Teorías para después de tres congresos

La estabilidad institucional de Canarias está condicionada por los procesos internos en los que están inmersos el PP, el PSOE y CC
En el Parlamento de Canarias se ha abierto un paréntesis a la espera de cómo el PP, el PSOE y CC resuelvan sus congresos. / FRAN PALLERO
En el Parlamento de Canarias se ha abierto un paréntesis a la espera de cómo el PP, el PSOE y CC resuelvan sus congresos. / FRAN PALLERO

La estabilidad institucional de Canarias pende de los hilos de los congresos de tres partidos. El más próximo será el regional del PP, del 17 al 19 de marzo. Después llegará el de CC, los días 25 y 26. Ambos, en Gran Canaria. Más adelante, el PSOE celebrará en mayo la votación a la secretaría general y en junio se reunirán los delegados para la proclamación y el debate de ideas. Si triunfa Pedro Sánchez, el adelanto electoral está cantado. Casualmente, la fecha bordea el margen legal que permitiría a Mariano Rajoy disolver las Cortes. En el supuesto de que se imponga Susana Díaz o alguien que simpatice con sus tesis, la táctica del entendimiento con el PP recibiría un espaldarazo. Siendo así, los Presupuestos Generales del Estado tendrían vía libre. En ese decorado, desde el Archipiélago saldría un suspiro de alivio.

En torno a las cuentas públicas nacionales han surgido cuentos de género variado, con relatos inspirados en la lechera y en el silencio de los corderos. Recientemente, Cristina Tavío sugirió la presentación de una moción de censura contra Fernando Clavijo para propiciar una alianza del PSOE con el PP. La adversaria de Asier Antona en la disputa por el liderazgo de este partido en las Islas está convencida de que “hasta la gente de Coalición lo entendería” si con ello se desatascan las tuberías de los grifos de la financiación y las inversiones. Ese es un mensaje que ha calado en la militancia del PP. Antona lo gestiona con prudencia, aunque hay quienes se impacientan ante una “parsimonia” semejante al “sosiego extremo” que se le achaca a Mariano Rajoy. El palmero no se achanta y confía en los resultados que acompañan al astuto gallego. Prefiere vestirse despacio ante el riesgo de quedarse encerrado en el ropero por culpa de las prisas.

Tras la ruptura del pacto de CC con el PSOE, Asier Antona ha estado regalando ilusión igual a Patricia Hernández que a Fernando Clavijo. En sus reuniones, les ha dicho lo que convenía de conformidad con la actualidad. Abre ventanas sin cerrar puertas, mediante un discurso constructivo articulado con bloques de plástico interconectables de la marca danesa Lego. Mientras, una corriente de opinión defiende que el rompecabezas mecánico tridimensional atribuido al escultor y profesor de arquitectura húngaro Erno Rubik lo inventó Clavijo.

La entente cordial PP-PSOE repercutiría en un amplio espectro de consenso. El acuerdo sobre el Ejecutivo actuaría como la pieza maestra del dominó. A continuación se sucederían los órganos externos del Parlamento, ayuntamientos y cabildos. Allí donde sea factible se visualizaría la operación. Si no, la responsabilidad ya se encargará de compensar el déficit de mayorías con el ejercicio de la colaboración permanente y no sometida a los vaivenes de los intereses particulares.

La abstención en la investidura de Mariano Rajoy inauguró una etapa de pragmatismo cooperativo que ha proporcionado réditos al PSOE en términos de credibilidad y ha desarmado a Podemos al privarle de capacidad en la toma de iniciativas. Que la gestora ha allanado el camino hacia la recuperación lo indican las encuestas. Javier Fernández renuncia a las “soluciones fáciles y milagrosas”. El presidente del Gobierno de Asturias se ha ganado a pulso el calificativo de pacificador, menos preocupado por la foto que por encuadrar el objetivo. Consciente de que los vetos restan votos, se ha puesto manos a la obra para transformar el aparato en una máquina de coser costuras con diálogo.

El sueño de Clavijo

En paralelo, Clavijo sueña con que Antona lo libere de la pesadilla. Ha escrito su deseo en un papel que guarda celosamente bajo la almohada: la cohabitación con el PP. En ese estado onírico, el presidente virtualmente en funciones tardará todavía unos meses en despertar. Hasta entonces, encomienda su destino a los designios de los congresos. Pero su fortuna no depende de los dados, sino de los dedos que negocian los presupuestos en Madrid. De ahí que los populares se cuiden mucho en no incomodar a los socialistas y tampoco afrentar a Coalición Canaria, un comodín para afrontar imprevistos.

En CC han enfermado intentando curarse en salud. Detrás de la apariencia de cohesión interna se esconde un conflicto de sensibilidades por la deriva de un proyecto desdibujado. Los garabatos escriben un capítulo de discrepancias estratégicas y de afinidades, en el que José Manuel García Ramos reivindica el hecho diferencial del PNC y la AHI ahuyenta al consejero Narvay Quintero de la secretaría general de CC para blindar su particular derecho a decidir. Por lo demás, a Clavijo le asoma la oportunidad de deshacerse del último reducto del paulinato: José Miguel Barragán.

Entretanto, la oposición gobierna a la sombra a golpe de titulares y brindis al sol. Debido a la falta de concreción de la voluntad de cambio, o quizá a la disparatada subida de la tarifa eléctrica, no se ve la luz al final del túnel. La minoría se refugia en su soledad y la alternativa plural carga la sardina sin saber dónde enterrarla.

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