La cafetería El Bohío, parada obligada en la TF-5

Abierta las 24 horas, con una variedad de bocadillos y postres que ya son un reclamo de la clientela, la cafetería El Bohío en La Matanza de Acentejo es un referente en el Norte
El equipo humano de El Bohío lo integran 38 trabajadores. Fran Pallero

El origen de su nombre proviene de América y alude a una casa rústica construida con madera, cañas o paja. Pero nada más lejos de la realidad, sobre todo después de la reforma que se acometió hace cinco años y que permitió ampliar la zona de la terraza y renovar por completo el inmueble.

El 6 de noviembre de 2002, día en el que se inauguró, los cuatro socios de la cafetería El Bohío, José Fernando García Luis Ravelo, José Ernesto González Luis, Enrique Javier López González y Daniel Rodríguez Luis, no imaginaron que 14 años después pasarían por allí cerca de 60.000 personas mensuales.

Ese mismo miércoles a las cinco de la mañana ya había gente. No les dio tiempo ni siquiera a anunciar su apertura ni a hacer publicidad, fue abrir las puertas y comenzar a trabajar, aunque no con el volumen de clientela actual.

Empezar de cero siempre es complicado, y aunque los cuatro venían del sector de la restauración no tenían experiencia como jefes. No obstante, pronto cogieron carrerilla hasta el punto de que El Bohío, situado en La Matanza de Acentejo, se ha convertido en una parada casi obligada en la TF-5.

Años atrás el bar era conocido porque tenía una oferta de 25 tapas, pero ahora es famoso por sus croissants y bocadillos de pollo, uno de los platos más demandados en su variada carta de bocadillos. La apuesta fuerte son los postres, que le ha llevado a tener muchos clientes fijos. Fundamentalmente los que se elaboran allí mismo, tiramisú, el de toda la vida de galletas y café, y el de piña. A ello se le suma el plato del día, que por unos seis euros permite degustar una comida sustanciosa y casera, algo que agradecen las personas que comen fuera de su casa.

El volumen de trabajo es intenso y así lo constatan los 38 empleados, un número que incluye al personal de limpieza y a los administrativos. Los dos socios que están a cargo de la cafetería, José Fernando y José Ernesto son parte del equipo y no escatiman en hacer las mismas tareas que el resto, desde recoger platos hasta hacer café o cobrar la cuenta. Lo que requiera el momento.

En verano el mayor volumen de trabajo es a partir de las cinco de la tarde y los fines de semana por la mañana, mientras que en invierno ocurre al revés. La madrugada ha aflojado un poco pero nunca se ha dejado de trabajar. La clientela es variada: turistas, vecinos que reclaman sus dulces, trabajadores que quieren aprovechar el plato del día, equipos de fútbol y excursiones organizadas, que los llaman previamente “porque saben que somos rápidos”, bromea José Fernando.

Sin un diseño excéntrico ni detalles que hagan las delicias de cualquier intelectual que se siente a buscar inspiración, El Bohío ofrece sin embargo mucho más. Buena cocina, trato amable, está abierta la 24 horas, y se encuentra dentro de un complejo que invita a hacer uso de otros servicios como gasolinera, multitienda, taller, administración de lotería y un centro de reconocimiento médico para conductores. “Eso significa que uno entra aquí y sale completo”, dice uno de los dueños y encargados.

TE PUEDE INTERESAR