10 años sin respuesta del Cabildo ni Ayuntamiento para auxiliar a su hermana

La hermana de la mujer para la que se solicita la incapacitación legal ante Fiscalía revela que lleva una década buscando ayuda de Cabildo y Ayuntamiento de Los Llanos de Aridane sin soluciones efectivas. "Le han dado la espalda a mi hermana. La alcaldesa de Los Llanos me llegó a decir que mi hermana había elegido vivir así".
Ana es la hermana de Blancam, la mujer que pese a haberlo solicitado insistentemente, no ha sido incapacitada por la falta de respuesta de, asegura, el Ayuntamiento y el Cabildo. | DA

La hermana de Blanca – la mujer de 43 años que convive con ratas en un pajero de Argual y que padece una enfermedad mental – lleva nada menos que 10 años tocando sin éxito a las puertas del Ayuntamiento de Los Llanos de Aridane, a su departamento de Asuntos Sociales y al Cabildo palmero, para suplicar ayuda en la obtención de la incapacitación legal para su hermana, el único mecanismo de protección que ayer, gracias a AFEM La Palma, se pidió a Fiscalía.

Ana es la hermana que relata, “sin ninguna verguenza social” porque “no voy a pedir perdón por haber nacido en una familia desestructurada y con problemas, y mucho menos porque mi hermana tenga una enfermedad mental”, que “llevo diez años en una lucha que ahora estoy dispuesta a ganar”. “Las administraciones, tanto el Cabildo y sus presidentes, como el ayuntamiento de Los Llanos y sus trabajadoras sociales, pero especialmente dos técnicas del Cabildo, me han hecho sentir que Blanca podía vivir como quisiera. Eso he tenido que oir de boca de toda una alcaldesa, la de Los Llanos, que me dijo que mi hermana, mi hermana enferma, había elegido vivir así y que el Ayuntamiento no podía hacer nada”.

Hace una década Ana, desde niña la mejor amiga de su hermana ahora enferma tras empezar a tontear con las drogas 20 años atrás,  tomó la iniciativa de luchar, tras conocer que su hermana estaba embarazada. “Fue un momento muy duro. Cuando supe que Blanca estaba embarazada supe inmediatamente que tenía que cuidar y proteger al bebé que iba a nacer”.

Asegura que tanto el Cabildo como el Ayuntamiento, pero especialmente las técnicas de la institución insular que debían haberla ayudado en ese proceso, pusieron tantas piedras en el camino que la niña que nació en el Hospital palmero en el mes de diciembre del año 2006 terminó en un piso tutelado y estuvo a punto de terminar en manos de una familia de adopción en Grna Canaria. “La niña vive conmigo, es mi sobrina, es mi hija, es la hija de mi hermana enferma, que no se deja ayudar y que necesita que se la incapacite legalmente”.

Explica que “hace diez años, cuando empece a luchar por la tutela de la niña, que tiene una vida totalmente normalizada pero que sabe que su madre no está bien y que necesita ayuda, no podía al mismo tiempo asumir la tutela de su madre en un proceso de incapacidad legal. Ningún político con los que hablé, ninguna persona con la que me reuní ni antes ni ahora me dieron nunca una vía, una solución, todo eran obstáculos y he tenido que soportar, por ejemplo, que a la niña el día de su nacimiento, después de no dejársela ver siquiera a su madre, le pusieran el nombre las trabajadoras sociales del propio Hospital, el nombre de la que entonces era la gerente del centro. Se permitieron incluso ponerle el nombre a mi sobrina de alguien que llegó a tratarnos con desprecio y a no tener un mínimo gesto de empatía”.

Ana sabe que, ahora, en este instante, mientras relata su calvario personal a este periódico, mientras piensa en llegar a casa y encontrarse con su sobrina después de un largo día de trabajo, su hermana puede estar tirada en la calle, o bien metida en el pajero junto a las ratas, sin saber qué va a comer, cómo va a dormir y consciente de que no es capaz de cuidar de sí misma. Su hermana, ahora enferma y necesitada de una protección a la que las administraciones públicas han dado hasta ahora la espalda, fue una niña, una pequeña “desinquieta”. “Eramos -dice Ana- las mejores amigas”. La impotencia se ha instalado en Ana, la pequeña de diez hermanos, porque “yo hasta que no empece a estar metida en esta situación creía realmente que en cuanto tocara a la puerta y una asistente social conociese el caso de mi hermana la iban a ayudar. Están allí para buscar soluciones, para buscar una plaza en un centro que sea adecuado. Pero no han hecho nada, ni ellas ni los políticos, con los que he hablado. Mi hermana Blanca vive con ratas y está enferma”.

Mientras tanto, la sobrina de Ana, la hija de Blanca, la niña de diez años a la que las trabajadoras sociales pusieron el nombre de la gerente del Hospital, “es una niña feliz; por encima de todo tengo que protegerla”.

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