Adiós a enero

A caso no se han dado cuenta ustedes a la velocidad que se va enero? Hoy es día 11, o sea, casi medio mes, y acabamos de celebrar el fin de año, yo entre fuegos artificiales y ustedes no sé dónde

Acaso no se han dado cuenta ustedes a la velocidad que se va enero? Hoy es día 11, o sea, casi medio mes, y acabamos de celebrar el fin de año, yo entre fuegos artificiales y ustedes no sé dónde. Es impresionante cómo, al menos a mi edad, se van los días; y cómo los hilos de plata, como decía el eximio poeta Gutiérrez Albelo, se apoderan del pelo que me queda. Dios mío, si ayer mismo estaba comiéndome, desde luego indebidamente, el turrón de la Navidad. Pero si ayer mismo estaba yo visitando el museo de Cristiano Ronaldo y comprándome una réplica del Balón de Oro y de la Bota de Oro del mejor jugador del mundo; ya saben ustedes, desocupados lectores, que la FIFA lo eligió como tal anteayer, lunes, en una gala esplendorosa. Dice mi colega, y sin embargo amigo, Ricardo Peytaví, que los lunes son días negros, que no hay que trabajar, ni siquiera salir de casa; y es verdad. Pero yo el lunes disfruté viendo por la televisión la entrega de un nuevo trofeo a Cristiano y con una cena agradable en la casa de unos amigos austriacos, que viven temporadas en el Puerto de la Cruz. Y, además, me puse morado con un licor, caro, italiano, que se destila también en Austria, y que para su fabricación se necesitan cien kilos de fruta por botella. ¿Qué les parece? Me ha salido un popurrí, pero escribo el martes de madrugada, así que ya se ha marchado el maleficio del primer día de la semana y enero sigue avanzando como un cohete. Hoy tenemos Copa del Rey, me parece, así que la semana puede que se haga más corta todavía. Pues vamos a despedirnos de enero y preparémonos (yo, huyendo de la ciudad) para el Carnaval, que está ahí mismo. Y así sucesivamente porque luego llega la Semana Santa. Qué país.

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