Dios celebra jornada de puertas abiertas

En Canarias es difícil no percibir que estamos en Semana Santa. A estas alturas, los turistas se han enseñoreado ya de nuestras islas por unos días(y que nos duren)

En Canarias es difícil no percibir que estamos en Semana Santa. A estas alturas, los turistas se han enseñoreado ya de nuestras islas por unos días(y que nos duren). Pero todo esto no supone un inconveniente para que el aire transporte olores de semana grande. El perfume de los bronceadores no compite con el del incienso, opino. Lo mismo que los cuerpos al sol no atentan contra la vida interior, que es donde en realidad se cocina la hondura.

No hay competencia, no lo presentemos así a esta sociedad estresada y agitada: no debemos caer en la uraña tentación de enfrentar el merecido descanso de muchos con la experiencia de profundidad a la que estamos llamados todos. Si lo hacemos, además de una injusticia, estaremos expulsando de los alrededores de Dios a miles de personas que lo buscan. A veces sin saberlo.

Además, lo que decía: en Canarias es fácil combinar una tregua vacacional con la intensidad de la vida interior. Por eso, nadie tiene por qué quedar al margen de esta jornada de puertas abiertas en el corazón de Dios, que algo así es el Triduo Pascual que ya oteamos tras las esquinas de estos días.
Al margen de manuales de conducta desactualizados, la verdadera cuestión es: ¿voy a surfear o a bucear en la Semana Santa? Y no hablamos de playas. La conmemoración de la vida, la pasión, la muerte y la resurrección de Cristo se presta, por la intensidad de los sentimientos que evoca, a despistarnos, a cabalgar apenas sobre las olas de un mar tan hondo que algunos prefieren no adentrarse en sus secretos. Surfear la Semana Santa es dejarse llevar por el oleaje de los ritos, los desfiles, los ruidos, los ajetreos parroquiales o de grupo. Pero sólo eso, dejarse llevar.

Claro que también es posible bucear. Tirarse de cabeza a las entrañas de un misterio que, de tan inmenso, nos pide estar enteros en su contemplación. Bucear la Semana Santa es reservar tiempo, mucho tiempo, para sentir. Es sumergirse en los olores, los colores, los ruidos, los sonidos, los horarios… Es todo eso, para terminar solo, a solas, con sólo Dios. Es dejarse llevar, sí, pero para tomar las riendas. La liturgia, la Palabra de Dios, las procesiones… sobre todo la liturgia será el pasillo que desemboque en momentos inolvidables de encuentro con Dios, que son siempre una cita con la propia verdad.

Dios muestra sus entrañas en Semana Santa, y eso necesitamos para no confundir la fe en Cristo con un edulcorado sentimiento de bonhomía, con una propuesta de altruismo sin más, con una lista de costumbres en el vivir. Vienen tres días que resumen la vida toda, que afectan a toda la Humanidad, que explican en Universo y dan razón de sus misterios. Tres días para sumergirse en la locura de Dios, hecho hombre para amar como los hombres, muerto y resucitado para explicarnos qué hacemos aquí.

Los silencios de la Semana Santa encierran secretos que transforman la vida. Estos días, cuidado con los ruidos. Especialmente nosotros, los que nos sabemos creyentes.

@karmelojph

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