Desigualdad y falta de valores, el mayor trauma

La recuperación de la economía canaria avanza a buen ritmo, pero las secuelas, en una sociedad machacada por la recesión, aún son significativas. El reto es que empresas y Gobierno tomen conciencia

Decía en el primer reportaje de esta serie publicado el pasado domingo que toda crisis económica trae consigo una bolsa de oportunidades que, bien utilizada, nos llevará a desechar viejos errores. Han pasado ya 10 años desde que el por aquel entonces presidente del Gobierno de España, José Luis Rodríguez Zapatero, dijera que la situación económica española estaba en la Champions League de la economía mundial, mientras su ministro de Economía, Pedro Solbes, lo miraba de reojo.

No se empleó la palabra crisis hasta julio de 2008 (solo se hablaba de desaceleración), cuando Zapatero no tuvo más remedio que reconocer que la situación económica del país era crítica tras la quiebra de la primera inmobiliaria española, Martinsa-Fadesa, con una deuda de 5.200 millones de euros por falta de liquidez. Hace ya un decenio de esto y, aunque la economía ha consolidado una fase de recuperación, con dos años seguidos de crecimiento económico y empleo, el trauma aún perdura. El golpe de esta crisis ha sido tan devastador para Canarias que el shock tardará aún varios años en remitir.

Más de 10.500 empresas perdidas y 165.000 empleos destruidos es el balance de un fenómeno que ha dejado a la sociedad canaria sumida en una crisis de desconfianza y de credibilidad en las instituciones. Las cifras van bien y la recuperación de la economía insular está avanzando a buen ritmo, pero, según declaró la directora de la Cámara de Comercio, Lola Pérez, las “secuelas aún son significativas”. En su opinión, hay varios campos esenciales que hay que atacar para que la recuperación sea realmente percibida por la sociedad. En primer lugar, dar salida con medidas concretas al colectivo más perjudicado en esta crisis, que “lo va tener muy difícil” para reincorporarse al mercado de trabajo. Hablamos de los parados de larga duración y de aquellos con escasa formación provenientes en su mayoría del sector de la construcción. Formación y medidas que incentiven la contratación son dos vías que hay que tener en cuenta para recolocar a este colectivo. Asimismo, Pérez aboga por redimensionar las empresas para hacerlas más competitivas y sólidas. Para la directora de la Cámara de Comercio, esa es la única manera de que se pueda diversificar la economía y optar por otros sectores. “Con la crisis, la economía canaria ha agudizado su dependencia del sector servicios, dependiendo casi en exclusiva de este”. Esto tiene un peligro, y es que se trata de un sector con baja cualificación y que depende del exterior, “lo que convierte a la economía canaria en vulnerable”. “Si conseguimos empresas más grandes, serán más fuertes para resisitir los envites y más competitivas, con opciones de abordar nuevos mercados”. Para ello, apuesta también con medidas que favorezcan la contratación. “Este tipo de medidas”, continuó, “son muy positivas. Prueba de ello es, por ejemplo, la tarifa plana para los autónomos, que en el último año ha favorecido el incremento de este colectivo: “Se produce una merma en las arcas públicas, pero se recupera por otro lado”, matizó Pérez.

En este contexto, en el que ya sabemos hacia dónde tenemos que ir para continuar con la senda de la recuperación y los errores que no debemos cometer para volver a desestabilizar nuestra economía, solo queda pasar el duelo.

Claudina Caramuti, socia fundadora de la consultora Canvas Estrategias Sostenibles, explica que, a día de hoy, “aún existen importantes desigualdades, tanto económicas como salariales, que no hacen más que incrementar la desconfianza en el sistema y en las instituciones”. Este es, a su juicio, el primer problema que tiene que afrontar la sociedad: la desconfianza.

La primera recesión de esta crisis en 2008 provocó “desconcierto” en muchos países en los que se creía que todo iba bien. “El sistema económico se derrumba y esto provoca una falta de seguridad que se ha traducido en muchos ámbitos, como por ejemplo, en las dificultades de formar gobierno”. Además, los escándalos de corrupción no han hecho sino aumentar esta desconfianza en las instituciones y en los políticos, incluso hasta en los sindicatos.

Pero, sin duda, son dos las mayores consecuencias de la crisis que todavía tardarán mucho en desaparecer: la desigualdad y la crisis de valores.

“La deslealtad a los valores que se vio, por ejemplo, en una gran empresa como Volkswagen, solo demuestra la falta de compromiso real con unos principios”, declaró Caramuti. A esto hay que unir el hecho de que la desigualdad ha crecido con la crisis. Según el informe presentado recientemente por Oxfam, llamado Una economía para el 99%, tan solo ocho personas acumulan tanta riqueza como otros 3.600 millones de personas. En el caso concreto de España, el 10% de la población acumula alrededor del 60% de la riqueza nacional, brecha que se ha acrecentado desde el año 2008. “El reto global”, añadió Caramuti, “es que tanto empresas como Gobierno tomen conciencia para atender a este problema. Quien tiene más poder, tiene más responsabilidad”.
Aun así, y a pesar de la crisis, la economía canaria sigue contando con una serie de fortalezas que debe mantener si quiere seguir creciendo. Por ejemplo, el Archipiélago sigue cumpliendo con sus compromisos en materia de estabilidad presupuestaria, con lo cual, para los próximos años, no serán necesarios grandes esfuerzos presupuestarios, de forma que el gasto público no será una merma para el crédito. Lo más importante es afrontar esto en un ambiente de desconfianza que tardará aún años en desaparecer.

El salario bajó el 3% frente al sueldo de los más ricos, que subió el 2,4%

España se convirtió en el segundo país con mayor desigualdad económica de toda la UE. Entre 2010 y 2013, el salario medio anual bajó el 3%, hasta los 18.505 euros brutos. Sin embargo, los sueldos más altos subieron en el mismo trienio el 2,4%.

EL TAMAÑO DE LAS EMPRESAS CANARIAS, LA MAYOR DEBILIDAD

El 83,4% de los empresarios canarios considera hoy en día que su actividad económica mejorará o se mantendrá hasta el último trimestre del año. Y es que este ha sido el mejor trimestre en creación de empresas desde el año 2008, tal y como recoge el informe de demografía empresarial realizado por Informa D&B Canarias.

Según este documento, Canarias lideró el ritmo de creación de empresas a principios de año, con una subida del 33% respecto al mismo mes del año pasado. Esto se debe a que la confianza empresarial ha ido creciendo, de forma gradual, a lo largo de 2016 al ir mejorando la situación económica. Aún así, el Archipiélago no va a recuperar el nivel de empresas que tenía hace 10 años. Hoy el tejido empresarial de las Islas tiene 10.600 negocios menos que en 2008, y la mayoría de ellos (85%) en el sector servicios. Somos conscientes de que el sector privado ha sido el gran damnificado de la crisis, y que dentro de él las empresas de la construcción son las más castigadas, pero ¿cuál ha sido la debilidad del tejido empresarial canario? Sin duda, su tamaño.

El 95,8% de las empresas de Canarias cuenta con menos de 10 empleados. Solo el 0,7% de los negocios tiene más de 50 trabajadores. Según la directora de la Cámara de Comercio, Lola Pérez, estas cifras reflejan el “carácter individualista” del empresariado canario”. “Esta característica hace que las empresas del Archipiélago se coloquen en una posición más débil frente a la crisis y que resistieran menos los golpes de la recesión”.

EMPRESA PYME ECONOMÍA
El número de empresas sin asalariados creció durante la crisis y pasó de 71.798 en 2008 a 72.957 en 2015. PIXABAY

Lola Pérez apuesta por “redimensionar” el tamaño de las empresas canarias “para conseguir un mayor mercado, la apertura de más actividades y, especialmente, mejorar la competitividad y la productividad”. “Las pymes y micro pymes son necesarias, pero crecer es clave para que nuestro tejido empresarial se haga más fuerte y competitivo”, remarca.

En este sentido, José Ramón Barrera, socio de la auditoría de servicios fiscales y legales (Assap), afirma que somos los propios ciudadanos los que tenemos que dejar de mirar a las grandes corporaciones como si fueran “el diablo con rabo y grandes orejas, y al empresario como un explotador que se pasea con el puro”. En su opinión, hay que apoyar a las pymes, pero al mismo tiempo, “Canarias tiene que aspirar a tener un tejido productivo basado en empresas sólidas y de gran tamaño que soportan más las sacudidas de una gran recesión como la que hemos vivido”. “Las empresas no son organizaciones criminales”, matiza.

Según Barrera, existen varias razones por las que el empresario canario no se aventura a crear un negocio, pequeño primero, pero con perspectiva de crecer. “La propia idiosincrasia del canario, así como los elevados costes laborales, echan para atrás cualquier iniciativa de crecimiento. Somos poco arriesgados y, además, no existen incentivos a la contratación que bajen los costes de la seguridad social. Se está penalizando a las grandes empresas. A las que quieren venir a las Islas, también se las maltrata con la burocracia, con lo que no les compensa”, subraya.

A todo esto hay que añadir la escasez de mano de obra adecuada para cubrir determinados perfiles profesionales y la baja productividad, aspectos todos estos que “empequeñecen” un sector clave para hacer una economía sólida y competitiva.

LOS PARADOS DE LARGA DURACIÓN, LA PEOR HERENCIA

John F. Kennedy dijo una vez: “Los chinos utilizan dos pinceladas para escribir la palabra crisis. Una significa peligro y la otra oportunidad. En toda crisis económica se toma conciencia del peligro, pero al mismo tiempo es un periodo donde la imaginación se agudiza y se desarrollan las oportunidades”. En este caso, se puede decir que Canarias es una región llena de oportunidades, ya que es de las autonomías a la que más le ha afectado.

Aunque se considera que la llamada crisis de los países desarrollados (ya que sus consecuencias se vivieron especialmente en los países más ricos) surgió en 2008, tras la caída del banco estadounidense Lehman Brothers, los primeros síntomas aparecieron en agosto de 2007 con la quiebra de varios bancos menores de inversión sustentados en las hipotecas subprime. Las bolsas y mercados de valores se derrumbaron dando lugar a la crisis financiera de 2008 que afectó a todo el mundo.

Pasados diez años de la Gran Recesión (el periodo que cuentan los economistas que duran las crisis) y con la percepción de que la economía se está recuperando, nos preguntamos: ¿Y ahora qué? ¿Cómo ha quedado el mercado laboral? ¿Y el tejido empresarial?.

Partiendo de la base de que lo peor ya ha pasado y de que la economía canaria se está recuperando de manera continuada desde el año 2015, ¿en que ha cambiado el mercado laboral de las Islas?.

Pues en mucho. La directora de la Cámara de Comercio de Santa Cruz de Tenerife, Lola Pérez, asegura que el dibujo del mercado laboral de ahora es bien distinto al de 2007. La economía canaria creció a un “excelente” ritmo durante el periodo 2001-2007 sustentada por un incremento del empleo pero sin mejoras en la productividad. “Un modelo de crecimiento”, explicó Pérez, “basado en una acumulación de brazos más que en una acumulación de cabezas, lo que provocó una pérdida importante de competitividad de nuestra economía que nos ha hecho estar mucho más débiles frente a la crisis”. Y es que antes de la recesión, Canarias, asentada en el sector servicios, tenía un mercado laboral donde el peso de la construcción era superar al 40%. En 2008 había 87.500 ocupados en este sector. En 2016 esta cifra es la mitad: 43.600. Precisamente, esta destrucción del empleo en la construcción, con bajos porcentajes de cualificación, “llenó una bolsa del paro que, hoy en día, aún con datos favorables en el empleo, es muy difícil de vaciar”.

Al terminar el año, había en Canarias 826.300 ocupados y 274.000 parados, cifras muy similares a las registradas en 2009. Una recuperación que se está notando en la evolución de la tasa de paro (24,9%), la más baja en 8 años, pero que no termina de afianzarse debido, según asegura Pérez, “a la alta concentración de colectivos vulnerables”, entre los que citó los trabajadores de la construcción, las personas con baja cualificación, los mayores de 50 años y los parados de larga duración (más de dos años sin empleo). “Sus tasas de salida al mercado laboral están estancadas en niveles muy bajos desde el inicio de la crisis, convirtiéndose ya en un desempleo estructural” que afecta al 58% del paro que hay en las Islas.

Lola Pérez explica que lo que se está dando en el Archipiélago es una especie de recuperación a dos velocidades, “con una mejora de las perspectivas laborales para los parados de corta duración, y otra muy lenta, para los de larga duración, lo que pone en riesgo la plena recuperación del empleo en las Islas”. Dentro de este colectivo también hay que incluir a aquellos que se incorporan por primera vez al mercado laboral, que estando bien cualificados, tampoco encuentran ubicación en el mercado laboral.

Rosa Marrero Rodríguez, profesora titular del departamento de Sociología y Atropología de la Universidad de La Laguna coincide en el análisis con Lola Pérez, pero añade que el principal problema del actual modelo del empleo canario es “la inserción profesional y los salarios”. “Cada vez se retrasa más el momento en que las personas que entran por primera vez en el mercado de trabajo, logran un empleo estable y con unas condiciones laborales que le permitan la independencia y la emancipación familiar”. “Aquí están interviniendo componentes empresariales y económicos”, continuó Marrero, “las empresas, en la búsqueda de una mayor competitividad y eficiencia económica, realizan una política de contratación de adelgazamiento, es decir, se contrata lo imprescindible, en una constante adaptación a las necesidades del momento; flexibilidad, y también no hay que olvidar los componentes legislativos, como es la reforma laboral”.

En opinión de Marrero, “tenemos a las generaciones mejor formadas de la historia de Canarias, pero, en cambio, no estamos consiguiendo que puedan emanciparse y desarrollarse profesionalmente con unos estándares parecidos a los de las generaciones previas”.

Josefa Marrero

Además señala que a este problema hay que unir los “desajustes” que hay en el mercado laboral canario, con “importantes” necesidades de profesiones emergentes que “no están siendo adecuadamente incorporadas en los diseños del sistema educativo reglado. La realidad empresarial, en entornos cada vez más competitivos y tecnologizados, cambia con rapidez, y no siempre pueden empresarios y empleados estar a la altura”, señaló. “Creo que la crisis deja una reseca de la que no nos hemos recuperado, y no se percibe que la recuperación sea sencilla”, matizó Marrero, “ya que se ha perdido confianza en instituciones que antes valorábamos”.

De lo que se trata a corto plazo, si Canarias quiere reducir su tasa de desempleo es de aplicar “cirugía de precisión” en el mercado laboral y atacar con medidas concretas este desempleo estructural, como por ejemplo, afirmó Lola Pérez, “con inversión en formación e incentivos a la contratación a parados de larga duración”. Solucionado este problema, Canarias podrá volver a tasas de paro de un dígito, como en 2006.

La economía canaria ha agudizado su dependencia del sector servicios

El salario y los tipos de contrato también han cambiado con la crisis. Canarias sigue siendo de las autonomías con el sueldo medio más bajo: 1.398 euros al mes, frente, por ejemplo, a los 1.635 de media que hay en España, o los 1.935 euros al mes del País Vasco. La explicación a esta baja remuneración se encuentra en que tenemos una economía sustentada básicamente en el sector servicios, donde la cualificación es menor y los tipos de contrato dependen mucho de la temporalidad. Lejos de apostar por otros sectores, lo cierto es que con la crisis, Canarias ha agudizado su dependencia del sector servicios, que durante estos 10 años ha reincorporado a la mayoría del empleo de la construcción, y ha pasado de representar el 78% de la producción económica en 2004 en las Islas al 86% en 2015.

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