“Yo seré blanca de cuerpo, pero negra de corazón”

Delia Herrera Priano, padre tinerfeño, madre peruana, sabe que cuando el hombre llegó a la Luna, su padre, por encargo de la NASA, vigilaba la actividad del Sol
FRAN PALLERO

No sé en el preciso instante en que esta pianista, con la carrera superior de música terminada e impartiendo clases de piano en el Conservatorio, decidió meterse en política y acercar las islas a África. Delia Herrera Priano, padre tinerfeño, madre peruana, sabe que cuando el hombre llegó a la Luna, su padre, por encargo de la NASA, vigilaba la actividad del Sol. Félix Herrera Cabello, 20 años en la Agencia Espacial USA, fue uno de los grandes científicos españoles;y terminó sus días en su tierra, trabajando en el Astrofísico. A Delia (Tenerife, 1965) le quedan muchas frases de su padre: “No hay horas de trabajo, no hay tiempo de descanso cuando un hombre está en el espacio”, decía. Increíblemente activa, increíblemente bella, está casada con el primer violín de la Orquesta Sinfónica de Tenerife y tienen tres hijos, dos gemelos de 18, y otro de 25. Una vez, injustamente, me metí con ella: solo le pude acusar de viajar mucho. ¿Y cómo no va a viajar si es la consejera de Acción Exterior del Cabildo de Tenerife? Estando de visita, vio un piano e interpretó a Chopin en el salón de los espejos del palacio presidencial de Senegal, en Dakar, solo para el presidente Macky Sall, su amigo. Si yo fuera Rajoy, sin dudarlo, la nombraría embajadora de España.

-¿Delia o Carmen Delia?

“No, Delia. Carmen Delia, solo para mi madre cuando se enfada”.

-¿Por qué se enamoró perdidamente de África?

“Fue un flechazo, al mirar a los ojos de los niños”.

-Senegal es su segundo país, por lo que me han dicho.

“O a lo mejor el primero, porque realmente allí hablo el idioma del corazón; en África hay que trabajar con la cabeza y con el corazón”.

-Hay muchas Áfricas, ¿no, Delia? No es lo mismo el caos de África central que los gobiernos organizados de Marruecos, Senegal, etcétera.

“Tiene razón, no es lo mismo. Varía mucho, a su favor, el capital humano de la franja de África más cercana a nosotros”.

-¿Se quedaría en Senegal para los restos?

“Yo creo que al final de mi vida me iré a vivir allí”.

-Acaba de organizar un congreso sobre el agua y el turismo, en Tenerife.

“Con la presencia de ministros y altos cargos de Senegal, Mauritania y Cabo Verde; y de empresarios de varios países. En realidad, lo hemos organizado desde la Consejería de Acción Exterior del Cabildo y el Consejo Insular de Aguas, en un gran trabajo de quipo. Muy interesante y seguramente productivo”.

-¿Se valora lo que ha hecho usted en materia de rutas aéreas con África?

“Bueno, ha sido también una labor de equipo. No había nada. Y ahora tenemos conexiones aéreas directas con Marruecos y Senegal. Y trabajamos en las rutas marítimas entre Tenerife y Agadir. A mí me gusta presentar cuentas, no cuentos”.

-¿Y por qué se ocupa usted de eso? La competencia debería ser del Gobierno de Canarias.

“Pues pregunte usted al Gobierno de Canarias, pero lo cierto es que ahora viajan directamente al continente cercano 20.000 personas al año, que antes tenían que hacerlo vía Madrid”.

-¿Lo suyo, ese entusiasmo, lo pone en todo?

“Lo mío es pasión. Cuando sobrevuelo Marruecos, Senegal, Guinea Conakry, Guinea Ecuatorial, Cabo Verde… me sube tres puntos la tensión. ¡Hay tanto por hacer y tanto por ayudar!”.

FRAN PALLERO

-¿En qué trabaja ahora?

“Estamos empezando a trabajar en los proyectos que hemos ganado en la convocatoria MAC 2014-2020, en Senegal, Mauritania y Cabo Verde, por un importe de seis millones de euros. Y becando a graduados para que realicen sus prácticas profesionales en África, donde pueden tener en el futuro una salida laboral.

-No va allá de paseo, entonces.

“No, me alojo en hoteles de cuatro estrellas. Y recorro los países. Y voy a los orfanatos a darles biberones a los niños. Tenemos el aval de la Unesco, colaboramos en rescatar ciudades patrimonio de la humanidad, hay un montón de cosas por hacer”.

-Pero en África los gobernantes roban, no dejan llegar las ayudas a las personas que lo necesitan.

“No generalice usted. Depende de qué país. En España también roban. Hay naciones africanas cuyos gobernantes son muy honestos. No sea usted pesimista. Ya veo que somos diferentes: usted ve el vaso medio vacío y yo lo veo medio lleno. Le doy un dato: ¿usted sabe dónde se ruedan más películas al año?; pues no es en Hollywood, ni en Bollywood, sino en Nollywood, en Nigeria. Otra cosa es su calidad, pero en cantidad, ganan”.

-Pues reconozco que no lo sabía.

“En algunos países de África no tienen casi nada, pero te dan lo poco que tienen. ¿Y esos ojos de los niños? Yo me llevo docenas de infladores para los balones de fútbol, porque se les desinflan y luego no pueden usarlos”.

-Usted es reacia a contar lo que hace por ahí, ¿no?

“Bueno, jamás he subido una foto a las redes de una acción mía en África. Yo no quiero vender nada, yo lo que quiero es hacer cosas, ver sonreír a esa gente que sé que necesita tantas cosas y que se conforma con muy pocas”.

(Ha llorado. Me parece más atractiva cuando llora. Lo hace desde un sentimiento profundo hacia su gente “de allá”. El gran marabú, el líder religioso senegalés, le ha abierto las puertas de su casa; su esposa, la princesa de Touba, ha nombrado senegalesa a Delia, en un encuentro en París, ante delegaciones de todo el mundo. Esto la llena de orgullo y no es para menos).

-¿Qué admira del presidente de Senegal, de su amigo Macky Sall?

“Su cercanía y su sabiduría, su amor por su país, su sensibilidad y su honestidad”.

-Y, volviendo aquí, a cosas de andar por casa, ¿le fue difícil destacar en Coalición Canaria?

“Bueno, algo sí. Yo no pertenecía a las bases, llegué de repente. Soy inconformista, cuando tenía 18 años me compré un 600, que conducía atado con cuerdas; era delegada sindical; fui líder estudiantil. Y he trabajado muchísimo y duramente para demostrar lo que hago. Y he abandonado, incluso, a mi familia por la política. Pero quería defender a los más débiles y a hacer algo por mi gente”.

-Ese espíritu luchador lo heredó de su padre, quizá.

“Sí, sin duda; él hablaba de que la vida era como una selva. Y tenía razón”.

-¿La dejan trabajar en el Cabildo?

“Sí, Ricardo Melchior me llevó a la Corporación y Carlos Alonso me ha mantenido. A ambos les estoy agradecida. Y, por favor, no me pregunte a quién quiero más de los dos”.

-Parece que le gusta más ser soldado que capitán. ¿Me equivoco?

“No, no se equivoca. Yo soy un soldado. Y le repito que África me puede, me encontré con ella y me enamoré”. (Se emociona de nuevo y se le humedecen sus ojos -¿negros?-. Y me cuenta la historia de un niño de 16 años, huérfano, que no sonreía jamás. Ella le preguntó por qué. Y el niño le respondió que porque nunca la volvería a ver. “Aquí viene mucha gente a conocernos y jamás regresa”, le dijo el chico. Desde entonces, lo primero que hace al llegar a Dakar es visitarle, charlar con él y llevarle un regalo).

“Usted no sabe cómo voy cada vez que viajo. Llevo miles de cosas. A este chico le compré el mejor balón que encontré. Hay cosas en la vida que te llenan el bolsillo, pero a mí África me llena el alma”.

FRAN PALLERO

-¿Y no tiene miedo de que un día algún envidioso diga: “Usted, fuera”?

“No, cuando no me necesiten, me iré por donde vine, con la misma humildad”.

-Es curioso, ver a una persona que puede vivir cómodamente en su tierra, ejerciendo un puesto político o profesional, enamorarse tan perdidamente de un continente al que casi nadie le hace caso.

“Yo seré blanca de cuerpo, pero soy negra de corazón”.

-Oiga, qué bonito eso que ha dicho. Me ha dado el titular.

“Es cierto, hay países en África que te llenan de luz, que te colman el alma, tan solo por la calidad humana de sus habitantes”.

-¿Funcionan las embajadas de España en África?

“Funcionan, unas mejor que otras. Yo siempre les doy cuenta de mis actos. Pero los embajadores y los cónsules deberían abandonar el búnker y salir más a la calle. Ver los problemas de la gente”.

En su casa, cuando vivía su padre, Delia Herrera estaba acostumbrada a ver a cualquier premio Nobel de Física en la cocina, comiendo con la familia, hablando con Félix. Y ella aguantaba actos académicos, tiesa, sentada en una silla incómoda, siendo niña. Su madre les enseñó, a ella y a sus hermanos, que no había que perder la compostura. Para la entrevista se ha puesto un traje del color verde de Senegal. Tiene metida en el cuerpo la humildad y el silencio de las cosas hechas cabalmente. Es cercana y cariñosa. Y está haciendo una labor que pocos conocen. Quizá desde hoy un poquito más. Ya no diré jamás que no hace sino viajar, porque es su obligación. Ahora -se acuesta tarde- estará en su casa, haciendo unas croquetas de jamón y escuchando a Mahler. Fran Pallero nos ha hecho las fotos, como siempre, en los jardines del Mencey.

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