Atraco homicida al viejo tranvía en la Curva de Gracia

Aunque no estaba previsto, los ladrones mataron a tiros a un conductor y a un estudiante de bachillerato; a pesar de las condenas, sigue habiendo dudas sobre la autoría de este delito
ANTIGUO TRANVIA TENERIFE
ANTIGUO TRANVIA TENERIFE
La inesperada llegada de otro tranvía pudo ser el desencadenante de la tragedia; se llevaron un botín de 606 pesetas

A los habitantes del área metropolitana de Tenerife les suena el nombre de Santiago Cuadrado, ya que así se denominan dos céntricas calles en Santa Cruz de Tenerife y La Laguna. Menos son los que saben que Cuadrado debe tal honor a que, siendo un joven soldado voluntario, falleció de un disparo durante la fallida recuperación del Gobierno Civil que fuerzas leales a la Segunda República intentaron el 18 de julio de 1936, día del golpe de Estado que condujo a una Guerra Civil terrible que desembocó en cerca de 40 años de dictadura con el general Francisco Franco.
Lo que desde luego recuerdan muy pocos es que aquel día hubo otro muerto por herida de bala en Santa Cruz de Tenerife a cuenta de dicho episodio, pero del otro bando. Era el cabo Francisco Muñoz Serrano, el héroe que detuvo a los autores del atraco mortal al tranvía dos años antes.

EL CRIMEN

Fue duro aquel verano de 1934 en toda España, pero también en Tenerife. La inestabilidad política, con especial intensidad en el fallido golpe de Estado en Asturias por parte de fuerzas de izquierdas, fomentó un clima de inseguridad ciudadana alimentado por las penurias propias de un país marcado por la pobreza.

El cenit de aquella espiral en la Isla tuvo lugar el 1 de septiembre, cuando un grupo de enmascarados asaltó el tranvía que bajaba de La Laguna a la capital, a la altura de la Curva de Gracia.
Cuenta la prensa de la época que el número 15, con seis pasajeros a bordo, tuvo que frenar cuando, aproximadamente a las 20.30 horas, encontró piedras en su camino.

Los delincuentes, con pañuelos cubriendo parcialmente su rostro y armas en la mano, irrumpieron entonces en el lugar para exigir la saca con la recaudación.

Pero algo se torció, probablemente la inesperada llegada de otro tranvía -¡tenía que ser el número 13!- que circulaba fuera de servicio. Las armas escupieron su mensaje de muerte y dos personas perdieron la vida: un joven que viajaba en el número 15 y el conductor del número 13.

Se trataba de Agustín Bernal Cubas, de 19 años y estudiante de bachillerato en La Laguna, que preparaba su ingreso en Magisterio, y de Luis García- Panasco, de 34 años.

Se llevaron 606 pesetas, y otras dos personas resultaron heridas, un cobrador y otro pasajero del número 15.

EL GUARDIA

Francisco Muñoz Serrano, nacido en Córdoba allá por 1901, tenía 33 años y era guardia de asalto. Llevaba una década en el cuerpo y había sido destinado a Tenerife en 1933. Vecino de Santa Cruz de Tenerife, estaba casado y era padre de cuatro hijos, dos de ellos nacidos en Barcelona, otro de sus destinos.

Su cúspide profesional llegó con el asalto mortal al tranvía. Relata Pedro Medina Sanabria que “en la investigación policial tuvo una actuación muy destacada el guardia de asalto Francisco Muñoz Serrano, quien solo, llevando en su mano derecha la pistola reglamentaria y en su otra mano una linterna, penetró unos 20 metros en la cueva de Los Guanches, situada a unos cuatrocientos metros de la curva de Gracia, en La Higuerita, en busca de los delincuentes que habían sido vistos entrando en dicha cueva, según habían declarado unos confidentes”. Semanas después, fue promovido a cabo, el rango que tenía cuando perdió la vida, casi dos años después, de un tiro que le partió el corazón en la plaza de La Candelaria, por entonces llamada de La Constitución.

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LAS DUDAS

Aunque hubo juicio y condenas, la memoria popular sobre aquel terrible crimen arroja dudas sobre su autoría. Es Isauro Abreu, familiar de Luis García-Panasco, el que mayor sombra proyecta al respecto, ya que sostuvo en su día que un vecino de la familia, en su lecho de muerte, confesó a su abuela que había sido quien disparó sobre el chófer. ¿El porqué de los tiros? Se le cayó el pañuelo cuando se disponía a huir y, viviendo ambos en la Rambla Pulido, la víctima le vio el rostro y lo reconoció.

Aquellos violentos meses de 1934 perduraban en la memoria colectiva dos años después y fueron tanto caldo de cultivo como argumento para justificar el golpe de 1936. Por eso no es de extrañar que en la terrible Causa 246/36, celebrada contra 61 acusados de traición en cuya sentencia -dictada en enero de 1937- se relate que miembros de la CNT (muy poderosa antaño en la capital tinerfeña) preparaban su revolución y “comenzaron por realizar hechos criminosos, entre otros muchos el robo de dinamita en los depósitos de Tomás Sbert, en el Valle de Tahodio; el robo y atraco de la curva de Gracia y el robo e incendio de la iglesia de La Matanza”.

Veintiuno de los reos fueron condenados a muerte. Se perdonó a dos mujeres. El resto fue fusilado en un proceso con claro tufo a represalia política e interés por diezmar en lo posible la fuerza de los anarquistas, notable en la capital tinerfeña previa al golpe franquista.

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