“Existe una crisis de cabezas de cartel, los programadores buscan nuevos talentos”

Octavio Arbeláez es un abogado colombiano con estudios de postgrado en Filosofía y Marketing Cultural. Ha sido Decano de la Facultad de Artes de la Universidad de Caldas, Director del Festival Internacional de Teatro de Manizales (uno de los más longevos y más importantes de Latinoamérica), Director de Artes del Ministerio de Cultura de Colombia, gestor cultual y pionero en el desarrollo de mercados de arte y las ruedas de negociación cultural
Octavio Arbeláez, gestor cultural y codirector de Mapas. / FRAN PALLERO

Octavio Arbeláez es un abogado colombiano con estudios de postgrado en Filosofía y Marketing Cultural. Ha sido Decano de la Facultad de Artes de la Universidad de Caldas, Director del Festival Internacional de Teatro de Manizales (uno de los más longevos y más importantes de Latinoamérica), Director de Artes del Ministerio de Cultura de Colombia, gestor cultual y pionero en el desarrollo de mercados de arte y las ruedas de negociación cultural. El experto estuvo ayer y estará hoy impartiendo una curso para los artistas canarios que pretenden la internacionalización de sus productos, que pondrán a la venta del 12 al 16 de julio en el marco del Mercado de las Artes Performativas del Atlántico (Mapas), al que también acudirán artistas de Latinoamérica, África y Europa, y se apuntarán más de 200 productores de todos los continentes.

-¿Qué es el Mercado de Artes Performativas del Atlántico (Mapas)?
“Esta es una plataforma que se genera con la vista puesta en el arte que se hace en Canarias y en Tenerife, en particular. Además, la isla se convertirá en el escenario que une y que tiende puentes entre el arte de Latinoamérica, África y Europa. En esta perspectiva, se pretende dar pie al intercambio, y crear un espacio y un lugar en el que puedan coincidir en creadores y programadores de todo el mundo y generar movimientos culturales”.

-¿Qué se ha hecho previamente y que se hará ahora?
“Ahora estamos haciendo una serie de charlas y talleres para llenar de herramientas al sector cultural de Canarias. Gracias a ellas los artistas sabrán cómo participar y sacar el máximo rendimiento a su participación en el mercado de compra y venta, que tendrá lugar del 12 al 16 de julio. Ahora empezaremos con una serie de conferencias, a las que se han apuntado unas 85 personas del mundo del teatro, la música, la danza, el circo y las artes de la calle”.

-Para presentarse ante más de 200 programadores de todo el mundo…
“Hasta la fecha tenemos inscritos a unos 200 programadores de todo el mundo. Algunos de ellos son muy fuertes. Tenemos, por ejemplo, dos australianos, una neoyorquina que programa festivales de verano en el Central Park, y programadores latinos muy potentes de festivales muy grandes de música. Ellos vienen a buscar talentos nuevos. Ahora hay una crisis de cabezas de cartel. Están a la búsqueda de talento nuevo, porque ya todo está muy visto”.

-¿Mapas plantea un formato innovador y pionero en España?
“Mapas es un proyecto innovador. No obstante, en el resto de la geografía nacional se han hecho festivales para exponer el trabajo de los artistas a productores o programadores interesados, pero esta es la primera vez que se hace un mercado específico de artes performativas”.

-Tiene muchas experiencias en la creación de mercados de arte, ¿cuál destacaría? ¿Cuál serviría de ejemplo para comprender lo que ocurrirá en Tenerife del 12 al 16 de julio?
“Sin ninguna duda, el mercado brasileño, que fue el primero que hice y destacó mucho en su momento. Se consiguieron cosas muy rápido porque la escena brasileña vivía un poco del pasado: la música popular del país, que era música de los 60, no había sido reemplazada por la nueva generación. Con el mercado conseguimos ese relevo generacional”.

-¿Y en Colombia?
“En Colombia hicimos el mercado Circulart, que es el más grande de toda Latinoamérica para vender música. Lo hacemos cada año en Medellín y se presentan alrededor de unos 800 grupos que buscan internacionalizarse. Gracias a este espacio hemos conseguido que las nuevas bandas latinas lleguen a otros países. Por ejemplo, Bomba Estéreo o Puerto Candelaria”.

-No solo lleva mercados sino también grandes festivales…
“Yo empecé con el festival de Costa Rica; el de Manizale vino después, y es como mi hijo mayor y el más longevo de América Latina. También en festivales de música: como Medellín Vive La Música, que es un encuentro de cumbias. Este ritmo es ahora un elemento de baile que une a todo el mundo. Un ritmo natural de Colombia que ha sufrido cambios en el tiempo y adaptaciones en cada país. Presentamos un diálogo entre tradición y contemporaneidad”.

-¿Cómo se ha logrado mantener el Festival Internacional de Teatro Manizale durante 50 años?
“Es algo que yo mismo me pregunto. Yo lo dirijo desde hace 33 años y cada edición es una aventura nueva. Una apuesta real por el teatro latino, que siempre se ve acosado por el fantasma de la falta de presupuesto”.

-Son 33 años al frente de un festival de teatro. ¿Cómo ha influido la realidad política de cada país en él?
“El festival se crea al calor de la izquierda pero durante un momento en el que casi todos los países vivían bajo la dictadura, salvo Colombia. Por eso, creo que este festival es como un testigo de su tiempo. Ese fenómeno de los gobiernos dictatoriales y el movimiento que vino después, hacia regímenes democráticos, también cambió la manera de aproximarse a las realidades estéticas y escénicas. En Manizale se ha vivido y se ha testimoniado cada regimen político. Hemos visto, en los orígenes, como esa gente trabajaba para criticar de alguna manera a las dictaduras y, ahora, se debate sobre las tablas a los movimientos de izquierda que dicen ser democráticos”.

-El teatro ha ejercido entonces su papel crítico en América Latina gracias a sus festivales…
“En la época de las dictaduras en la mayoría de países latinos, las generaciones creían que la revolución estaba a la vuelta de la esquina y luchaban para que esto ocurriera, se daba entonces prioridad al discurso frente a lo estético sobre la escena y en el arte en general. Era, por tanto, un teatro de puño en alto y muy militante, aunque había otros trabajos artísticos más sutiles y que eludían la censura, como el origen de la compañía española La cuadra de Sevilla, que en sus obras mostraba un pueblo andaluz juzgado y reprimido. En esa época se pretendían discursos más directos en los que el pueblo iba hacia un proceso revolucionario. Hoy, forma y contenido son uno. Los contenidos han variado mucho y en eso es en lo que más se trabaja”.

-¿Qué país de Latinoamérica está haciendo más y mejor teatro?
“Siempre el teatro argentino ha tenido un gran desarrollo, siempre ha tenido mucha vitalidad y vive ahora una gran renovación. Lo mismo ocurre con el teatro chileno, pero la gran revolución está en el teatro uruguayo, con unas figuras muy importantes sobre las tablas. Asimismo, el teatro colombiano tiene mucho que decir”.

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