“Disfruto más viajando al pasado que escribiendo sobre el futuro”

A la entrevista, el escritor Jesús Villanueva, llega puntual. Está en el momento de promoción de su última novela histórica, La campana y el cañón. Ahora es un escritor a tiempo completo; un riesgo que ha asumido feliz, porque confía en sus historias y en su pasión por la literatura
Jesús Villanueva. / Sergio Méndez

A la entrevista, el escritor Jesús Villanueva, llega puntual. Está en el momento de promoción de su última novela histórica, La campana y el cañón. Ahora es un escritor a tiempo completo; un riesgo que ha asumido feliz, porque confía en sus historias y en su pasión por la literatura. Al encuentro trae la réplica de una bala de mosquete, un arma muy común en la Gesta del 25 de Julio, un hecho histórico que dio contexto a su primera novela publicada, y que ha gozado de un gran éxito dentro y fuera de la Isla, El fuego de bronce. En La campana y el cañón, que se presentó en la Isla en noviembre de 2016, el escritor retoma a los protagonistas de esa primera obra y los reencuentra 10 años después, en Madrid, un 2 de mayo de 1808…

-Ha terminado cogiéndole cariño a Damián, Fermín y Perla, los protagonistas de El fuego de bronce y ahora, también, de La campana y el cañón. ¿Se puede decir que este último libro es una continuación del primero?
“A ellos se les coge cariño desde el principio, desde las primeras páginas. Así que, tuve que rescatarlos en La campana y el cañón. Quería descubrir que había ocurrido con ellos 10 años después de la Gesta del 25 de julio, y decidí reunirlos en Madrid, en los comienzos del alzamiento de 1808, cuando Damián, decide ir en busca de su amigo Fermín. En los primeros capítulos de esta novela, aprovecho para poner a los lectores al día, para que ninguno se pierda en las biografías de los personajes”.

-Damián parece como si se convirtiera en una especie de Don Quijote…
“Damián es un campesino de La Laguna que no ha salido nunca antes de la Isla. Hasta que decide salir de Santa Cruz y se embarca en el puerto en una fragata, hasta llegar a Cádiz. Y desde allí, a Madrid, donde vive una serie de aventuras en las que le pasan miles de cosas. En efecto, en este personaje hacemos un guiño a Cervantes”.

-Su obra se desarrolla en el siglo XVIII y XIX. ¿Qué hace para documentarse?
“La documentación es fundamental para la novela histórica. La campana y el cañón relata anécdotas que se desarrollan en un contexto real, pero cuyos personajes están ficcionados, además, guarda entre sus páginas una novela negra, donde se investigan crímenes que tienen que ver con la desaparición de unos niños. En este sentido, el volumen tiene un contenido adicional importante. Cada vez que escribo, tengo una carpeta en el ordenador con una infinidad de documentos. Además, para esta última obra, busqué números de los periódicos La gaceta de Madrid y El diario de Madrid, que me ayudaron a conocer las modas y las noticias de la época. Descubrí, por ejemplo, que en Madrid abrieron un hospital exclusivo para los franceses heridos en la batalla o cómo estaban reglados los prostíbulos. A eso, debemos sumar que yo trabajaba sobre un plano de la ciudad para poder situar todo de forma correcta”.

-¿Cómo llegan esas historias a sus manos?
“Llegan a través de la investigación. Es sorprendente todo lo que queda todavía por contar. Por ejemplo, hasta mi novela El fuego de bronce no se había escrito nada sobre la Gesta del 25 de julio, cuando Santa Cruz se convirtió en el lugar donde el mayor marino anglosajón de toda la historia, Nelson, fue abatido. Esta novela me ha permitido formar parte de la Tertulia de Amigos del 25 de julio. Ellos me comentaban que ya le habían enviado a Pérez Reverte toda la historia, pero que no le hizo ni caso. Por todo lo que cuenta mi novela sobre un episodio tan relevante de la historia de Canarias, creo que debe estar siempre en las librerías”.

-¿Pensó alguna vez encontrar su nombre en las estanterías de las librerías?
“Siempre me ha gustado escribir, pero nunca pensé que lo haría de esta manera. Un día, por circunstancias personales, me puse a escribir y me pregunté por qué no una novela. Así nació mi primera obra, que todavía permanece guardada y que versa sobre la antigua Roma. Luego llegó El fuego de bronce, la segunda que escribí y la primera que publiqué. Más tarde, La cruz de plata, y la más reciente, La campana y el cañón, la presenté a finales de marzo en la Península”.

-En La cruz de plata plasma la biografía del general Benavides. Un personaje como pocos…
“En La cruz de plata se cuenta la historia de un canario universal: el general Antonio Benavides Bazán y Molina, que fue un hombre de confianza de Felipe V, el primer Borbón, que, además de salvarle, fue su mano derecha durante toda su vida. Estoy seguro que, de ser americano, ya le habrían hecho miles de películas”.

-Siempre con la vista puesta en el pasado, pero ¿se atrevería alguna vez a escribir sobre el futuro?
“Disfruto mucho más viajando en el tiempo hacia atrás. Lo paso genial cuando escribo sobre el pasado, porque imagino las calles de aquella época, la gente, las modas. Y al final, sé que de alguna forma, eso pudo existir. En cambio, sobre el futuro no sabemos nada, a penas podemos aventurarnos a predecir lo que viene. De hecho, hoy no tenemos ni idea de lo que ocurrirá mañana. Incluso la situación política mundial puede cambiar de un día para otro, y más con los personajes que ostentan hoy los puestos de poder. Está, por ejemplo, Donald Trump, al frente de uno de los países más poderosos del mundo, o Putin en Rusia. Discernir entre un futuro u otro, es solo un ejercicio de especulación”.

-¿En qué trabaja en la actualidad?
“Ahora mismo estoy trabajando en una novela basada en un hecho histórico muy relevante que se desarrolla en Canarias, del que no puedo adelantar mucho más por el momento. Espero poder sacarla a la venta el próximo año”.
-¿Cuándo se convirtió en escritor? ¿Qué marcó un antes y un después en su carrera?
“Empecé con la poesía y los libros de relatos cortos. Hasta que me plantearon escribir una novela, y me pregunté: ¿por qué no? Fue un reto que me marqué y descubrí que realmente disfrutaba escribiendo. En esa época yo era el director comercial de una empresa, pero mi tiempo libre lo dedicaba a escribir. Hasta que un día dejé el estrés de ese trabajo y me arriesgué. Ahora mi objetivo es conseguir acabar viviendo de lo que escribo”.

-¿El libro de papel todavía tiene pulso?
“El libro de papel ofrece también un conjunto de beneficios. El propio formato, la información adicional, la portada, la facilidad para apuntar cosas, las dedicatorias -nunca podrás dedicar un libro electrónico-. Debemos valorar siempre lo que el libro ha significado para la historia de la humanidad, eso es inigualable. Si no hubiese existido el libro de papel, no se hubiese avanzado tanto en tecnología. Al final, la memoria tiene un límite, sin ellos se hubiera perdido mucho sobre avances sociales y científicos”.

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