiar esta situación?

“Lo primero es quitarnos de la cabeza que con más turistas hay más progreso y lo segundo es revisar el papel de la intermediación (los turoperadores), sobre todo, porque son los responsables del transporte. Eso es un verdadero peligro. Tampoco los operadores permiten el contacto entre la población flotante y la residente, porque su negocio es otro. Por eso no hay una implicación de todos los sectores productivos del Archipiélago”.

-¿Y en ese panorama que dibuja no cree que Internet ha revolucionado los hábitos del turismo?

“Es que con Internet los intermediarios son sencillamente innecesarios, además de perniciosos. Mientras la demanda turística esté bajo el control de los viejos intermediarios, hay poco que hacer. Yo propongo un remedio: que la idea de consumir sustituya a la de viajar y dormir, y que la comunicación reemplace a la intermediación”.

-¿Qué análisis hace de la polémica sobre el alquiler vacacional y su prohibición, mediante decreto, en las zonas turísticas de las Islas?

“Defiendo esa práctica porque el 100% de la economía que genera se queda aquí, en las familias. En cambio, se le persigue porque hay que
proteger al coloso”.

-¿Qué le pide al futuro para Canarias?

“Menos turismo, más creatividad y mejor comunicación. En este archipiélago nunca entendimos que solo existe lo que se comunica. Venimos del miedo histórico a la palabra. Y nos hemos dedicado a no comunicar durante siglos”.

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