Las Burras de Güímar, teatro de color y fuego

Javier Eloy Campos: “La brujería en Güímar no es tan lejana en el tiempo”
Las brujas invanden las calles de Güímar hasta ser quemadas en la plaza de San Pedro / ANDRÉS GUTIÉRREZ

Hace quince días Güímar volvió a vivir una de sus fiestas más esperada, quizás la más singular de cuantas se realice en el municipio y sin duda una de las más originales de cuantas componen el Carnaval tinerfeño, Las Burras.

Tras la ausencia del año pasado, por diversos motivos, y con el inesperado apoyo de la polémica generada por un cartel anunciador creado por Hiurma Delgado, la representación de este año contó con un inusitado interés, con miles de personas agolpadas en la plaza de San Pedro para dar la bienvenida a la comitiva que partía de San Pedro Arriba, con más de un centenar de figurantes aficionados que completaban un espectáculo de color y fuego digno de profesionales.

El origen de esta celebración se sitúa en 1992, año en que se decide recuperar el Entierro de la Sardina como acto característico del Carnaval, basándose en la tradición local que hacía referencia a leyendas de brujas que se convertían en burras con el fin de pasar desapercibidas y poder realizar hechizos contra la población.

Fue el artista güimarero Javier Eloy Campos el impulsor de Las Burras sobre una de las historias de Mónica Díaz Tabares ,de la enciclopedia canaria publicada por el Cabildo, de Historias de seña Rosa, brujería y apariciones. “Eran unas representaciones muy bonitas, pero últimamente se ha recargado mucho, y lo que hacen con Fray Andrés no es nada justo, fray Andrés predijo, no maldijo”, comenta Mónica, recordando aquella frase del monje que hoy todos recuerdan: “Güímar ganará pero nunca florecerá”.

Desde 1992, Las Burras es el acto más destacado, y casi único, del Carnaval de Güímar. Comienza a las nueve de la noche con el Entierro de la Sardina al que acompañan un gran número de viudas y campesinos que van camino de la plaza de San Pedro y se verán increpados por unos seres con forma de burra. Este hecho de ser increpados por estos animales les causa extrañeza por lo que deciden abalanzarse sobre ellas y pincharles con sus cuchillos comprobando en ese momento que son brujas y no burras. En ese momento, ellas invocan al demonio y comienzan un llamativo aquelarre.

Las brujas, mujeres desnudas, despampanantes y ordinarias, invocan al demonio con los órganos y la sangre de sus víctimas. Luego aparece el demonio acompañado por un montón de diablillos y por Baulén, antigua aristócrata. Poco después, llega la Santa Inquisición acompañada del obispo y sus frailes. El obispo llama al Arcángel San Miguel, que desciende desde la notaría del pueblo alzando su espada, con la que acaba con el demonio tras una dura lucha. Una vez muerto el demonio, las brujas mueren quemadas en la hoguera, paso previo a la tradicional quema de la sardina, con la que concluye un espectáculo que engrandece a un pueblo tan apegado a los costumbres y a las leyendas, y que ahora, visto el resultado de esta edición, tratará de representar Las Burras anualmente y no cada dos años como se había comentado anteriormente.

Talleres y reciclaje

La Asociación Cultural Las Burras es la encargada de organizar el espectáculo, al frente del cual está Francisco Bejarano, presidente de la asociación Guanchitos del Valle, para el cual hay creado un taller para la confección de los disfraces y máscaras que se utilizan en la representación, así como el maquillaje, manteniendo el nivel de reciclado de un año para otro del material que necesitan, siempre con alguna novedad. El reciclado fue uno de los argumentos esgrimido por Javier Eloy Campos para que Las Burras fuera un espectáculo sin coste alguno para las arcas municipales y para la asociación que lo organiza.

Desde octubre se empieza a trabajar entre alambres, cartón fallero, goma espuma, papel de periódico y cola, y desde enero se ensaya y diseña la singular representación teatral.

Javier Eloy Campos, artista güimarero / DA

Javier Eloy Campos

Javier Eloy Campos es un reconocido artista del Valle de Güímar que en 1992, “junto a un grupo de Patrimonio de Güímar”, decidió montar un espectáculo “para darle brillantez al Carnaval de Güímar, después del impulso que cogió el de Santa Cruz”, comenta el creador o recuperador de Las Burras, pese a quitarse méritos por tal ocurrencia.

“Lo hicimos -señala Campos- un grupo de amigos siguiendo una serie de leyendas locales, que siempre han circulado por Güímar y que son acciones no tan lejanas en el tiempo, como alguno se podría imaginar, aunque hoy parezcan tener poco sentido. La brujería en Güímar y buena parte del sur de la Isla era algo normal hasta el siglo pasado”, relata el reconocido pintor y escultor güimarero.

No descarta poder volver a realizar una representación de Las Burras, porque “nunca se sabe lo que harás mañana”, pero alaba el trabajo que los jóvenes del colectivo Las Burras han realizado este año, aunque marca las diferencias entre aquellas Burras de 1992 y las últimas. “Hace veinte años Las Burras estaban más ligadas al campo, a la atajea, a las papas, a las burras, al sabor a tierra y agua, mientras que hoy, porque quienes la organizan son de la generación digital, están más ligadas al Señor de los Anillos, a la Guerra de las Galaxias…ahora la representación es más parecido a un videojuego, algo que respeto muchísimo, porque también es verdad que han mantenido el guión”, señala.

Reconoce que el espectáculo ha tenido que ser recortado en voladores y fuegos artificiales, porque “aquel accidente con el Perro Maldito en Valsequillo nos hizo mucho daño a todos y es evidente que la seguridad es lo primero”.

Javier Eloy Campos apuesta porque se mantenga “e reciclaje, porque así nacieron Las Burras y así debe seguir siendo para que sea un espectáculo vernáculo que no le cueste nada a Güímar y a los güimareros”, finalizó.

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