A mitad del camino de la novena legislatura, Fernando Clavijo afronta esta semana -del martes 21 al jueves 23 de marzo- el segundo debate de política general de su mandato (oficialmente, del “estado de la nacionalidad”) en el peor escenario de un Gobierno de Canarias a lo largo de 35 años de autonomía. En la película -encuadrada en los géneros de comedia, terror, suspense o política ficción, según el criterio de la crítica- existen cuatro secuencias parlamentarias determinantes: la investidura (julio de 2015); el balance de los ocho primeros meses (marzo de 2016); el pleno extraordinario del 19 de enero de 2017, al que acudió para explicar la ruptura del pacto de CC con el PSOE tras la expulsión de los cuatro consejeros socialistas, y la sesión en la que volverá a visualizarse su debilidad, en otra suerte de cuestión de confianza cuyo resultado plasmarán las votaciones de las propuestas de resolución. El 8 de marzo ya se anticipó una derrota en una moción sobre el “deterioro de la sanidad pública” consecuencia de la interpelación de Nueva Canarias al consejero José Manuel Baltar. En este periodo de inestabilidad controlada por la oposición no se admiten los paños calientes.
Objetivamente, la situación es de una precariedad incontestable: Clavijo accedió al cargo gracias al apoyo de los 18 diputados de CC-PNC, los 15 del PSOE y los 3 de ASG (grupo Mixto). Al cabo del tiempo, la correlación de fuerzas se ha invertido. Como mucho, cuenta con el respaldo de 21 escaños, incluido el suyo, frente a 39 de un total de 60 asientos. Y eso que no existe un censo fiable de chinchetas.
Fernando Clavijo hace el número 8 de los presidentes de la Comunidad Autónoma. Le precedieron Jerónimo Saavedra (1983-1987 y 1991-1993), Fernando Fernández (1987-1988), Lorenzo Olarte (1988-1991), Manuel Hermoso (1993-1999), Román Rodríguez (1999-2003), Adán Martín (2003-2007) y Paulino Rivero (2007-2015). Aunque nunca ha habido una mayoría absoluta en solitario, jamás un gobernante estaba en una posición tan comprometida. De esta guisa se encuentra: agarrado del borde de un precipicio procurando que no le pisen las manos.
Al comienzo de la andadura, instó a sus correligionarios a que fueran “más exigentes” con él que ningún otro grupo de la Cámara. “Se lo debemos a los ciudadanos”, enfatizó. “Lo que se haga aquí va a ser fundamental para transmitir credibilidad y confianza”. A CC-PNC, Clavijo le encomendó la “articulación de puntos de encuentro con un trabajo incesante para que el pueblo canario recupere la esperanza y la ilusión”. Obviamente, no exclamó: “¡América primero!”. Más humilde que Donald Trump, proclamó: “Por encima de todo, va a estar Canarias, siempre Canarias. Esa va a ser siempre nuestra máxima”. El entonces candidato elogió la “generosidad” y la “valentía” de Patricia Hernández (PSOE) por atreverse a participar en el Gabinete en unos momentos “de mucha dificultad”. Ella se arremangó y abogó por promover que “el clamor de la calle” impregnara la acción de gobierno para que Canarias siguiera adelante “sin dejar a nadie en la cuneta”. El 7 de marzo último, la presidenta del grupo Socialista acusó a Clavijo de “especular” con las listas de espera para “negociar con la sanidad”.
En un inédito enfrentamiento público, le echó en cara las “mentiras” y que dinamitara la coalición con la munición del déficit. Un año atrás, o casi, Clavijo presagió “un futuro prometedor”, porque “los canarios no dependemos de nadie más que de nosotros mismos para lograr lo que nos propongamos”. Sin embargo, el 21 de diciembre advirtió: “Así no podemos seguir más”. La “reflexión” derivó en los ceses de Nochebuena. Cual parodia de José Mota, Australia Navarro (PP) lo caricaturizó como un “náufrago” que “suplica” que lo rescaten. “No es un angelito con sonrisa tierna”, remachó.
Hemeroteca
Publicidad
Esquelas