Verdades al peso

En esta happyhour de la confusión que es a veces el mundo, miles de pinchadiscos compiten para hacerse oír por encima del resto

En esta happyhour de la confusión que es a veces el mundo, miles de pinchadiscos compiten para hacerse oír por encima del resto. Al final, terminamos todos sordos de tan alto como nos gritan quienes confunden escupir en la cara sus presuntas verdades con tener la razón.

Sordos, y hasta ciegos. Como mínimo, bizcos de tanto retorcer la mirada para intentar abrazar cada nueva aparente conquista en los derechos sociales de la gente, que es como ahora se venden los intereses de partido o las propuestas ideologizadas.Ciegos andamos, porque ciego está quien ya no se fía de sus ojos de fuera, los de la cara, ni de los de dentro, los de su conciencia.Mirar para no ver claro es como no ver.

Y si no, dígame usted. Cómo es posible que importe más el rabo de un perro, protegido por ley -el rabo-, que la vida que crece en el vientre de una mujer. Para evitar la pregunta, ya saldrán muchos con aquello de que hago demagogia, de que si el debate sobre el inicio de la vida humana, de que si lo de que nosotras parimos nosotras decidimos… Y mientras, el tema se oscurece en la selva de los pinchadiscos que gritan alto.

O dígame si lo de la disforia de género, más conocida por su nombre de guerra -transexualidad-, es un tema para profundizarlo a golpe de buses anaranjados, insultos morados, imprecaciones de la rancia caverna y toda suerte de reuniones de todólogosen algaradas televisadas. El daño que hacemos a los niños al banalizar el color de sus entrañas es casi irreparable.

Y qué me dice de la transmisión de la misa a través de la tele que pagamos todos ¡sí, los católicos pagamos impuestos!. Este tema es sólo la punta delinmenso iceberg que es el desarrollo de las libertades individuales, que ha de imponerse sobre el adoctrinamiento de los resentidos: un inmenso bloque contra el que se estrellará la democracia si no mandamos callar a estos imberbes a los que no les ha costado nada construir una sociedad multicolor.

Hay más: pareciera que de pocas elecciones para acá muchos buscan construir una sociedad nueva a golpe de escupitajo verbal y revanchismo preadolescente.Plantean la vida como una especie de granja de animales habitada por víctimas y verdugos. Los verdugos siempre son los otros, claro. Y las víctimas siempre son los nuestros, es evidente. Uf, como en los peores tiempos. Y mira que crece esa semilla envenenada, ¡como que la abonan con populismo de todas las especies!

Y qué diremos de la corrupción de la casta y la extra corrupción delospresuntos salvadores del pueblo.
¿Ciegos? No. Lo siguiente. Todo esto he pensado al calor del Evangelio de hoy, que narra el encuentro de Jesús con un ciego de nacimiento. Y he pensado que, como este pobre muchacho, habrá que darse un baño para desentumecer los adentros y mirar de frente con esperanza, oxigenando cada músculo del alma. Un tanto agarrotados sí que estamos los creyentes, como con la cabeza baja, ante la oferta de verdades al peso que sale al mercado cada día.

Nos falta serenidad, entereza, consistencia, conocimiento de nuestra fe. Nos falta amar el mundo sin pactar con la indiferencia, con la liquidez de los nuevos redentores. Nos falta ver por dentro, disfrutar de esa mirada y salir a la calle para compartir sin arrogancia, pero con orgullo, lo que hemos visto y oído.

@karmelojph

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