Caballos que mejoran vidas

El Club Hípico Altoanna ofrece terapia ecuestre a adultos y niños con cualquier tipo de discapacidad física o intelectual y, también, a menores con problemas psicológicos
Aunque al principio muchos muestran recelo, al final tanto niños como adultos están encantados de acudir a las sesiones. F. P.

Los beneficios terapéuticos de los animales sobre la salud y la calidad de vida en general son una realidad. Por ese motivo, las actividades con ellos son un complemento cada vez más extendido de la terapia tradicional para múltiples patologías. El trabajo con caballos en terapias de rehabilitación e integración ha demostrado sus múltiples beneficios. De hecho, desde la época de los griegos se viene utilizando la hipoterapia, que quiere decir tratamiento mediante el caballo.

El Club Hípico Altoanna, en El Rosario, es uno de los pocos centros de la Isla que ofrece esta terapia con un equipo multidisciplinar de profesionales muy bien preparados. Además, gracias a la colaboración económica, a través de empresas privadas, de la Asociación Tinerfeña de Terapias Ecuestres se logra que muchas de estas actividades se puedan ofertar a un precio más asequible o, incluso, gratis.

“Tenemos un equipo en el que trabajamos una psicóloga, una fisioterapeuta y un técnico de equitación. Hacemos toda la terapia física y psicológica que se puede realizar en un gabinete o en un estudio, pero encima de un caballo, haciéndolo más amenos, con juegos. El caballo ayuda también al equilibrio y a la coordinación”, explica Susanne Elmer, fisioterapeuta en el Club Hípico Altoanna.

Esta terapia se utiliza mucho con personas con daños cerebrales, enfermedades neurodegenerativas y traumatológicas, o con autismo, síndrome de Down o cualquier tipo de discapacidad física o intelectual. “Se trabaja la puntería, la coordinación, la postura, la fuerza muscular, el equilibrio, la psicomotricidad fina… Sobre todo viene muy bien a los niños, que están un poco saturados de fisioterapia y estiramientos”, apunta Elmer.

Pero, además, al contar con una psicóloga también acuden a esta terapia menores que han sufrido maltrato o tienen algún tipo de trauma. “El caballo te ayuda mucho en la empatía y siempre se hace un vínculo con él, muchas veces niños que han sufrido maltrato no te lo cuentan a ti como terapeuta, sino al caballo, y esto te ayuda a ti mucho luego con la terapia”, explica esta fisioterapeuta.


Foto FRAN PALLERO

En este sentido, la psicóloga del club, Raquel Cardona, añade que “muchos vienen con miedos y aquí podemos hacer que vayan desapareciendo, que vayan cogiendo rutinas, lo que ayuda mucho a niños y adultos con autismo, el saber en cada momento qué tienen que hacer, y al final lo llevan también a su vida privada”. “El vínculo que se crea con el caballo es muy importante, porque a ellos les motiva a hacer la terapia mucho mejor, no es igual que sentarlos en una silla en un aula donde la motivación no es tan grande, encima de un caballo se sienten más contentos y con más ganas de aprender”, destaca.

Y aunque al principio puedan mostrar algo de recelo, al final “siempre vienen encantados y los padres muchas veces les compran todo el equipamiento y se visten emocionados para venir a montar”, enfatiza Elmer. Aun así, puntualiza que aunque evidentemente “se nota mejoría”, esta no es más rápida que con las terapias más tradicionales. “Es una terapia que ayuda a los chicos a mejorar el aspecto físico y psicológico, pero también son necesarias las sesiones en sala porque los caballos no curan, pero mejoran la calidad de vida de quienes hacen la terapia”, apunta.
Pero no todos los caballos sirven para esta tarea. “La yegua con la que trabajamos, India, lleva un año de entrenamiento de sensibilización y de enseñarle el trabajo -explica esta profesional-, porque hay muchas patologías que hacen que la persona pegue, muerda, haga movimientos bruscos… y un caballo que no está entrenado para ello se asusta, se defiende, y ella ha aprendido que no puede moverse. Es muy pausada y muy relajada y, sobre todo, creo que ella es muy consciente de con quién trabaja porque ella cambia mucho cuando tiene una clase de iniciación con un adulto respecto a cuando está en terapia. Por eso también hay que darle mucha diversidad para que el animal no sufra estrés, de ahí que la soltemos y demos paseos por el monte”. Además, “es muy llamativa por sus colores, marrón y blanco, porque a veces con un caballo negro choca, lo notas con los niños, no les gusta, y ella es muy llamativa con su pelo, para cepillarlo”, añade.

Sin ayudas públicas

El club cuenta con 22 caballos, de los que dos son para esta terapia, los demás son particulares y de salto, porque en este centro también se ofrecen clases ordinarias de iniciación o salto, ya que “solo con las terapias el centro no se mantiene”, indica Elmer. En este sentido, explica que cuando abrió en 2005 fue “con la idea de hacerlo solo terapéutico con ayudas del Cabildo y del Gobierno, pero al final no llega nada o muy poco y eran muchas pegas, y se optó por buscar los fondos privados”.
En esta búsqueda de financiación surgió la Asociación Tinerfeña de Terapias Ecuestres, que “recoge fondos privados de empresas que nos patrocinan, y con eso tenemos la posibilidad de hacer estas terapias más asequibles” a particulares y asociaciones. El precio de una sesión terapéutica es de 40 euros para particular y 30 euros en grupo, y con los fondos que aporta esta asociación se logra ofrecer sesiones al 50% o incluso gratuitas.

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