Aprendo por lo tanto me emociono

Seguramente si te dijese que me describieses tu infancia, tu cerebro buscaría momentos y situaciones que quedaron grabadas como en un disco duro. Estos instantes registrados cual libros de una gran biblioteca, con una lógica que definiría cada episodio de esa obra que comenzaste a escribir desde tu nacimiento.

Seguramente si te dijese que me describieses tu infancia, tu cerebro buscaría momentos y situaciones que quedaron grabadas como en un disco duro. Estos instantes registrados cual libros de una gran biblioteca, con una lógica que definiría cada episodio de esa obra que comenzaste a escribir desde tu nacimiento.

Estarás de acuerdo conmigo que esos momentos que has desempolvado del baúl de re-cuerdos, de tu infancia, tienen un elemento en común, vienen bañados por la emoción. Es decir tal y como nos comenta el gran Francisco Mora: el cerebro solo aprende si hay emoción.

Es tan importante el papel de nuestras emociones en la vida, que sin ellas no seríamos capaces ni de recuperar esos momento, si estos no vienen aparejados con los que deno-minamos, momentos significativos que vienen cargados de emoción. En efecto cuando aprendemos entramos en un proceso complejo en el que tanto las emociones como nues-tras vivencias personales modulan la construcción final que realizamos del recuerdo, lo que incluso nos afecta en la interpretación futura que hacemos de situaciones o vivencias similares.

Por esa razón debemos acostumbrarnos a gestionar nuestras emociones, ya que todo aprendizaje surge de un cerebro emocionado. Ello nos hace que centremos esfuerzos en la educación emocional de los niños y niñas, ya que su proceso de aprendizaje comienza desde el nacimiento y comienzan a generarse en nuestros hijos e hijas los primeros aprendizajes emocionales que surgen de la relación entre padres, madres e hijos. Así mismo el fomento de lo que se denominan apegos seguros ayudan a las personas a generar nuevos vínculos y implementando la autoconfianza para potenciar así las relaciones de amistad y compromiso con las personas que son referentes en nuestra vida.

Los más pequeños comienzan a aprender potenciando estrategias de gestión personal que se basan en la observación, la atención, la imitación, etcétera. Todo esto comienza a generar aquellas estrategias que les sirven para fomentar la empatía, y todos aquellos procesos emocionales básicos que les ayuden a construir su compresión de su entorno. Efectivamente es importante entender que aprendemos todo aquello que nos generan emociones positivas, es decir, aprendemos aquello que nos hace felices, aquello que amamos y nos hace sentir esperanzados.

Sin duda, aquí el papel de los padres y las madres es fundamental, ello implica que ambos educadores gestionen eficazmente sus emociones. En todo este proceso educativo debemos entender que la empatía es esencial en toda la relación educativa con hijos e hijas.

Por lo tanto es importante que volquemos nuestros esfuerzos en aprender a emocionarnos y a emocionar. Ya que nos ayudará a crear un mundo con personas más autónomas, libres y con un potencial de crecimiento personal, lo que mejorará nuestro bienestar.
JOSE J. RIVERO*

*Psicólogo y miembro de la Sociedad Española de Psicología Positiva
@jriveroperez

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