Desbarajustes urbanísticos canarios

En la globalización debemos pensar globalmente y actual localmente. Desde la cercana Sudamérica nos llegan lecturas del tema que hacemos cercanas

En la globalización debemos pensar globalmente y actual localmente. Desde la cercana Sudamérica nos llegan lecturas del tema que hacemos cercanas. En la Venezuela tradicional, hoy hundida por el chavismo, llamaban permisología, con un cierto tono despectivo, a la carga administrativa necesaria para ejercer una actividad económica. En las recientes elecciones de Ecuador, esta misma ciencia se denomina tramitología, con análogo eco negativo y donde para abordar la economía global apostaban por la posibilidad de crear una empresa en un día, a cero costo y por internet. Y todo ello en países donde sus sistemas económicos no son precisamente liberales.

Hoy centrados en los “desajustes urbanísticos canarios”, analizamos las formas con que nos hemos alejado de la globalización, con ejemplos reales canarios. La legislación de la Moratoria Turística en Canarias no resolvió nada en su momento y en los juzgados ha ido dejando pleitos con valor a la fecha no inferiores a 300 millones de euros. El intervencionismo público se sostiene en la hipótesis de la maldad del empresario y su incapacidad para orientar la rentabilidad de su inversión. Por lo cual debe ser sustituido por la norma y la acción de lo público. El 1 de enero de 2010 se aprobó la Directiva Bolkestein de Liberalización de Servicios y la legislación nacional de apoyo. Siete años después, ni la mitad de las Administraciones canarias, incluidos los cabildos y el grueso de los municipios, la cumplen. En estos días Santa Cruz se ha acomodado a la Bolkestein. Desajuste derivado de la anterior legislatura, que la atacó frontalmente, de ahí su actual alineación. Y su desacuerdo con la nueva Ley del Suelo, de próxima aprobación, que en lo esencial acomoda su marco jurídico, obligado por la legislación europea y básica nacional. Sin ser un ejemplo de liberalidad, avanza la nueva ley con solidez por buen camino, al margen de la desajustada solución que da al tema ambiental, al no racionalizar su aplicación.

Hemos visto en estos días el fallo del Comité de Peticiones de la Unión Europea en relación a la Asociación Salvar La Tejita, en el sur de Tenerife, con la construcción de un hotel de lujo, colindante al espacio natural. Europa rechaza la solicitud y traslada su resolución al Estado miembro, en el marco de su derecho propio. Ajuste europeo al desajuste local, que entiende todo posible superando cualquier marco legal. También sumamos desajustes con la Ley de Islas Verdes, recurrida por Podemos ante el Tribunal Constitucional. Una norma que establece requisitos urbanísticos diferentes para la industria turística, casi inexistente en La Palma, La Gomera y El Hierro. Si la globalización obliga a centralizar actividad económica, administraciones, escuela y sanidad, sólo podemos corregirla con la acción pública, que en la crisis olvidó su papel. Corregido hoy en parte con los fondos del Fdcan, que también cuestiona alguna isla central.

Un último ejemplo en la economía colaborativa, con la vivienda vacacional, aprobada y prohibida por la acción del lobby hotelero el último día de la legislatura pasada. Se potencia un mercado ya existente, donde se diversifica la oferta de alojamiento, abriendo el turismo a nuevas actividades locales y sus ofertas temáticas. Democratizará con internet el mercado de nuevas ofertas y formatos asociados, dejando en destino mayor valor añadido. La globalización ha venido para quedarse y hacernos a todos más libres y con acceso a mayores recursos. Leyes claras, sencillas, baratas y democráticas.

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