Carnaval, un vínculo de sangre

Hay familias que viven intensamente estas fiestas, como Saida Prieto, miembro de Los Cariocas, y su hija, candidata a Reina Infantil
SAIDA E HIJA CARNAVAL
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Saida, en un momento de la actuación de Los Cariocas, en el concurso de comparsas del pasado fin de semana. ANDRÉS GUTIÉRREZ

Hay quienes llevan el color y el ritmo del Carnaval en la sangre, un amor y entrega por estas fiestas que traspasan a sus hijos como si de una herencia se tratase. Por ello, no es extraño ver a varios integrantes de una familia actuando en el mismo grupo o subiéndose al escenario, como ha sido el caso este año de dos de las candidatas a Reina Adulta y Reina Infantil, que a su vez eran madre e hija. O como Saida Prieto, quien, tras la tragedia que sufrió hace cuatro años como candidata en la Gala de Elección de la Reina Adulta, vuelve a brillar en el Carnaval de 2017, con Los Cariocas, al alzarse con el primer premio de Interpretación por segundo año consecutivo, y junto a su hija, Carla Gema Cuesta Prieto, que fue candidata a Reina Infantil.

“Ella hacía tiempo que me lo pedía y yo le decía que mamá no podía porque estaba muy liada con la comparsa, pero más que nada por el miedo a que le fuera pasar algo similar a mí o algo, pero este año me dije que uno de los retos que me tenía que poner era estar detrás de ese escenario e intentar superar algo que no he superado. He estado en el escenario con mi comparsa y el día de la Gala de la Reina el año pasado, pero es muy diferente estar bailando delante que detrás con los trajes y revivir lo que viví hace cuatro años, así que este año fue un reto”, relata Saida. Un reto nada fácil, según reconoce ella misma, porque “vienen muchas imágenes a la cabeza, muchos recuerdos, todo lo que viví se me plasmó en un momento desde que entré al recinto, pero se te quita cuando ves a tu hija y la ves sÚper ilusionada y feliz y diciéndome “mamá, mira esto, mamá, mira lo otro”, y dices: fuera miedos y fuera todo, y lo haces por ella”. Con lo que al final se convirtió en un reto “precioso por mí, porque lo superé, y por mi hija, porque cumplió su sueño”, destaca.

Aunque al final la niña, de 7 años, no se alzó con ningún título “lo disfrutó a tope, Carla es una niña muy tranquila y humilde y no va en plan de ganar, no quedó nada, pero nosotros tampoco fuimos a que quedara Reina sino que lo pasara bien, y lo primero que me dijo al llegar a casa fue: “Mamá, de este día no me olvidaré nunca”. Carla es tan carnavalera como su madre, “como dice el padre: es que lo lleva dentro como su madre. Le gusta un Carnaval, una fiesta, una música, una purpurina y una piedra más que una piruleta, le encanta. Ella sale todos los años con Los Cariocas, siempre le hago el traje y sale delante con los demás niños en la Cabalgata”, destaca.

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La hija de Saida, Carla, durante la gala de la Reina Infantil. SERGIO MÉNDEZ

Saida cumple en esta edición 11 años actuando con Los Cariocas, desde que tenía 18 años. “Yo es que lo llevo en la sangre, todas mis tías por parte de mi padre siempre han estado en comparsas y de pequeña le decía a mi padre que, por favor, me dejara meterme y él no me dejaba y yo le lloraba y le prometía buenas notas y seguía diciendo que no, hasta que mi madre le convenció y me dejó meterme en Los Cariocas, y desde que lo pisé solo he estado ausente los años de mi accidente, que no estuve bailando pero sí con ellos en todo momento”.

El año pasado fue cuando Saida pudo incorporarse a su comparsa tras tres años de recuperación. “Para mí fue muy importante el apoyo de mi familia, de mis amigos y de mi otra familia de Los Cariocas -destaca-, ellos me dieron la fuerza y esas ganas de decir: puedo volver a bailar. Y lo hice y lo logré”. “Por supuesto que estoy muy orgullosa de mí, mucha gente me dice que soy un ejemplo a seguir, pero también me quedo con que pude yo sola, con la ayuda de mi familia, pero un día pude realmente mirarme y decir: por qué no puedo salir adelante y ser feliz, y es lo que estoy haciendo ahora, ser feliz”, añade.

Saida dice sentirse, por fin, en un buen momento, aunque “esto no lo olvidaré nunca y lo tendré en mi cabeza siempre, pero en la medida de lo posible intento ser feliz en mis días de bajona, porque los tengo, e intento respirar y me doy ánimos. Estoy intentando, sobre todo, ya que está en mi mente y mis cicatrices estarán conmigo siempre, dejar el pasado atrás”. Y recuperar, en la medida de lo posible, su vida de antes. “Para mí hacer esto es como la vida que yo llevaba antes, mi trabajo, mi hija, mi casa, mi comparsa, mi baile -explica contenta-. Ahora es diferente porque quizás me pongo el traje de la comparsa y me veo mis marcas y cicatrices, pero, bueno, eso es algo con lo que los médicos y demás me han enseñado a vivir. Yo me quiero como soy, y quien me quiera tiene que quererme como soy”.

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