Asimetría global

En la tercera semana de enero hemos asistido, en dos actos, a la puesta en escena de la globalización, en el Foro de Davos en Suiza y en Washington con Trump

En la tercera semana de enero hemos asistido, en dos actos, a la puesta en escena de la globalización, en el Foro de Davos en Suiza y en Washington con Trump. El mundo surgido de la Segunda Guerra Mundial se ha desencajado. En Davos, Xi Jinping aboga por liberalizar “bienes y capitales” en el comercio global y Scaramucci, el enviado de Trump, le rebate los tratados de libre comercio cuestionando su asimetría. Hoy las dos primeras democracias liberales de la posguerra europea, EE.UU. y Reino Unido, parecen plegarse al populismo, cuando la realidad es más compleja. En el actual juego de la globalización hay cuatro supranaciones (EE.UU., UE, China y Rusia) que en conjunto suman los dos tercios del PIB mundial (75 billones de dólares), gastan los dos tercios en Defensa del mundo y son el tercio de la población. Primera asimetría, el gasto en defensa en relación al PIB, donde EE.UU. y Rusia gastan el doble de su cuota PIB y la UE y China la mitad. Asimetría inmantenible producto de la guerra fría. EE.UU. es el 24,4% del PIB mundial, gasta en defensa el 41% y tiene 325 mhb. La U-28 es el 27,6% del PIB, gasta el 13,2% en defensa y tiene 510 mhb. China es el 15,2%del PIB, gasta en defensa el 8,2% y tiene 1350 mhb., y Rusia, con el 1,67% del PIB, gasta el 4,1% en defensa y tiene 146 mhb. Territorio, recursos naturales y conocimiento completan la ecuación. Pero en el mundo global ya hay otros agentes de escala planetaria. En los mercados libres cotizados globales, las grandes empresas son agentes supranacionales. Las ocho primeras cotizadas son americanas, Apple (0,63 B de dólares), Google (0,53 BS), Microsoft (0,49 BS), Amazon (0,38BS), Exxon (0,35 BS), Johnson&Johnson (0,31 BS), Facebook (0,30 BS) y JP Morgan (0,30 BS). Cinco empresas de nueva economía, una petrolera, un banco y una comercial. En conjunto, su valor en bolsa es de 3,3 billones de dólares, análogo al PIB de Alemania. Tienen capacidad de influir en las decisiones de los Estados y minimizar sus fiscalidades, localizándose en paraísos fiscales o pactando directamente con las naciones, manteniendo por ello los beneficios fuera de sus Estados. Al caso Irlanda me remito.

Señalaba el enviado de Trump en Davos que cuanto más peso tiene el sector público en el PIB, más se retarda su crecimiento. Europa pretende dar lecciones globales, cuando es un enano político, defensivo y diplomático. Para ajustarse a la globalización, tendría que duplicar su gasto en defensa y reducir de la mitad al tercio su PIB público. Sus pretendidas cuatro libertades, “personas, servicios, bienes y capitales”, siguen sin integrarse en la UE. Los chinos en la globalización se conforman con liberar al externo “bienes y capitales”, lo mismo que estarían reclamando ingleses y americanos para compensar sus asimetrías. En la crisis de Yugoslavia tuvo que venir Clinton a salvarnos, con Europa mirando al revés, mientras se reproducían los “campos de exterminio” del siglo pasado. EE.UU. puso el gasto, los muertos, los acuerdos de Dayton y encima le afeamos la conducta.

Otro problema democrático que limita a Europa es la representación política. Las estructuras públicas en Europa cada vez son más caras y más alejadas del ciudadano. Auténticas nomenklaturas, cuya primera finalidad es perpetuarse en el poder y al servicio preferente de los suyos. El fenómeno Trump es el fruto del hartazgo de las asimetrías de la globalización, de las nomenklaturas de cada sitio y de las limitaciones e impuestos al nuevo emprendedor. Con ello sigo sin explicarme cómo en España y en Europa pretendemos dar lecciones de democracia, de globalización y de emprendeduría.

TE PUEDE INTERESAR