Operación a un guacamayo en directo en el Loro Parque

Un veterinario de Loro Parque le extirpa a un guacamayo jacinto una masa de tejido desconocido con videoendoscopia rígida

 

Todo estaba listo cuando llegamos. Las dos auxiliares, Andrea Cádiz y Cristine Dreisörner y el veterinario, Nuhacet Fernández, habían preparado el material y el quirófano una hora y media antes para prever todas las opciones que pudieran surgir. Aunque al final se utilizó un tercio del mismo, era indispensable tener la medicación de emergencia que permitiera afrontar, por ejemplo, una parada respiratoria. Porque en una operación como la última que realizó un veterinario de Loro Parque, el pasado miércoles, se sabe cómo empieza pero no su desenlace y hay que improvisar a medida que se avanza.

Por suerte no fue necesario y todo salió según estaba previsto. O mejor, dado que los resultados fueron muy buenos. Se trataba de un guacamayo jacinto (Anodorhynchus hyacinthinus) de unos cuatro años y unos 1,2 kilos de peso y muy buena salud al que había que extirparle una masa de tejido desconocido que le obstruía el paso entre la nariz y la coana y le provocaba una acumulación de los desechos. Ello puede producir infecciones y otras patologías y el animal no estaba cómodo, explicó Nuhacet Fernández.

Era la segunda vez que lo intentaban. La primera fue hace dos semanas pero fue imposible extirparle todo el tejido porque la zona que se manipula es muy sensible y apenas se roza empieza a segregar moco y restos de sangre que impiden ver con claridad lo que se quitaba. Por lo tanto, para evitar errores innecesarios prefirieron detener la operación y continuar en otro momento. La decisión fue muy acertada ya que en esta segunda oportunidad sí lograron sacarle gran parte del tejido desconocido que tenía utilizando videoendoscopia rígida.

LA ANESTESIA

A las 10.50 Cristine llegó con el animal, de gran belleza, al quirófano de Loro Parque para inducirle la anestesia. Le pusieron gas directamente y hubo que mantenerlo cogido hasta que le hiciera efecto. Para estar seguros de la cirugía el veterinario optó por realizar cuatro procedimientos. En primer lugar, le puso un catéter para acceder a vías intravenosas si surgía alguna emergencias; un dopler para vigilar la frecuencia cardíaca, dado que para estos animales no hay paneles multiparamétricos; y un tubo por el saco aéreo para seguir la anestesia y que el aire no le entrara a través de la tráquea.

Así, consiguió tener la boca accesible para poder trabajar ya que el problema lo tenía debajo del pico. El último paso fue introducir una pinza que simulaba dos cucharas enfrentadas, que el veterinario manejó con una precisión milimétrica, que le permitió coger el tejido que veía a través de una pantalla ubicada frente suyo y extirparlo. Ni siquiera fue necesario cortar músculo.

La única complicación a la que tuvieron que hacer frente los tres profesionales es que al animal le costaba mantenerse dormido y se despertó varias veces durante la operación. Ello puede deberse a la existencia de otros granulomas en el aparato respiratorio.

Y aunque lo ideal hubiese sido inducirlo de forma permanente, no fue posible. Para proceder a la sedación, el gas pasa habitualmente por el saco aéreo superior. En este caso, el granuloma se formó precisamente en esta zona y obligó a sedar al animal y asistirlo en su respiración vía de los sacos aéreos abdominales. No obstante, es un problema frecuente en estos animales y por lo tanto, no es la primera vez que se realiza este procedimiento.

La operación duró una hora y diez minutos y aunque no se logró eliminar el tejido por completo, se consiguió una nueva conexión y que “empezara a drenar un poco de moco”, apuntó Hernández.

OTRAS OPCIONES

La otra opción que se había estudiado era crear un canal artificial a través de la nariz pero es una técnica más agresiva y puede producir una lesión interna, además de tener un posoperatorio complicado así que decidieron evitarla y realizar la operación en varias veces. Esta misma semana volverán a intentarlo para quitar el resto empleando una pinza diferente que además de coger y retirar tejido, permita cortarlo.

El quirófano tiene grandes cristaleras que permiten ver desde fuera todo el procedimiento quirúrgico a los animales y fue inevitable que los visitantes al recinto se detuvieran atentos y asombrados a observar lo que ocurría en la camilla. Allí, el guacamayo yacía sedado y sostenido por una de las auxiliares mientras la otra le acercaba las gasas y el instrumental al veterinario y limpiaba a la mascota cada vez que lo requería.

Este espacio se utiliza para operaciones de aves y pequeños animales ya que cuando hay que realizar una cirugía a los de mayor tamaño o con condiciones especiales de seguridad, el personal se desplaza con el material a un espacio previamente habilitado dentro de las respectivas instalaciones de cada especie.
La recuperación del ave fue inmediata. Andrea lo tapó con una manta y lo cogió entre sus brazos para darle calor. “Mi niño, ya está”, le decía. Cuando despertó por completo, lo regresó a su jaula.

La naturaleza del tejido es todavía desconocida y tampoco se puede saber si es una inflamación o una infección. Las causas se determinarán cuando se analice patológicamente una pequeña muestra de lo extirpado y se tengan los resultados. De momento todo el equipo puede presumir de que el paso de la mascota por el quirófano ha sido todo un éxito.

ESPECIE EN EXTINCIÓN

El guacamayo jacinto proviene de la familia de los loros. Habita en las selvas de buena parte de Brasil, Bolivia y el norte de Paraguay. Su pico es el más fuerte de todas las aves, fundamental para alimentarse con nueces y semillas, y tiene un cuerpo recubierto de plumas de un azul cobalto intenso. En los años 80 sufrió su mayor declive dado que se estima que unas 10.000 unidades fueron capturadas de su hábitat para el comercio ilícito de mascotas y eso contribuyó a reducir la especie, que actualmente se considera en peligro de extinción con grado vulnerable según la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUSN). En Loro Parque hay 6 ejemplares; otros 19 se encuentran en el Centro de Cría de Loro Parque Fundación ubicado en el barrio de La Vera; mientras que en la Baby Station de Animal Embassy hay dos crías. Loro Parque Fundación participó el año pasado en un proyecto para conocer el estado y la conservación de esta especie en el Pantanal, en Brasil, al que destinó una inversión de 5.225 dólares estadounidenses.

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