Carretera y manta

A mediados de 2014, el socialista José Luis Delgado, entonces consejero insular de Carreteras, denunciaba el retraso del Gobierno de Canarias en la ejecución del anillo insular

A mediados de 2014, el socialista José Luis Delgado, entonces consejero insular de Carreteras, denunciaba el retraso del Gobierno de Canarias en la ejecución del anillo insular. En esas fechas, el presidente del Cabildo tinerfeño, Carlos Alonso, no se dio por enterado, no se lanzó a los micrófonos a lanzar un ataque contra el responsable regional de las carreteras, quizás porque daba la casualidad de que era de Coalición Canaria y le importaba más mantener las formas para garantizar su ascensión política que defender los intereses de miles de personas que, desde hacía años, quedaban atrapadas en las carreteras de la Isla desde primeras horas de la mañana.

En aquel momento tampoco tuvo la ocurrencia de darse un madrugón y un paseíllo en guagua para que los nacionalistas del Gobierno canario hicieran un esfuerzo y acometieran el anillo insular. El numerito se lo podía montar a Ornella Chacón, pero no a Domingo Berriel, aunque ambos sean majoreros.

No crean que la verborrea beligerante del presidente del Cabildo de Tenerife es un tic inevitable. Alonso pierde su locuacidad cuando se trata de hablar de cuestiones como el agujero de Sinpromi, el gasto en tarjetas de crédito de los consejeros, la desaparición de fondos en el Recinto Ferial o incluso tras la denuncia de la Fiscalía sobre presuntas irregularidades en el área de Carreteras de la Corporación insular. Según qué casos, al presidente le da por tener la boca cerrada.

Que la gestión de las carreteras de la Isla no es eficiente no lo pone en duda nadie. La táctica de gastarse millones en ampliaciones de carriles para evitar atascos que siguen siendo los mismos, unos metros más arriba o más abajo, está claro que no ha funcionado, salvo para las empresas que ejecutan los trabajos. Frente a otras opciones propuestas -en el caso de la autopista del Norte, la de eliminar accesos-, la Corporación ha decidido consumir terreno y gastar en asfalto, con un escandaloso fracaso en los resultados.
Por no hablar del vamos a ninguna parte con el que nos encontramos en la Isla. Desde el ya más que famoso puente aéreo que cruza la autopista del Norte sobre Taco a los que podemos encontrar en la autopista del Sur a la altura de Barranco Hondo, la urbanización Brillasol o el Polígono de Güímar, pasando por la denominada salida 7, formada por ocho kilómetros de nueva vía, de los que algo más de siete corresponden a ramales y casi un kilómetro al tronco de la futura Vía Exterior de Tenerife que nadie quiere que se haga, pero nadie quiere -cuando digo nadie, me refiero a CC- quitarla del planeamiento.

Entre tanto ruido entrometido pasó desapercibida una declaración de la entonces consejera de Obras Públicas y Transportes del Gobierno canario, que afirmó con contundencia que el cierre del anillo insular habría comenzado en 2015 si Carlos Alonso no hubiera “faltado a la palabra dada” de aportar 15 millones de euros. Ahora, dos años después, el presidente del Cabildo ha encontrado 300 millones para acometer la obra que, dice, se iniciará a finales de este año.

Llegado este punto podría hacer demagogia, una práctica que tanto le gusta a Carlos Alonso, y preguntar si es más urgente invertir ese dinero en el anillo insular -y que me perdonen los miles de tinerfeños que sufren diariamente los atascos- que en políticas sociales. Por ejemplo, en la atención de nuestros mayores, donde es difícil, por no decir imposible, acomodarlos en una residencia pública. O en el área sociosanitaria de los hospitales del Norte y del Sur. O en mejorar y abaratar el transporte público para que tantos tinerfeños no se vean obligados a recurrir al coche para desplazarse hasta su puesto de trabajo.

Demagogias aparte, Carlos Alonso ha hecho del cierre del anillo insular su guerra particular que pagaremos todos nosotros, cuando deberían ser otras las Administraciones que afrontaran la ejecución de la obra. También quiere, según ha publicado la prensa, que paguemos todos los desaguisados que algunos empresarios han cometido en los barrancos de Güímar. Vamos, que el presidente se ha envalentonado y ha dicho ¡carretera y manta! Cueste lo que cueste y lo pague quien lo pague.

*Cabeza de lista del PSOE de La Laguna y concejal del Ayuntamiento

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