Ni la lluvia apaga el fervor por la Siervita

Otro año más volvieron a formarse colas en La Laguna ante el convento, aunque con menos afluencia, para rendir culto al cuerpo incorrupto de la monja
Un hombre se apoya en la reja que protege el cuerpo incorrupto de Sor María de Jesús, más conocida como la Siervita. / ANDRÉS GUTIÉRREZ

El frío y la lluvia no lograron desanimar a los fieles que hicieron cola ayer en La Laguna para rendir culto al cuerpo incorrupto de Sor María de Jesús de León Delgado, más conocida como la Siervita, aunque se notó menos afluencia que otros años. El convento de Santa Catalina de Siena abrió sus puertas sobre las 05.30 horas y desde bastante temprano pudo verse a gente dentro de la iglesia, aunque no haciendo cola, que se formaría más tarde con multitud de paraguas en fila.

Muchos de los que vienen son repetidores y fieles devotos de la Siervita, como José González, quien lleva 25 años haciendo cola cada 15 de febrero. “Soy  una persona muy creyente y devoto de  la Siervita. Llevo media hora haciendo cola, pero merece la pena aguantar el frío y la lluvia. Para mí significa algo muy importante, la ciudad y la Isla están muy identificadas con esta monjita y yo soy de Málaga pero el sentimiento de la gente de aquí también es el mío propio”, afirmó.

También repiten Juani y Toño, un matrimonio que ya lleva cuatro años sin faltar a la cita. “Venimos por fe y a darle las gracias por lo que tenemos. Somos de cerca de El Sauzal y allí es muy conocida”, indicó Juani.

En la cola también podía verse alguna persona joven, como Tamara Pérez, de 24 años, quien vino con su hermano “por curiosidad”. “Es la primera vez que vengo, mi hermano me lo dijo y pensé venir porque nunca lo había hecho y soy creyente”, señaló.

E incluso gente que venía de fuera, como Petra Pérez, de Venezuela y de visita en la Isla por turismo y motivos de salud, que se acercó a ver a la Siervita al oir de su fama. “Me dicen que es una monjita que fue muy buena con todo el mundo y muy humilde y dicen que es milagrosa y vinimos a verla y a pedirle por la salud”, relató.

La Siervita murió el 15 de febrero de 1731 y a los tres años de su fallecimiento, su cuerpo fue exhumado y se descubrió que estaba incorrupto, por lo que fue depositado en un artístico sarcófago policromado en el coro bajo del convento y es visitado por centenares de fieles cada 15 de febrero desde hace ya 286 años.

 

 

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