El tabaco del futuro: cigarrillo 2.0

Las empresas tabaqueras están invirtiendo miles de millones en fórmulas científicas para crear un producto menos dañino para la salud
Esta imagen podrá cambiar en algunos años, con la llegada de los productos de nueva generación. DA

¿Es posible un cigarrillo que no desprenda ni cenizas ni humo y que tenga la misma apariencia y sepa igual que un pitillo convencional? A día de hoy, sí. Y es que la revolución tecnológica también ha llegado a un sector muy poco amigo de los cambios. Las empresas tabaqueras están invirtiendo miles de millones de euros en buscar fórmulas científicas que les permitan fabricar un cigarrillo que cause menos daño a la salud, pero que tenga la misma apariencia y condicionantes que un cigarro convencional.

Es cierto que el consumo de tabaco se ha reducido en muchos países en los últimos años, pero, aun así, millones de adultos deciden continuar fumando, a pesar de conocer los riesgos que ello conlleva. Se estima que en el año 2020 habrá más de 1.000 millones de fumadores en el mundo. Una cifra que ha llevado a las principales empresas del sector a invertir extraordinarias cantidades de dinero en buscar un producto de riesgo reducido. De hecho, fuentes de la propia industria tabaquera afirman, sin tapujos, que al igual que ya hay generaciones que no conocen el funcionamiento de las cabinas de teléfono, en poco tiempo nacerá la generación que solo conocerá el cigarro sin olor, sin humo y sin ceniza.

La industria del tabaco está pasando por un momento delicado: subida impositiva, leyes muy duras y normativas sanitarias restrictivas; pero incluso así han sabido mantenerse en un mercado muy tradicional. Ahora, lo que toca es iniciar la batalla tecnológica y dar un giro de 180 grados a toda la industria.

1.000 millones de fumadores en 2020

El grupo líder del mercado, Philip Morris, ya comercializa su dispositivo IQOS en más de 10 países, incluidos Alemania, Japón, Italia y Suiza, y ahora en España. Se trata de un dispositivo electrónico que se carga con una conexión USB y en el que, a diferencia del cigarrillo electrónico, se coloca uno especial, que se vende bajo la marca Heet, que tiene una lámina que calienta el tabaco en lugar de quemarlo. Este proceso es el que, según explicaron fuentes de la compañía, perjudica la salud. “Es un producto que tiene nicotina, pero lo importante es que hemos omitido el proceso de la combustión, que es la principal causante de las enfermedades provocadas por el consumo del tabaco”.

La compañía se ha propuesto cambiar los hábitos de consumo, y para ello ha invertido más de 3.000 millones de dólares, unos 2.800 millones de euros, además de 10 años en investigación y desarrollo. El centro de I+D que la multinacional tiene en Neuchatel (Suiza) emplea a un equipo de unos 430 científicos expertos en ciencia de los materiales, electrónica de consumo y toxicología de sistemas.

La tecnología que utiliza el IQOS es de alta precisión para poder calentar el tabaco sin quemarlo a una temperatura de alrededor de 300 grados, muy alejada de los casi 800 grados del cigarrillo convencional. Según los estudios realizados por la compañía, el vapor que se genera al calentarse el tabaco contiene de media niveles inferiores al 10% de los componentes denominados dañinos y que están en el humo del cigarrillo.

Cigarrillo electrónico. DA

La idea de este producto y de otros similares es proporcionarle al fumador la misma sensación que un cigarrillo normal, pero sin humo, sin olor y sin cenizas. Los cigarrillos que van en el dispositivo electrónico llamado Heet vienen en cajetillas de 20 y se venden al mismo precio que un paquete de Marlboro convencional. Cada cigarrillo dura una media de 14 inhalaciones (unos seis minutos), y la batería con conexión USB cuesta 70 euros.

El director general de Philip Morris en España, Mario Masseroli, explicó durante la presentación del producto, hace unos meses, que la llegada del IQOS es todo un “hito” para el sector, porque se trata de sustituir los cigarrillos convencionales por productos similares tecnológicamente avanzados. De hecho, la compañía está por la labor de enterrar su producto estrella, Marlboro, y sustituirlo por IQOS, algo que, por supuesto, se producirá lentamente y en función del cambio de mentalidad del fumador.

De igual forma, Altadis-Imperial también está invirtiendo en el desarrollo de productos que no contienen tabaco o cigarrillos electrónicos para vapear. Para ello ha creado una compañía específica: Fontem Ventures. Esta apuesta viene refrendada por los informes del Royal College of Physicians y de la sanidad pública inglesa, que han concluido que estos productos son el 95% menos dañinos que los que contienen tabaco. La marca que ha desarrollado la compañía se denomina blu, presente en diversos mercados a nivel mundial, incluido Estados Unidos, donde es líder del segmento.

La industria tabaquera es consciente de que el éxito o el fracaso de este tipo de productos dependerá de que el consumidor se adapte. “No se trata de que fume una vez, sino de hacerlo por lo menos durante una semana seguida y de que el fumador se vaya acostumbrando a este nuevo producto”. La reducción del daño está científicamente demostrada, pero, al mismo tiempo, las empresas tabaqueras son absolutamente conscientes de que las investigaciones realizadas por ellas mismas son recibidas con bastante escepticismo.

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