La natalidad se desploma en Canarias

El número de nacimientos en las Islas ha descendido alrededor del 20% en los últimos 10 años, un fenómeno provocado por la crisis y el retraso en la edad media de la maternidad

El modelo de familia se ha ido modificando a medida que han pasado los años. Cada vez más, las parejas empiezan a tener hijos a una edad más avanzada y tienen menos descendencia. La crisis económica, sin duda, ha afectado en esta situación, ya que, por un lado, el acceso al empleo es complicado y, por otro, la situación económica ha impedido que muchas parejas puedan afrontar tener varios hijos. De hecho, en los últimos años el Archipiélago ha pasado de ser una de las comunidades autónomas del país con un mayor índice de natalidad a estar en el vagón de cola, por debajo de la media estatal.

Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en cuanto a la tasa de natalidad, Canarias registra 7,5 nacimientos por cada 1.000 habitantes, frente al baremo medio nacional de 9 alumbramientos. De hecho, las Islas ocupan el quinto puesto por la cola, solo por delante de Cantabria, Galicia, Castilla y León y Asturias.

En los último 20 años, aunque se empezó a apreciar un aumento de la natalidad en el Archipiélago, este crecimiento fue frenado de forma drástica por la crisis económica, que motivó que sobre el año 2008 la cifra volviese a la senda de la caída. Así lo muestran los datos del Instituto Canario de Estadística (Istac). Analizando estos números, se deduce que desde el año 2000 hasta 2015 se produce un descenso del 15% en los nacimientos. Si se tienen en cuenta solo los últimos 10 años, la caída se eleva hasta el 20%. Así, mientras en 2007 se registraron 20.249 nacimientos en las Islas, en 2015 (el último que el Istac maneja) se contabilizaron 16.146 alumbramientos.

Del global de niños nacidos en 2015, un total de 8.184 fueron varones, frente a 7.962 mujeres. Por islas, la mayoría de los bebés fueron alumbrados en Tenerife, en concreto 7.009, y Gran Canaria (6.068). Le siguen Lanzarote (1.388), Fuerteventura (967), La Palma (529), La Gomera (113) y El Hierro, con apenas 72 nacimientos.

Este descenso en la natalidad ha marcado, entre otras cuestiones, el cambio en el modelo de familia. Cada vez es más usual la pareja que tiene solo un hijo, o incluso ninguno, y también la edad media de los progenitores se va elevando, lo que supone diferencias más marcadas entre las distintas generaciones.

El profesor titular de Geografía Humana de la Universidad de La Laguna (ULL) José León García señala, en declaraciones a DIARIO DE AVISOS, que Canarias registra una caída de la natalidad considerable desde los años 70 hasta la actualidad. Además, llama la atención sobre los índices de fecundidad, puesto que las mujeres isleñas en edad fecunda (de los 15 a los 49) tienen como media 1,05 hijos, mientras que el valor medio estatal es de 1,33 descendientes. Añade que Canarias también lidera la tasa de rupturas matrimoniales de España, “algo que también influye en la natalidad”.

Motivos

Juan Francisco Martín, catedrático de Geografía Humana de la ULL, llama la atención sobre la evolución que se aprecia en el Archipiélago desde 1975, momento en el que las Islas eran un territorio natalista, hasta la actualidad, con los datos más bajos del país. Incide también en que esta caída se agudiza especialmente a partir del año 2008, a raíz, sobre todo, de la crisis económica.

El experto aclara que en los años 70 Canarias lideraba la natalidad, con una tasa de 21,2 nacimientos por cada 1.000 habitantes, debido a que en esa fecha había un mayor peso del mundo rural, frente a otras comunidades. “En ese momento era la región más pobre de España”, remarca. Esa tendencia con el paso de los años se fue mermado, aunque antes de la crisis se apreció un incremento en la natalidad, según sostiene el catedrático, respaldado, en gran medida, por la población inmigrante radicada en las Islas. Aun así, puntualiza que la tendencia española y de la Unión Europea está enfocada a una reducción de los nacimientos y a los cambios en la política de planificación familiar, marcada por que cada familia tiene un menor número de hijos.

Sobre las causas del descenso de la natalidad en la última década alude, sobre todo, a la crisis económica y los efectos que se derivan de esta. Martín indica que la actual situación de desempleo es uno de los principales motivos que desencadena la caída de la natalidad. “Muchas personas retrasan la maternidad a la espera de que llegue un mejor momento; eso produce también un retraso en el momento de tener el primer hijo, e incluso se decide no tenerlo”, afirma. Uno de los efectos es la evolución de la edad media a la que se tiene el primer hijo, situándose actualmente en algo más de los 31 años. El especialista en demografía explica que también se registra otro fenómeno que contribuye a la baja natalidad. Se trata de las personas jóvenes que emigran en busca de un trabajo y forman allí su familia.

Los dos profesores consultados coinciden a la hora de señalar la solución para frenar esta problemática: el fomento de políticas de maternidad. Abogan así por que las administraciones públicas implanten más ayudas sociales o infraestructuras que permitan frenar este ciclo que lleva al envejecimiento de la sociedad.

La principal consecuencia: el envejecimiento de la población isleña

Uno de los principales problemas de que se mantenga la senda del descenso de la natalidad es que se produzca un envejecimiento de la población. De hecho, según los expertos, en los últimos meses se empieza a apreciar que es mayor la cifra de fallecimientos que la de alumbramientos. El profesor titular de Geografía Humana de la Universidad de La Laguna (ULL) José León García advierte de las consecuencias que lleva aparejado el envejecimiento poblacional de una sociedad. Insiste en que, entre los principales problemas de contar con un alto porcentaje de personas mayores, hay más dificultad en la procreación y en el aumento de la natalidad, lo que dificulta romper con esta tendencia.

“Una vez que se estanca, es difícil salir de ese ciclo”, añade. Explica que esta situación deriva en consecuencias económicas, como que los ciudadanos requieren más ayudas sociales y sanitarias, lo que supone una mayor inversión estatal. Además, al haber más demanda de pensiones, el importe de estas disminuye. Asimismo, García añade que, desde un punto de vista más social, una población envejecida es menos proclive a la innovación, la creatividad, e incluso, a la democracia.

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