Petróleo mexicano: ¿Estiércol diabólico?

Nunca es fácil, para un Gobierno, el sincerar una economía encorsetada por décadas en modelos de innecesarias subvenciones, que causaron déficits disimulados con emisión espuria de moneda o endeudamiento, y el mal aprovechamiento de riquezas que hubieren dado bienestar real, como ocurrió en México con su petróleo.

Nunca es fácil, para un Gobierno, el sincerar una economía encorsetada por décadas en modelos de innecesarias subvenciones, que causaron déficits disimulados con emisión espuria de moneda o endeudamiento, y el mal aprovechamiento de riquezas que hubieren dado bienestar real, como ocurrió en México con su petróleo.

Por ello es que actualmente el país azteca afronta una crisis social donde son pan de cada día los saqueos, con saldos de muertos, heridos y detenidos, luego de que el presidente Enrique Peña Nieto decidiera sincerar el precio de los combustibles, previo a liberalizar el sector petrolífero azteca con amplio respaldo parlamentario, buscando atraer inversiones privadas para intentar resucitar una casi paralizada petrolífera nacional PEMEX, por aplicar idénticas políticas que llevaron al fracaso a su similar PDVSA de Venezuela bajo control chavista; sumado a que el desarrollo de este sector puede ayudar a paliar lo que el primer mandatario azteca prevé: Que su colega estadounidense, Donald Trump, convierta a México en una Franja de Gaza de habla hispana con su muro.

El consumidor azteca lo padecerá, pues este ajuste generará inflación en los productos de la cesta básica, lo cual justifica parte de las revueltas pues otras son promovidas por delincuentes. Pero que un litro de gasolina costara casi como uno de agua mineral como ocurre también en Venezuela, mientras ambos deben importar hidrocarburos por la cuasi parálisis de sus instalaciones petrolíferas -pese a ser países que “duermen” sobre petróleo- no es de recibo mientras educación, salud, seguridad e infraestructuras carecen de recursos, de modo que el preciado “oro negro“ acaba siendo así “estiércol del diablo“, por ser mal explotado o impedir, desde lo ideológico, la participación privada invocando que es “patrimonio de la Patria“. Patrimonio que sus habitantes no disfrutaron ni cuando costaba 120 dólares el barril.
gerardoctkc@gmail.com

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