Tu marido te pone los cuernos

Te voy a hablar de Ana. Te escribo por aquí para contarte que justo ahora -que tienes a bien descansar un rato y ponerte a leer el DIARIO DE AVISOS- tu marido está en los brazos de Ana

Te voy a hablar de Ana. Te escribo por aquí para contarte que justo ahora -que tienes a bien descansar un rato y ponerte a leer el DIARIO DE AVISOS- tu marido está en los brazos de Ana. Tú sigue leyendo este artículo porque juro que te lo voy a contar todo. (Ahora mismo él la está besando sobre el sofá, ella hace equilibrios con una copa de vino de Tacoronte para no mancharle la chaqueta. -¡No se te ocurra mancharme la chaqueta que me regaló esta en Reyes!- le exige tu querido esposo. Ese que te volvió a largar por enésima vez el cuento de que se le hacía tarde en el trabajo.) Por cierto, “esta” eres tú. Cuando nos ponen los cuernos se olvidan con desprecio de nuestros nombres y los sustituyen por un pronombre cualquiera. En la cama de Ana, tú no eres nadie (Por cierto, ya pasaron a la cama, ella se ha desnudado y él le mete prisa para que le dé tiempo de coger el tranvía y llegar a cenar con los niños y contigo, tú siempre pones la mesa a eso de las nueve). Ana es del sur, de Adeje, pero tiene un coqueto apartamento en la Avenida Anaga y desde que la trasladaron a la oficina de la capital puso un ojo en la bragueta de tu marido. Y entonces tu esposo bloqueó en el WhatsApp a una tal Isabel, una amante lagunera con la que se veía y escribía muy a menudo, aunque nunca despertó ninguna sospecha porque él la tenía agregada como AyozeTrabajo, ¿recuerdas cuando saltaba su nombre en la pantalla? La última vez fue cuando lo dejó olvidado el domingo pasado en la mesa de la cocina de la casa de tus padres. Una noche te dijo que Ayoze le esperaba en la calle para darle una documentación y mientras tu planchabas, él bajó raudo en el ascensor y allí estaba Isabel, con gorra y ropa de deporte. Se lo montaron de prisa y corriendo en el baño del garaje. Ella le había dicho a su marido que salía a correr, como cada noche.

Pero Ana no hizo nada malo, de verdad, nada fuera de lo normal. Hoy en día la inmensa mayoría de las parejas formales de la capital tienen amantes. ¿No lo sabías o no te quieres enterar? Los españoles estamos a la cabeza de la infidelidad en Europa y los canarios en el top cinco de todo el país. Con estas cifras, sálvese quien pueda. Ni mi mejor amiga, Luci, que era de las de poner la mano en el fuego. Enamorada y embarazada de cinco meses recibió un mensaje en Facebook: hola, soy Aridane, llevo un año y medio quedando con tu marido cada vez que viene a Gran Canaria con el equipo de fútbol. Tengo testigos, fotos y hasta un vídeo. Me acaba de abandonar porque dice que no quiere hacerle daño a su familia. Dile que me coja el teléfono o que se atenga a las consecuencias. El otro día mi vecina Marian me contó que pilló en la cama a su novio con la mujer del colega con el que juega al pádel todos los domingos. Está rota, le pidió que se fuera de casa y el divorcio exprés porque se enteró de que llevaban liándose dos años. Él, que tiene mucho dinero, se sintió muy culpable y le ha dejado toda una fortuna. -Pero Marian- le dije-, ¿tú no te habías liado también un par de veces con Carlos el Tiburón? -Sí, pero eso es diferente, fue un calentón y además mi marido nunca lo supo-, me respondió llorando.
Te cuento que ahora Ana se está sacando un selfie con tu marido medio desnudo al fondo, anudándose la corbata. -No te preocupes, no te voy a hacer un paquirrín, es solo para guardarla de recuerdo-, le aseguró sonriente antes de subirla al Instagram. Cuidado con el Instagram, ahora está de moda enviar propuestas deshonestas a sus carpetas de mensajes.

Todos recordamos una infidelidad, al menos una, pero nunca la contamos. Nos llevamos la mano a la cabeza cuando nos relatan un episodio de cuernos y nos lamentamos por la víctima. No te fíes nunca del que se alarma tanto y se lleva las manos a la cabeza: infiel seguro. Tú que me lees eres un infiel de campeonato, ¿a quién vas a engañar aparte de a tu pareja?
En la era del Tinder, la mejor opción es estar soltero. -¿Para qué quiero un novio si ya tengo al tuyo en la red social?- se pregunta mi amiga Ana, esa que ha quedado para repetir el jueves próximo con tu respetable marido, justo a la hora en la que tú vas al gym para recuperar la figura. No te preocupes, te daré detalles, ella me lo cuenta todo. Quedas avisada.

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