“El futuro de los grandes conciertos dependerá del resultado de Aerosmith”

Alberto Delgado Prieto es el presidente de la Fundación CajaCanarias desde hace tres años y le quedan otros tres para seguir liderando proyectos culturales, sociales y deportivos
Foto FRAN PALLERO

En su despacho, en el edificio de la Fundación CajaCanarias, Alberto Delgado Prieto nos recibe sonriente. Una sonrisa que seguro dedicó en otros tiempos a los compañeros de su banda de músicos, o a los cantantes que se iniciaron en su coral de voces blancas; a los artistas que respaldó cuando fue viceconsejero de Cultura del Gobierno de Canarias, en el período de Paulino Rivero, o a los invitados que ahora recibe en los espacios culturales de CajaCanarias. Es el presidente de esta fundación desde hace tres años y le quedan otros tres para seguir liderando proyectos culturales, sociales y deportivos. No volverá a repetir mandato en la entidad, asegura quien aprendió la gestión a golpe de experiencia. Así lo cuenta para DIARIO DE AVISOS.

-En su período como viceconsejero de Cultura del Gobierno regional siempre tuvo en mente la venta del talento canario al extranjero. ¿Cómo ve ahora el panorama de creación artística en Canarias?

“En las Islas tenemos mucho talento para exportar, la muestra está en la cantidad de gente joven que desarrolla su profesión en el arte. Un ejemplo para ilustrarlo es la cantidad de cantantes que empezaron conmigo en la coral de voces blancas, de la que fui el director y fundador cuando tenía 19 años, y que hoy siguen dando guerra. Todos los años sale gente nueva de las escuelas de arte y de las facultades, y tenemos otra gente de nuestra cultura autóctona, como Beselch Rodríguez, que está dando una lección de lo que es la mezcla de diferentes culturas para enriquecer la nuestra”.

-Entonces, sí hay talento, pero luego ¿qué pasa?

“Ese es uno de nuestros grandes problemas, el después. Por un lado, tenemos un mercado de dos millones de personas; muy poco para el arte. Si haces un espectáculo de teatro en El Hierro, por ejemplo, puedes tener a todo el público de la isla interesado en una sola función. Por eso, hay que apostar por la exportación de los productos culturales. Este fue uno de los planteamientos que dio pie a la creación del programa Septenio cuando estuve en el Gobierno. Gracias a él llevamos nuestro talento a muchos países del mundo”.

-¿Qué ocurrió con Septenio?

“Septenio tenía una previsión de durar solo siete años, pero no continuó porque apareció la crisis. Nadie imaginaba la devastación que produjo en la cultura en Canarias. Cuando entré en la Viceconsejería de Cultura, disponía de unos 90 millones de euros de presupuesto; al año siguiente, 70 millones. Se fue reduciendo hasta el punto de llegar a los ocho millones cuando dejé el cargo. La bajada en cultura durante la crisis fue del 90%, una auténtica locura. En la crisis siempre paga este sector, y creo que nos equivocamos mucho en este sentido”.

-¿Cómo hubiera gestionado usted la crisis en la cultura?

“Considero que la reducción en el presupuesto de Cultura se tenía que haber hecho con una proyección, y buscarle el lado más comercial, porque este también es un producto, más humano, pero que también genera unos beneficios económicos”.

-En esa época de recortes en el presupuesto amenazó con dimitir. ¿Fue frustrante a nivel profesional?

“Sí, fue frustrante, pero yo soy una persona que se crece ante la adversidad. Cuando las cosas se complicaban, yo le echaba más horas, me involucraba mucho más. Siempre fui muy transparente con la gente porque, a fin de cuentas, yo venía del sector, soy músico y sé lo que se padece. Me reunía con los artistas, les contaba la situación y buscábamos la solución para no dejar de hacer cosas. Entiendo que hay que tomar medidas, pero me quejo de que las medidas fueran tan drásticas con Cultura”.

-Ahora hay un nuevo proyecto para la internacionalización del talento canario, Mapas, que impulsa el Cabildo. ¿Qué opinión tiene de este tipo de programas?

“Todo lo que sea exportar nuestra cultura me parece fundamental desde el punto de vista económico, pero también por la muestra de nuestra identidad. La única forma de que nos vean fuera y de que nos conozcan es a través del turismo y de la cultura”.

-Después de todo esto, llega a la presidencia de Fundación CajaCanarias. ¿Qué se encuentra cuando llega a este despacho?

“Por un lado, me encuentro con el concepto de la agilidad. Aquí las ideas surgen y a la semana siguiente ya están puestas en práctica. Por otro lado, cuando yo volví aquí, también volví a mi casa. Antes de ser viceconsejero fui jefe de la Obra Social y Cultural de CajaCanarias, con lo cual estaba volviendo a mi elemento. Toda mi experiencia cultural y profesional nació en esta caja de ahorros”.

-¿Cómo fueron esos primeros años?

“Pascual Arroyo y yo, que comenzamos a llevar la cultura en la caja de ahorros en aquel momento, nos inventamos todo, desde cómo hacer los presupuestos hasta cómo llevar la gestión cultural; poníamos las normas. La Fundación tenía las infraestructuras que el Gobierno de Canarias, en aquel entonces, no tenía. Por eso aquí nació el Festival de Música de Canarias. Entonces se llamaba Festival de Música y Danza de Primavera. Cuando Jerónimo Saavedra lo quiso hacer con la marca del Gobierno regional, a nosotros nos pareció perfecto. Él le cambió el nombre, pero no la idea: ya nosotros habíamos traído a las orquestas importantes, como la de Moscú, la de Nueva York…”

-Sobre el Festival de Música de Canarias, hace unas semanas se presentó el resultado de esta edición…

“Es evidente que necesitaba un cambio, pero creo que no se puede permitir que ningún director del Festival haga cábalas poco realistas sobre los ingresos que habrá, porque, como en el caso de esta edición, ¿a quién se le va a cargar el déficit ahora? Pues al presupuesto de Cultura. Es decir, que todas las demás músicas y actividades del Gobierno han perdido casi medio millón de euros por culpa del Festival de Música de Canarias. El Festival siempre ha tenido un grave problema de gestión: se busca siempre a una persona que sea muy sensible y que sepa quiénes deberían venir, pero nunca se busca a alguien que sepa manejar los presupuestos”.

-¿Y el nuevo modelo? Más popular, con más salas… ¿Qué opinión tiene?

“Creo que la transición fue muy rápida. Me parece bien que una parte del Festival sea más popular, pero no puedes olvidar a las grandes orquestas. El fallo este año fue que no se pensó en una transición paulatina. En cambio, lo que se hizo fue romper por completo con el sistema del año anterior. Hay que ser altos de mira y llegar al mayor número de personas posible. La música clásica tiene una parte de elitista, queramos o no, pero es así”.

-Hablando de grandes saltos. La Fundación da uno grande también este año, con la organización del concierto de una gran banda, como es Aerosmith. ¿Qué les ha llevado a apostar por este tipo de conciertos de gran formato?

“Tenemos una causa fundamental: intentar recuperar nuestro espacio en el circuito de grandes conciertos con Los chicos malos de Boston, que se había perdido por la crisis. Ninguna empresa privada puede asumir un concierto de este tipo en estos momentos, así que asumimos el reto porque creemos que Canarias no puede quedarse fuera. Elegimos a Aerosmith porque este será el último concierto europeo de su carrera. Pretendemos que los residentes tengan la oportunidad de ver un concierto de este nivel y que los visitantes tengan una razón más para pasarse por las Islas”.

-¿Este es el primero de los grandes conciertos?

“Es el primero y hay que ver cómo sale. Aquí tiene que implicarse la empresa privada y las colaboraciones de los organismos públicos. El futuro va a depender mucho de cómo resulte el concierto de Aerosmith”.

-Ahora lo encontramos aquí, en este despacho. Pero en otra época seguro que lo hubiéramos encontrado ensayando con su banda. ¿Cómo recuerda aquello ahora?

“A pesar de las carencias de aquella época, si me ofrecen volver, volvería a tocar con mi banda. Volvería, pero no en aquella época, sino en esta, porque ahora los músicos ligan, antes no [risas]. En mi juventud, lo mejor que le podía pasar a una chica era no ligar con un músico. Aquello era una locura y hoy la recuerdo con mucho cariño. Cuando echo la vista atrás, también recuerdo cuando fui con la inocencia de mi juventud al Cabildo para pedir una beca para ser director de orquesta, que era mi sueño, yo quería ir a Moscú, y se rieron de mí. El Gobierno austriaco me daba la mitad de la beca, mis padres no podían asumir el gasto y el Cabildo me negó ayudas, así que no fui director”.

-¿Volvería a ser viceconsejero de Cultura?

“Nunca hubiera aceptado una viceconsejería con las condiciones actuales, con una consejera y un director de área. Antes estaba yo solo y tenía la libertad para decidir, sin pasar por tantos filtros”.

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