El mal que tumbó el tabaco palmero pudo ser intencionado

Abilio Monterrey, que investigó el tratamiento contra el moho azul cuando apareció, en 1967, sostiene que “había intereses de alguna parte” para que se perdiese este cultivo de tanto prestigio en la Isla
Plantación de tabaco en El Llanito. | A.R.C.

En abril de 1967, DIARIO DE AVISOS comienza una intensa campaña de divulgación de las medidas necesarias para combatir la aparición de un hongo, que terminó por arrasar la producción del cultivo de tabaco en La Palma y en el resto de Canarias: el moho azul. “Agricultor, la sección de Edafología del Cabildo de La Palma, te advierte del grave peligro que corren tus cultivos de tabaco por el ataque que están sufriendo de moho azul la mayoría de los semilleros. Enfermedad muy peligrosa y contagiosa”, recogía este periódico en los artículos que se iban sucediendo día tras día.

Una enfermedad de la planta que tuvo efectos devastadores para los productores palmeros, que, como relata Anelio Rodríguez en su investigación sobre la tradición del tabaco en la Isla, habían logrado remontar la crisis de la postguerra, alcanzando un volumen de producción en la década de los sesenta del siglo pasado de 2.000 quintales métricos al año.

“Sin embargo, cuando ya nadie dudaba del despegue definitivo, más allá del desarrollismo tardofranquista, todas las expectativas se derrumbaron casi como un chasquido de dedos con la plaga del moho azul, imparable y determinante debido a que los gestores políticos no supieron prevenirla ni atajarla a tiempo, vino a arrasar la totalidad del cultivo en Canarias”.

Por aquel entonces, un joven palmero, Abilio Fidel Monterrey, que acaba de jubilarse como jefe de servicio de Agricultura, Ganadería y Pesca del Cabildo de La Palma, terminaba sus estudios de Ingeniería Técnica Agrícola en la Universidad de La Laguna y decidió abordar en su trabajo de fin de carrera esta problemática que asolaba a su isla natal.

Monterrey, cincuenta años después de la aparición de aquella enfermedad vegetal en La Palma, que se llevó por delante un tabaco de enorme prestigio internacional y que ha podido irse recuperando con el paso de los años y mucho esfuerzo, está convencido de que “el cultivo del tabaco de La Palma se perdió porque había interés en que se perdiera de alguna parte”.

Abilio Monterrey, segundo por la derecha, recibe un homenaje en Fuerteventura.| DA

El ingeniero, que ha dedicado su vida profesional al sector agrícola palmero, señala que tradicionalmente existió en la Isla “una lucha entre los productores de tabaco y los fabricantes de puros”. Estos últimos estaban obligados a comprar el tabaco que se cosechaba en La Palma para recibir la subvención. “Pero en aquel momento, con los puertos francos, empezó a llegar tabaco de fuera, con capas que eran buenas, aunque de menor calidad que las de La Palma, y mucho más barato, por lo que no interesaba comprar tabaco de la Isla”. “Creo que esa fue la causa más inmediata del moho azul”, sentencia Monterrey.

La introducción del hongo en la Isla se puede producir con la llegada de semillas o plantas que estén contaminadas. Luego se propaga de forma sexual, por esporas, o por el aire. Pero también se pudo reproducir de forma intencional, como el caso que vivió en primera persona Abilio Monterrey mientras realizaba la investigación sobre el moho azul en la finca de don Andrés Pérez, “un agricultor que hizo un gran favor a la Isla permitiendo que el estudio se realizara en su plantación”.

Allí, recuerda Monterrey, aparecían de repente plantas enfermas, tiradas dentro del cultivo, que no sabían de dónde procedían. “Eso quiere decir que a alguien no le interesaba que hiciera el estudio o que la enfermedad no se fuera”. “Creo que se pudo haber evitado y no se hizo a tiempo, y eso terminó con la variedad de un tabaco tan bueno que tenía La Palma, que después ya hemos podido sacarlo adelante”, sentenció.

Aquel estudio del joven ingeniero se llegó a aplicar y se sigue haciendo, aunque hoy los tratamientos han avanzado, como reconoce Monterrey. “Quería demostrar que la enfermedad se podía tratar o al menos se podía prevenir, dando unos tratamientos. Y se consiguieron algunos resultados”. Para esa investigación buscó asesoramiento en distintos países, incluso en Rusia. La contestación que recibió de la entonces Unión Soviética fue registrada previamente por la policía, recuerda como anécdota de aquella época, en el que ambos países vivían bajo regímenes autoritarios.

La aparición del moho azul fue un auténtico palo económico para “muchas familias” de La Palma, en especial de las principales zonas de cultivo, donde se cosechaba el tabaco de más calidad, como Las Breñas y algo de Mazo; Velhoco y Juan Mayor, en Santa Cruz de La Palma, y La Caldera, en El Paso, “donde nunca más se volvió a recuperar el cultivo”.

Monterrey destaca que a través de la labor realizada por el Laboratorio de Agrobiología, dependiente del Cabildo y el Centro Superior de Investigaciones Científicas, se pudo recuperar la variedad antigua de tabaco de la Breña y el conocido como pelo de oro, que es de origen cubano. Un tabaco que “está dando unas calidades muy importantes” y está libre de moho azul.

Nota de prensa publicada por este periódico en 1967, por la aparición del moho azul. | DA

Asegura que “hoy no es un problema tan grave el moho azul, por lo menos en La Palma”. Aunque en las plantaciones de Estados Unidos continúa siendo el principal enemigo que tiene este cultivo, especialmente en Kentucky. En el caso de Cuba, el ingeniero recuerda que el moho azul apareció en 1957 y, más tarde, entre 1997 y 1998, reapareció de nuevo “con fuerza, perdiéndose práctiamente toda la cosecha”. “No hicieron caso a las recomendaciones que le hicimos desde aquí, que si repetían el tratamiento con un solo producto perdían la cosecha, porque es lo que nos había pasado a nosotros”, añadió.

Abilio Monterrey defiende que el cultivo del tabaco en La Palma es un bien patrimonial, cuya conservación es preciso defender a toda costa. Señala que en la Isla existe toda una cultura en torno a este cultivo que es un bien patrimonial, que además es lo que “une a La Palma con Cuba”. Una relación que en materia de tabaco fue de ida y vuelta. “Esta tradición no solo vino de allí, sino que de La Palma también se llevaron cosas a Cuba”. Entre otras, se llegó a exportar tabaco.

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