CC inicia hoy su congreso más débil en un cuarto de siglo de existencia

La imposibilidad para encontrar un relevo a Barragán hace que repita como secretario general en el cónclave que empieza hoy
Una reunión de la Ejecutiva regional de Coalición Canaria (CC). Andrés Gutiérrez
Una reunión de la Ejecutiva regional de Coalición Canaria (CC). Andrés Gutiérrez

Coalición Canaria (CC) celebra este fin de semana su VI Congreso Regional. El que pretendía ser el cónclave de la renovación para la formación nacionalista ha acabado siendo el de la continuidad, dado que no ha sido posible encontrar un relevo para el líder orgánico, José Miguel Barragán, que repetirá. Y ello a pesar de que el político majorero había presentado su dimisión el pasado año a cuenta de la moción de censura de Granadilla de CC y PP contra el PSOE.

Está CC en el peor momento de sus 24 años de historia en apoyo social, nada menos que 142.000 votos menos que en 1999, cuando logró su mejor resultado. En las autonómicas de 2015 fue la tercera más votada, superada por PSOE y PP, pero, en cambio la primera en diputados, un desajuste que se explica por el peculiar sistema electoral canario, basado en circunscripciones insulares y en la suprarrepresentación de las menos pobladas, por lo que tan solo el 17% de la población elige a 30 diputados y más del 80% de los canarios a los otros 30. El respaldo en las generales (ha pasado de cuatro diputados en los años 90 a un solitario escaño en la actualidad) aún es inferior, pues apenas alcanzó el 7,9% de los sufragios en Canarias, 170.181 menos que su mejor resultado, en el año 2000. Eran los tiempos de Paulino Rivero.

Barragán fue precisamente su mano derecha, y logró sobrevivir con Clavijo, incluso ha logrado sobrevivir a sí mismo, al volver a asumir el liderazgo orgánico del que había dimitido hace unos meses. Entonces aseguró que había decidido continuar hasta este congreso que hoy y mañana se celebra en la capital grancanaria, para evitar una situación de interinidad.

La organización nacionalista llega a este congreso con la espada de Damocles de gobernar en minoría desde fines de diciembre, cuando Clavijo les hizo la pascua a los consejeros del PSOE expulsándolos del Gobierno y precipitó la ruptura del pacto. En otros tiempos eso solo hubiera sido posible con otro pacto bajo el brazo, con el PP. Pero el plan B de momento no le ha salido a Clavijo, pues los populares, tan pendientes de la política estatal (donde necesitan a CC, pero también a NC para aprobar los presupuestos del Estado) como de la autonómica, no han entrado en el Ejecutivo. Que lo hagan o no está por ver.

La otra espada de Damocles es la prevista modificación del sistema electoral con la reforma del Estatuto autonómico que se tramita en las Cortes. En el pasado, CC, con sus alianzas, ha logrado, con sus maniobras, mantener décadas este método para asignar los escaños en el Parlamento canario, pero su actual debilidad hace que lo tenga más difícil. Aún así, esta semana lo intentó con el PP canario, en una propuesta de acuerdo en el Debate del Estado de la Nacionalidad para ningunear el papel de las Cortes en este asunto, aunque el Grupo Popular rectificó ante el enfado de NC (con el que negocia los presupuestos del Estado y pone como condición para su voto a favor la reforma electoral). En cuanto a la vida interna, la etapa de Clavijo como líder de CC se ha caracterizado por la laminación absoluta de los afines a Rivero (salvo casos como Barragán, según sus críticos más superviviente para sí mismo que en representación de la organización en Fuerteventura, donde es un histórico de Asamblea Majorera). Voces del sector que en su día se mantuvo fiel a Rivero aseguran que “el partido no existe, no hay debate con las bases, todo lo controlan un grupo de dirigentes y cargos públicos”. Incluso hay una propuesta en este congreso para acabar con las corrientes de opinión, como la de Secundino Delgado. Otro factor a tener en cuenta es la estructura interna de CC, que, si bien surgió, como su nombre indica, de una coalición de partidos, y ha avanzado hacia un partido único, en realidad, carece de homogeneidad y coexisten formaciones autónomas; es el caso de la Agrupación Herreña Independiente (AHI), con dos diputados, cuya asamblea general decidió hace un año dejar sin efecto su acuerdo de asociación con CC -algo que ahora deberá materializar-, y del diputado del Partido Nacionalista Canario (PNC), Juan Manuel García Ramos, que no siempre ha compartido las tesis de Coalición.
El PNC es la conciencia nacionalista de CC, donde el independentismo parece testimonial. Antiguos cargos del partido, de la etapa de Paulino Rivero, aseguran que Clavijo ha descafeinado de nacionalismo a CC, con una deriva no ya insularista, sino de desarticulación de un proyecto regional en favor de reinos de taifas municipales, en un sálvese quién pueda. En este giro enmarcan estas fuentes la Ley del Suelo, el Fondo de Desarrollo de Canarias (Fdcan).

Los diputados de Fuerteventura también forman parte del grupo que CC quiere mantener contento, por las reticencias majoreras al PP, restos de su asamblearismo de izquierdas. En el plano personal, se apunta que las relaciones de Clavijo con Ana Oramas -una de sus valedoras para encumbrarlo a la candidatura a la presidencia del Gobierno en 2015, no son las óptimas, y además es posible que esta sea su última legislatura en las Cortes, por decisión del partido. Con el presidente del Cabildo tinerfeño, Carlos Alonso, la relación de Clavijo es de mutuo interés, más que de mutua confianza y, con el alcalde santacrucero, José Manuel Bermúdez, el presidente regional mantiene una entente cordial, pero con reticencias. A su vez, la consejera de Hacienda, Rosa Dávila, iba a ser promocionada como secretaria general, una posibilidad que finalmente descartada por el propio Clavijo.

Otro aspecto que se debe considerar para el futuro inmediato de CC es su tradicional feudo de Tenerife, donde mantienen el poder en el Cabildo, con el PSOE, aunque con el PP rondando por su cabeza una entrada en el gobierno insular que no pasa necesariamente por apuntalar a los nacionalistas. En La Laguna, la herencia que dejó Clavijo como alcalde no fue bien valorada por los ciudadanos, pues su sucesor, José Alberto Díaz, se desplomó y gobierna gracias a un sufrido pacto con el PSOE, cuyas divisiones internas impiden una moción de censura. Solo faltaba el apoyo de tres ediles socialistas (dos ya habían dado el visto bueno, pero esta opción puede irse al traste si Javier Abreu, que fue cabeza de lista del PSOE, acaba expulsado del partido). Tan mal pintan las cosas en Aguere, que CC se está pensando cambiar de candidato lo antes posible. En la capital tinerfeña, encuestas internas sobre intención de voto le dan cierto aire a Bermúdez, si se compara con lo que ocurre en La Laguna. Exmiembros del partido, que ocuparon cargos relevantes con Rivero, aseguran que la pérdida de votos general de CC también ha ido acompañada de una pérdida de militantes.

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