Cajasiete

Una vez desaparecida CajaCanarias, absorbida primero por Banca Cívica y ésta, a su vez, por La Caixa, Canarias se quedó sin banco

Una vez desaparecida CajaCanarias, absorbida primero por Banca Cívica y ésta, a su vez, por La Caixa, Canarias se quedó sin banco. Porque la Caja Insular fue, a su vez, fagocitada por la potente Cajamar, una entidad rural almeriense de origen, pero nacional de expansión. Llegó entonces la hora de Cajasiete, la antigua Caja Rural de Tenerife, fundada por agricultores en régimen de cooperativa de crédito, que ha crecido con mucho sentido y que está prestando a los canarios, en todos los sectores, un servicio excepcional. Se trata de una entidad muy bien gestionada, sobre todo a partir del acceso a la dirección general de Fernando Berge, un hombre con un gran conocimiento de la banca y con una gran percepción del servicio bancario. Cajasiete es ahora una entidad de crédito expansionada, con oficinas modernas, personal muy joven y muy bien preparado y dispuesta a colaborar en el desarrollo de la tierra que la vio nacer y crecer. Berge ha pasado, desde hace un par de años, a la presidencia y Manuel del Castillo es el director general de Cajasiete, que ha tenido un crecimiento importante en número de oficinas, en iniciativas promocionales -ahí tiene mucha culpa favorable José Manuel Garrido- y en servicios a la sociedad. Es el único banco canario que nos queda, porque los demás han sido absorbidos, y su vocación regional parece evidente. Pero con los pies en el suelo, sin meterse en aventuras peligrosas, ni tampoco queriendo abarcar más de lo razonable. Me imagino que su fundador, Pedro Modesto Campos, y su primer director, Federico Isidro Sánchez, si pudieran ver esta expansión, se sentirían enormemente satisfechos. Entre aquellos fundadores no me olvido del profesor Emilio Gimeno, de Jaime Daruis, de Pepe Fumero, de Elías Bacallado y de tantos otros que hicieron posible el proyecto. Ya saben que los beneficios de la entidad se reinvierten en iniciativas sociales.

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