La Quinta Verde y también olvidada

La emblemática hacienda de Santa Cruz de La Palma ha carecido de un uso acorde al valor patrimonial que posee este espacio
La Quinta Verde, en Santa Cruz de La Palma. | DA

Desafiando la expansión del desarrollismo urbanístico experimentado en Santa Cruz de La Palma en la década de los setenta del siglo pasado, habita en la vertiente sur del barranco de Los Dolores, la Quinta Verde. La presencia imperecedera de esta hacienda, construida en el último tercio del siglo XVII, contrasta con las grandes edificaciones y espacios comerciales que lo circundan, al igual que sus hermosos palmerales y jardines que envuelven la finca oxigenan el cemento que domina en su entorno.

Repleta de leyendas y ensalzada por músicos y poetas, pervive como una foto fija de una gran potencia estética, pero huérfana de una finalidad, un uso, de una vida, en definitiva, coherente con el valor patrimonial que posee. Desde que el Ayuntamiento se hizo con el inmueble y la finca, con la llegada de la democracia, junto con otros recintos de interés público, como el Circo de Marte o el Teatro Chico, no se ha sabido qué hacer con este espacio.

El proyecto de urbanización del artista Luis Morera; la creación de un Museo Costumbrista similar al Pueblo Canario de Las Palmas de Gran Canaria, como propuso para la casona el artista e historiador Alberto José Fernández García; o la última iniciativa del Ayuntamiento, que apostó por realizar en el inmueble el Museo de la Bajada de la Virgen, han sido algunas de los planteamientos frustrados para la Quinta Verde.

Mientras tanto, la única utilidad que se le ha dado, desde que el Ayuntamiento restauró la edificación y remodeló el entorno, ha sido como local de ensayo de la Banda de Música, espacio para el desarrollo de talleres de empleo o como oficinas cedidas al Cabildo para la empresa pública Sodepal. Ni una ni otra son, desde luego, la finalidad que se merece un inmueble de este valor patrimonial y sentimental, declarado Bien de Interés Cultural.

La tentativa más reciente, la de crear un Museo de la Bajada de la Virgen, se encontró con la dificultad del enorme coste para hacer accesible el inmueble. Una intervención que requería perforar un túnel bajo tierra, para luego instalar un ascensor. Una propuesta interesante, dado que cubría un hueco que existía en la ciudad, como era un espacio museístico para las Fiestas Lustrales, dándole además un uso acorde a la hacienda, pero difícil en el marco de la crisis económica. La realidad es que de esta iniciativa, que se adoptó en el pasado mandato, no se ha vuelto a saber nada ni parece que exista intención de reactivarla.

Así, de momento, la única moradora de la hacienda seguirá siendo la leyenda, que cuenta que en noches de luna llena, pasea por sus jardines una de sus habitantes más ilustres, la poeta Leocricia Pestana, la dama del traje blanco.

Imagen del proyecto de Luis Morera para la Quinta Verde. | DA

RESISTENCIA

A principios de los ochenta surgió un movimiento ciudadano para salvar este espacio, amenazado por la construcción de la vía cornisa. El Colectivo Pro-parque Quinta Verde y Círculo Leocricia Pestana, se constituyó en 1982, con Luis Morera, Santiago Jorge, Antonio Galván y Jorge Pérez Capote, según los estudios realizados por el investigador Víctor Hernández Correa. Un movimiento que promovió la realización de estudios, fiestas reivindicativas y sumó a la causa a César Manrique.

El Colectivo realizó numerosas actuaciones, desde el encargo de trabajos de investigación sobre la Quinta Verde, como los realizados por Alberto José Fernández sobre la historia de la hacienda o un informe de la flora y fauna, a cargo de los biólogos Arnoldo Santos y Antonio Galván. También se celebraron actos de carácter lúdico, pero de un marcado transforndo reivindicativo, como la Fiesta de la Quinta Verde.

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