Canarias, ante el espejo catalán, del ‘brexit’ y de Gibraltar

Las Islas han sido laboratorio de experimentos en la historia de España y hubo momentos en los que fueron un problema nacional

Canarias no siempre se reconoce cuando mira al espejo de la historia. En ocasiones ve fantasmas. A veces se siente sola, perseguida, incomprendida o afortunada. Pero nunca renuncia a su singularidad. La actualidad le ha devuelto el protagonismo. Después de tantos años de lamentos por el trato presupuestario, es la única Comunidad Autónoma en la que para 2017 se incrementa la inversión. O algo así. Las demás están que trinan. Van a convocar una quedada para llorar ante la Moncloa. Paralelamente, los separatismos catalán y británico, junto al peñazo de Gibraltar, evocan las tribulaciones de una región que ha sido laboratorio de unos cuantos experimentos. En estas islas atlánticas de influencia mediterránea se ensayó la conquista de América y la oligarquía practicó de antaño el chantaje emocional con el que presiona la burguesía de otros lares.

Aunque la infección vírica del independentismo no ha contagiado al grueso de la población canaria, sí provocó serios dolores de cabeza a las autoridades del Estado en las postrimerías del franquismo y en la incipiente democracia. Lo ha confesado Marcelino Oreja, que como ministro de Asuntos Exteriores de Adolfo Suárez (1976-1980) tuvo que afinar todos los sentidos para neutralizar a Antonio Cubillo. El penalista lagunero estaba ligado al Partido Comunista de España y fue abogado laboralista de Comisiones Obreras, hasta que se enfrentó a Santiago Carrillo. Creó el Movimiento Autonomista Canario y, tras partir al exilio -a París, en 1960, y Argel, en 1963-, fundó el Movimiento para la Autodeterminación e Independencia del Archipiélago Canario (MPAIAC). Portador de la antorcha nacionalista que el santacrucero Secundino Delgado prendió en Cuba, Cubillo abrazó el africanismo y se ganó el favor del Comité de Liberación de la Organización de la Unidad Africana (OUA). En 1968, durante una sesión secreta, ese organismo declaró a las Canarias como geográficamente “africanas”. Sin embargo, su origen volcánico, sin contacto con las placas tectónicas, refuta semejante afirmación. La península Ibérica sí estuvo unida a África. Evidentemente, tampoco lo han sido cultural, económica ni políticamente. De cualquier manera, Argelia amplificó en 1975 el radio de acción de Cubillo a través de la emisión de La Voz de Canarias Libre para interferir sobre España en la crisis del Sáhara. La broma se complicó cuando el MPAIAC formó en 1976 las Fuerzas Armadas Guanches (FAG) y se adentró en el terrorismo. A consecuencia de la explosión de una bomba en el aeropuerto de Gran Canaria, los vuelos se desviaron a Los Rodeos el día, 27 de marzo de 1977, en el que perecieron 583 personas al colisionar dos Boeing 747 por causas achacadas a las “malas condiciones meteorológicas” y a un “fallo humano”. Ya en 1978, Antonio Cubillo sufrió un grave atentado en su casa a las puertas de viajar a la ONU para plantear la presunta “cuestión colonial”.

La resolución 1.514 de la Asamblea General de Naciones Unidas, del 14 de diciembre de 1960, alumbró en 1961 el Comité Especial de Descolonización. En la lista de territorios no autónomos, que jamás ha incluido a Canarias, permanecen 17. Entre ellos, el Sáhara y Gibraltar.

A los sesenta años del nacimiento de la hoy Unión Europea, los fantasmas medievales han despertado las pesadillas de la división, los recelos, la confrontación de valores y el ombliguismo. Las alteraciones de los sueños comunes impiden dormir con la conciencia colectiva tranquila. Los ruidos intermitentes, los trastornos del metabolismo, hormonales, digestivos o neurológicos, la ansiedad, el nerviosismo y los ambientes cargados de energía negativa son desencadenantes del insomnio.

A pesar de la diferencia horaria, que remarca la distancia, Canarias está en hora desde el minuto cero. La incorporación a la Corona de Castilla fue anterior al Reino de España, que instauró el borbón Felipe V (1700-1746). Los Reyes Católicos habían unificado la acción exterior, la hacienda y el ejército sin abolir los fueros de cada reino. Estos se difuminaron al cabo del tiempo, si bien algunas zonas aún administran la herencia, como el País Vasco y Navarra. Los legados de Canarias son el REF y el estatus de ultraperiferia. Atrás quedaron los puertos francos, añorados por una corriente de opinión residual que rechazaba la integración en la Comunidad Económica Europea y, ya dentro, invocó el modelo danés: Groenlandia se salió en 1985. La cabeza, sobre los hombros.

 

Canariedad

El concepto de canariedad es un boceto de trazos complejos, en el que se confunden piedad, identidad, insularidad, peculiaridad y personalidad. En la galería de ilustres canarios cohabitan figuras de mentalidades diversas, complementarias y antagónicas. Para Nicolás Estévanez y Murphy, la patria era la sombra de un almendro: “Una peña, una roca, una fuente, una senda y una choza. Mi patria no es el mundo, no es Europa. Es un almendro, la dulce, fresca, inolvidable sombra”. Novelista, dramaturgo, cronista y político, Benito Pérez Galdós suspiró por España. Manuel de la Fuente (Abc, 30 de enero de 2013) lo describe como “un demócrata y republicano convencido, un hombre españolísimo hasta la médula, hasta las mismísimas entrañas”. Ese perfil no contradice su apego al terruño: “Ha llegado la hora de avivar en nuestras almas el amor a la patria chica para encender con él, en llamarada inextinguible, el amor de la grande. Habéis advertido que la preferencia del terruño natal debe ahora ensanchar sus horizontes, llevándonos a venerar con mayor entusiasmo el conjunto de tradiciones, hechos y caracteres, de glorias y desventuras, de alegrías y tristezas que constituyen el hogar nacional, tan grande que sus muros ahumados no caben en la historia” (banquete de canarios en Madrid, 1900). Confinado en Fuerteventura por Primo de Rivera, Miguel de Unamuno empatizó con el carácter isleño y sus costumbres. Paseó la “soñarrera canaria” por “unas calles largas y, en el fondo, una torre oscura tronchada”.

 

Leopoldo O’Donnell y Joris (Santa Cruz de Tenerife), presidente del Consejo de Ministros. Duque de Tetuán, conde de Lucena y vizconde de Aliaga. Presidió el Consejo de Ministros de Isabel II en tres etapas: tras el bienio progresista de Baldomero Espartero, en 1856; en 1858-1863, y en 1865-1866. Capitán general de los Ejércitos y fundador de la Unión Liberal.

 

 

 

 

 

Juan Negrín López (Las Palmas de Gran Canaria), presidente del Gobierno. Médico fisiólogo y político. Presidió el Gobierno de la segunda república entre 1937 y 1945 (en el exilio desde 1939). Ingresó en el PSOE en 1929 apadrinado por Indalecio Prieto y en 1931 logró el acta de diputado por Las Palmas, que conservó hasta 1934.

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