El niño que cambió el destino del Canarias

La exitosa campaña que está firmando el CB Canarias no se puede entender sin la figura de Aniano Cabrera, su gerente y director deportivo, que, a pesar de las metas alcanzadas, no para de hablar con cautela de lo logrado y, lo más importante, de lo que está por venir, un futuro ilusionante en el que pocos pensaron hace solo algunos años
Cabrera, celebrando el ascenso del CB Canarias en su duelo con El Bosco| DIARIO DE AVISOS
Cabrera, celebrando el ascenso del CB Canarias en su duelo con El Bosco| DIARIO DE AVISOS
Cabrera, celebrando el ascenso del CB Canarias en su duelo con El Bosco| DIARIO DE AVISOS

“Tuve la suerte de que mis abuelos vivieran en el Camino Las Gavias, cerca del Colegio Luther King, y mi tío Rufino, aficionado al baloncesto, me llevó, cuando yo tenía 12 años, a ver un partido del Canarias; desde el primer momento me impactó”. Aniano Cabrera, gerente y director deportivo del CB Canarias, es uno de los personajes más de moda en el baloncesto español. Para entender el milagro del actual Iberostar Tenerife es obligatorio acercarse a su figura y conocer una vida siempre vinculada al amarillo y negro.

Aquel encuentro entre los canaristas y El Bosco hizo que Cabrera abandonara el fútbol, deporte que practicaba, para acercarse al baloncesto, jugando partidos en las canchas del Luther, teniendo para ello que colarse junto a sus amigos hasta que “el conserje aparecía y te echaba”. Logró así comenzar a jugar en las categorías inferiores del club, pero “solo hasta cadetes”, porque “no era lo suficiente bueno y alto” para continuar. Fue entonces cuando su vida dio un giro definitivo: “Pepe Cabrera, una de las personas a las que más agradecidas debemos de estar en el baloncesto de la Isla, me planteó seguir como delegado en los equipos de cantera, empezando mi vinculación con temas administrativos y de organización”.

Aniano sacó los títulos de entrenador y ejerció de técnico, pero sus preferencias eran “ser delegado de equipo”. “Me veía mejor, más cómodo. Fui delegado del júnior, estuve muchos años con José Luis Camarillo, con Luis Macía, y luego Pepe Cabrera me subió al primer equipo”.
Vive así de primera mano el descenso de la temporada 1986-1987, en Ferrol, comenzando una andadura junto a Brabender, Chuchi Carrera y Felipe Antón que le sirve para “seguir creciendo” justo antes de que su vida profesional le presentara un nuevo reto.

ida y vuelta
Después de que el CB Canarias no consiguiera ascender a la élite el curso 1993/1994 en un histórico quinto partido ante el CB Salamanca, en el Ríos Tejera, surge la posibilidad de fundar una nueva entidad, el CB Tenerife Canarias, que aglutinara a todo el baloncesto de la Isla. Para los creadores de aquel proyecto el trabajo de Aniano Cabrera no había pasado desapercibido. “Estuve allí desde 1996 hasta la temporada 2000/2001, tras llegar a un acuerdo con José Manuel González, porque mi única intención, simplemente, era que la Isla tuviera baloncesto de élite”, recuerda Cabrera, quien admite que “no fue fácil”, porque, como en el posterior intento de fusión de hace solo algunos años, existieron muchas trabas: “Mis amigos son muy de baloncesto y me vi un poco en medio de un fuego cruzado; eso no lo entiende todo el mundo. Creo que, especialmente en la convergencia, el único club que tuvo todo claro y quiso apostar por la unión fue el Canarias. Félix y Cacho siempre estuvieron presentes en las negociaciones, mientras que por el Tenerife Baloncesto nunca hubo una parte estable. Ojalá, cuando el Canarias descendió en la 1990/1991, el Cabildo hubiera apostado, como ahora, por un club, porque nos hubiéramos ahorrado 25 años”. Por demasiados motivos, la experiencia del Tenerife Canarias fue mala. Aniano Cabrera dejó el club y, tras un año fuera del baloncesto, sonó su teléfono: era Roberto Marrero; lo quería de regreso en el Juan Ríos Tejera.

“El Canarias estaba en LEB Plata y me querían para gestionarlo”, rememora Aniano, que se encontraría luego con Félix Hernández y Santiago Cacho, ya como presidente y vicepresidente, respectivamente. A pesar del momento actual de la entidad, el actual gerente aurinegro no para de recordar el complicado camino que tuvieron que recorrer: “La meta siempre era volver a la ACB y eso te cala. En Plata, con Víctor Armijo, hablábamos de ascender a Oro, algo que lograríamos ya con Alejandro Martínez. Fue el quinto año en LEB, con el regreso de Jakim, cuando nos fijamos el objetivo de subir a la ACB. Es la única vez que nos hemos marcado realmente un objetivo así”.

La élite
Comenzaron entonces a sucederse los acontecimientos. Parte del canarismo no entendió el cambio al Santiago Martín, algo “totalmente necesario para poder crecer”, pero llegó un momento en el que el club tuvo que ser tajante: “Al principio querías satisfacer a todo el mundo y al final no lo lograbas con nadie. Todo cuajó, a pesar de que el primer año en Los Majuelos fue muy complicado, pero el siguiente ascendimos”.

La entidad comenzaba a tocar el cielo con los dedos, con el derecho ganado en la pista para jugar en ACB, pero con dificultades para competir debido a las condiciones económicas impuestas por la asociación de clubes: “Un día Félix y Cacho deberían escribir un libro en el que explicaran el proceso de entrar a la misma. Hubo muchas asambleas hasta que se tomó la decisión, empezamos la campaña con un 0-6 y, cuando crees que está todo encaminado, llegó la obligación de ser SAD”. Aquello se traducía en la necesidad de buscar más recursos económicos, otro objetivo cumplido tras el que Cabrera pudo “por fin disfrutar” de la élite, aquella con la que soñaba siendo un niño desde las gradas del Luther King junto a su tío.

Pero, ¿cuál es el secreto para crecer de esa manera y para cerrar contrataciones de éxito? “Trabajamos como un equipo, ahora con Txus y antes con Alejandro. Aquí todos acertamos y todos nos equivocamos. Aunque da algo de vértigo cuando cierras una plantilla, porque no sabes cómo puede salir, creo que esa sensación es hasta positiva”.

Del día a día, en el que dialoga “mucho” con sus jugadores, surgen relaciones más cercanas, que, obviamente, hacen difícil el momento en el que llega el adiós por motivos profesionales, quizás uno de los peores momentos: “Debes tomar decisiones, como un día la tomarán en mi contra, pero, con respeto, todo se puede hablar. Hay malos tragos, como decirle a Jesús Chagoyen que no seguía con nosotros”.

Sus jornadas de trabajo son maratonianas, porque, realmente, no “descansa del todo” nunca, pero, cuando se le cuestiona si se ve desarrollando su mismo trabajo dentro de 10 años, no duda en que su pasión puede con todo: “Con 45 años, tengo fuerzas; con 55 quizás debes planteartelo, pero quiero estar al 100% siempre porque las cosas es mejor contarlas a que te las cuenten. ¿En otro club? En su día Bilbao, con Vidorreta, preguntó por mí, pero, ahora mismo, quiero seguir aquí, claro”.

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