Piezas en fuga – Por Carlos Blanco

En países como Alemania o Suiza las Conferencias de Presidentes son aburridas. En España, descorazonadoras

En países como Alemania o Suiza las Conferencias de Presidentes son aburridas. En España, descorazonadoras. Las broncas y hasta gamberradas de algún notable asistente con su móvil, jaleada por un determinado medio de comunicación, no fueron sucesos raros ni extraordinarios. Del afán por arruinar estas reuniones hablan sus pobres resultados. En la Conferencia de 2009, presidida por Zapatero, el Gobierno socialista aceptó ocho de las diez propuestas que, en materia de empleo, aportaba el PP. Pues bien, a pesar del esfuerzo por buscar consenso, aquel documento no se aprobó. A los populares les pareció poco ocho de diez.

Esta vez no cabe esperar mayores contratiempos en cuanto a las formas, pero sí a la razón de ser de estos cónclaves. Y eso es mucho más grave. La mayoría de los presidentes llevan semanas trabajando en sus iniciativas y propuestas. Fernando Clavijo, como todos, pendiente de los fondos que puedan llegar a Canarias con un nuevo modelo de financiación autonómica. Y junto a ello es de suponer que, también, mejoras para los vapuleados ciudadanos en servicios esenciales como la Sanidad. O la Dependencia, tan imprescindible en el archipiélago donde nunca obtuvo buenas notas. Tampoco en Educación, como se ha evidenciado recientemente en los informes PISA. Canarias debería abrazar apasionadamente el pacto educativo nacional que comienza a fraguarse. Con Gabilondo como ministro estuvo a punto de aprobarse, pero la política de vuelo gallináceo de la oposición conservadora lo impidió. Ojalá que esta vez haya más suerte.

Clavijo no asiste a la conferencia de vacío, acude, como otros presidentes autonómicos, con una voz única del Archipiélago. Agentes sociales y fuerzas políticas, excepto Podemos, estarán detrás de su breve alocución en el Senado. Y esto le refuerza. Todo, en orden con el principio de “lealtad federal” que es la propia sustancia de los estados compuestos, como es el español, que sostiene toda su virtud en la preeminencia de los intereses del conjunto. Pero ¿qué sucede cuando al conjunto le faltan piezas? ¿Qué valor tienen acuerdos que no han sido votados por todos? ¿Cómo responder a la falta de lealtad y abuso en el ejercicio de las competencias? Hay cosas que los reglamentos no pueden solucionar. Pero sí la política. La política de altura que tanto se echa de menos.

Esta vez, ni el presidente catalán ni el lehendakari viajan a Madrid, y sorprende un poco la bisoñez del presidente Clavijo al confesar en voz alta, que esta doble incomparecencia puede ser una buena oportunidad para que Canarias ocupe las primeras páginas de la prensa de Madrid. ¿Tiene previsto algún fuego de artificio? Si es así, no debe ser muy efectivo cuando confía su prima mediática al hueco dejado por otros.

Ahora en serio. No estarán Piugdemont ni Urkullu, pese a las reiteradas invitaciones y lo importante de los temas transversales a debatir. Es doloroso, pero nadie podrá alegar que no son consecuentes con lo que hacen y dicen. También es muy grave. Al exigir ambos una negociación y trato bilateral con el Estado, revientan la esencia misma de estas cumbres multilaterales.

No es el resto de España lo que se reúne este martes en el Senado, sino lo que va quedando de ella.

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